San José.— Un nuevo problema migratorio se aproxima a México con el inicio, ayer, de una caravana de migrantes hondureños que salieron por tierra de la ciudad de San Pedro Sula, en el norte de Honduras, rumbo hacia Estados Unidos con el sueño de quedarse a vivir en suelo estadounidense o de asilarse en territorio mexicano.

Sin aludir a la caravana, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y la de Gobernación emitieron un boletín solicitando a “los extranjeros que pretenden ingresar a México” revisar los requisitos previstos en el artículo 37 de la Ley de Migración. Los consulados de México en el extranjero “son los encargados de realizar los trámites para la autorización y expedición de visas” y no los puntos de internación al país, aseveraron.

“No nos vamos porque queremos, nos expulsa la violencia y la pobreza”, es el lema de la caravana de migrantes que el viernes empezó a concentrarse en una terminal de autobuses de San Pedro Sula con hondureños procedentes de los más distintos sitios de una nación abatida por problemas que ya son endémicos: violencia y deterioro socioeconómico.

En su cuenta de Facebook, el periodista independiente hondureño, Bartolo Fuentes, uno de los organizadores de la expedición, narró que “cientos de hombres, mujeres y niños huyen y pedirán refugio al gobierno mexicano”. El trayecto de casi mil kilómetros hasta la frontera de México con Guatemala lo harán caminando y pidiendo “aventón”, ya que “son personas que no tienen para pagar sus pasajes”, explicó.

La caravana está compuesta por unos mil hondureños —menores de edad y adultos y de ambos sexos— que viajan a pie hacia el norte del continente para reencontrarse con sus familiares en EU, huir de la inseguridad provocada por las maras o pandillas juveniles y por el crimen organizado en Honduras y escapar de la marginación socioeconómica en su país.

Una caravana similar desató en abril pasado la furia del presidente estadounidense Donald Trump, que exigió a México frenarla. Poco después implementó su política de Tolerancia Cero que derivó en la separación de más de dos mil menores migrantes de sus padres en la frontera sur de EU. Ayer, el mandatario defendió esta política, y dijo que si los extranjeros “sienten que habrá una separación, entonces no vendrán”. Con información de agencias

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