San José.— Con un ataúd al hombro, seis africanos vestidos de frac bailaron al ritmo de “Astronomía”, pieza del dúo de música electrónica Vicetone, de Países Bajos, y protagonizaron un video en tono mortuorio que se popularizó mundialmente desde 2020 y podría describir el futuro de los más viejos partidos políticos de América Latina y el Caribe.

La debacle que los veteranos partidos mexicanos—Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y Revolución Democrática (PRD)—sufrieron este mes al ser arrasados en los comicios de México por un bloque del gobernante Morena, tampoco apareció como exclusiva de la clase política de ese país.

Por corrupción, impericia y otros factores, los más antiguos partidos latinoamericanos y caribeños ya murieron o quedaron amenazados y condicionados a reciclarse, modernizarse y remozarse o a morir, con garantía de sepelio decorado por los seis africanos con “Astronomía”.

“Los partidos viven un drama terrible”, alertó el costarricense Rolando Araya, excandidato presidencial, escritor y vicepresidente mundial de la Internacional Socialista (IS) de 1996 a 2008 y presidente para América Latina y el Caribe de 2003 a 2023 de esa organización.

“El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, afirmó, citando a un pensador europeo, el abogado, politólogo y exguerrillero izquierdista salvadoreño Benjamín Cuéllar, fundador de Víctimas Demandantes (VIDAS), grupo (no estatal) de El Salvador de derechos humanos.

“Hay un hartazgo con los partidos”, aseguró el abogado peruano Francisco Belaúnde, profesor de Derecho Internacional Público en la (no estatal) Universidad de Lima.

Por separado, Araya, Cuéllar y Belaúnde evaluaron para EL UNIVERSAL el recambio interamericano político y partidista. Un saldo este mes en México fue que el PRD feneció, el PRI quedó gravemente dañado y el PAN apenas consiguió flotar y evitar la asfixia.

Los ejemplos abundaron. Alianza Popular Revolucionaria Americana (APPRA), emblema de la izquierda de Perú y ahora en el otro extremo, mostró un siglo después de creado en 1924 una realidad: hoy no podría exhibir ni un alcalde distrital.

De 60 diputados en El Salvador, el ex guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), insurgencia izquierdista de la guerra en ese país de 1980 a 1992 y que gobernó de 2009 a 2019, no ganó ni uno en 2024. La Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), fuerza derechista con nexos paramilitares que gobernó de 1989 a 2009, solo consiguió dos en 2024 ante la aplanadora del presidente de esa nación, Nayib Bukele, con 57.

Con la duda de si son de muerte, heridas similares marcaron a otros partidos. Los partidos Liberación Nacional (PLN) (ahora de centro derecha) y Unidad Socialcristiana (PUSC) con distintos nombres se alternaron el poder presidencial en Costa Rica de 1953 a 2014: en diversos periodos, el PLN gobernó por 37 años y el PUSC por 24, pero ya perdieron tres comicios consecutivos (2014, 2018 y 2022) y su futuro siguió en duda para 2026.

El régimen autoproclamado socialista que llegó en 1999 por las urnas a Venezuela y ya completó 25 años consecutivos arrinconó a las tradicionales: Acción Democrática (AD) o socialdemócrata y Comité de Organización Político Electoral Independiente (COPEI) o socialcristianos.

De 1958 a 1999, AD gobernó por 25 años y COPEI y sus variantes por 15, por lo que los comicios presidenciales del mes próximo en Venezuela, a los que acudirán en coalición opositora, dictarán su porvenir.

Al contexto se sumó que el pluralismo fue demolido en Nicaragua desde 2017 y en Cuba a partir de 1959. La Concertación de Partidos por la Democracia, que gobernó en Chile de 1990 a 2010 y referente tras la dictadura militar, de 1973 a 1990, se disolvió en 2013 y surgieron bloques por encima de los viejos.

Procesos afines golpearon a partidos del resto de la zona, de República Dominicana a Ecuador o de Panamá y Brasil a Argentina y Bolivia o Colombia. Uruguay y Paraguay preservaron sus partidos tradicionales.

Al citar “un manojo de partidos poderosos”, Araya aclaró que “eso desapareció sin ser sustituido. MORENA en México no sustituye al PRI o al PAN: lo hace (el presidente mexicano) Andrés Manuel López Obrador”.

“En el continente hay una combinación, de derecha e izquierda, de autoritarismo con populismo. Por la globalización, el mundo pasó de gran complejidad a hipercomplejidad. El disparador de cambio tampoco será una nueva ideología. Pesa más una nueva cultura por la era del conocimiento, disparada por internet y catapultada por los teléfonos celulares”, recalcó.

“Los partidos no pudieron interpretar eso”, explicó.

Cuéllar, por su lado, insistió en que “todo lo que sube tiene que bajar. Eso también tiene que ver históricamente con la política y está ocurriendo actualmente en nuestra región con partidos tradicionales. Una mirada a la región así lo revela”.

“El desafío es repensar las luchas populares por el bien común con imaginación y pasión más que con ‘visiones’ y ‘misiones’ acartonadas y que entumecen”, agregó.

Al plantear que “mientras no se aprovechen las oportunidades para recrear la relación entre la gente de la llanura sufriendo injusticias sistémicas y quienes asumen sus liderazgos”, advirtió que “si estos no surgen de abajo y adentro, las oportunidades para desbancar a los monstruos tardarán en concretarse con éxito”.

Tras reiterar que persistió un cansancio o agotamiento generalizado regional hacia la política, Belaúnde puntualizó, por su parte, que “esto facilitó la llegada” de los “outsiders” o figuras desconocidas y de afuera “que arribaron con sus partidos ligados a su persona, a desafiar a los tradicionales”.

“La gente busca novedad: prefiere candidatos y partidos nuevos ante la polarización en muchos partidos tradicionales, que tampoco desafían a la nueva tendencia”, sentenció.

Así, sobre un mapa de frágil democracia, también cayó un aviso funesto: sepelio con música y con baile de seis africanos.

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