San José.— Si en el amor, billetera mató a galán, en política… petróleo ganó a democracia. Una famosa frase del estratega político estadunidense judío alemán Henry Kissinger (1923-2023), secretario de Estado de Estados Unidos de 1973 a 1977 y consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca de 1969 a 1975, confirmó la crudeza demoledora de la política internacional y la oscuridad tenebrosa de la diplomacia: Washington “no tiene amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses”.
Con el mismo binocular o prismático de Kissinger y de la mayoría de sus antecesores y sucesores que tuvieron, tienen y tendrán control del timón de la política exterior de EU y aconsejaron o hablaron al oído a los presidentes estadounidenses de turno sobre las rutas a seguir en el escenario global, el crudo ocupó un puesto primario al adoptar decisiones por encima de factores secundarios, como democracia, libertad y derechos humanos.
“Estados Unidos prioriza su bienestar económico de corto plazo, hace lo necesario para acceder a petróleo barato, sobre la prevalencia de valores o instituciones democráticas en los países productores de petróleo”, adujo el economista Carlos Paredes, presidente en 2019 y 2020 de la estatal Petróleos del Perú (Petroperú).
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“Esto se verifica tanto en administraciones demócratas como republicanas. Desgraciadamente, el haber optado sistemáticamente por la comodidad de corto plazo, en vez de priorizar objetivos estratégicos y geopolíticos de largo plazo, ha llevado a la pérdida del liderazgo estadounidense y a un mundo más volátil”, dijo Paredes a EL UNIVERSAL. “Así, la era de la Pax Americana está siendo puesta en peligro por políticos estadounidense cortoplacistas, más preocupados con el sueño consumista dentro de sus fronteras que con la descomposición populista y antidemocrática fuera de ellas”, recalcó.
Cuando apenas se conmemoró el 86 aniversario de la nacionalización de la industria petrolera en México (18 de marzo de 1938), está claro que el petróleo se afianzó como moneda de cambio mundial utilizada por numerosos jugadores de la política global para componendas por debajo de la mesa. Los arreglos involucraron durante más de 100 años a países con variados sistemas de gobierno, de dictatoriales y monárquicos a revolucionarios, constitucionales y de facto, en un recorrido por Irán, Libia, Arabia Saudita, Venezuela, México, Ecuador o Nigeria.
Venezuela comenzó a emerger en 1914 como potencia petrolera mundial. Arabia Saudita irrumpió precisamente en 1938, en coincidencia con la nacionalización en México.
Factor venezolano
Con un régimen izquierdista o socialista acusado desde al menos 2014 por Washington de violentar la democracia, el orden constitucional y los derechos humanos, Venezuela emergió como uno de los casos contemporáneos en América que demostró la prevalencia de los intereses petroleros sobre los políticos e institucionales. La defensa de EU de la democracia y la libertad, y la lucha por la protección de los derechos humanos en Venezuela pareció una moneda de negociación: está en el aire, por ser un país apetecido por Washington, Moscú o Beijing por tener las mayores reservas probadas mundiales de crudo.
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La (estatal) Petróleos de Venezuela (PDVSA) determinó al 31 de enero de 2024 que las reservas probadas venezolanas de crudo ascendieron a 300 mil 878 millones de barriles.
La invasión que Rusia lanzó el 24 de febrero de 2022 contra Ucrania tendió un sorpresivo puente en los tensos vínculos de EU y Venezuela, con un acercamiento diplomático directo en marzo de 2022 en Caracas. Emisarios de EU dialogaron con el cuestionado presidente Nicolás Maduro en un hecho que, sin reconocerlo como gobernante, reanudó el contacto bilateral. La inesperada cita buscó reactivar la venta de petróleo de Venezuela a EU ante la crisis energética global por la invasión a Ucrania.
En noviembre de 2022, al reiniciarse en México las jornadas de diálogo sobre Venezuela entre oposición y oficialismo, EU aflojó las sanciones que impuso de 2014 a 2017 a Maduro por violentar el orden constitucional y derechos humanos.
Ese mes EU emitió una licencia a favor de Chevron, gigante petrolero estadounidense, para reabrir el flujo de crudo venezolano al mercado estadounidense. Al día siguiente de que, el 17 de octubre de 2023 en la isla caribeña de Barbados, oposición y oficialismo pactaron realizar comicios libres y limpios en el segundo semestre de 2024, EU flexibilizó las variadas sanciones económicas contra Venezuela, en especial sobre petróleo, gas y minería. A cambio de garantías electorales, EU alivió las medidas punitivas.
No obstante, Maduro ratificó en enero de 2024 una prohibición que impidió a la derechista María Corina Machado, designada en octubre de 2023 en elecciones primarias como la candidata a la presidencia de Venezuela por la opositora Plataforma Unitaria Democrática (PUD), competir en esa consulta, programada para el próximo 28 de julio. El día 22 de este mes, María Corina Machado desistió de su aspiración y designó en su lugar a la educadora derechista Corina Yoris.
Maduro negó irrespetar la democracia y violar los derechos humanos, y denunció que la “guerra económica” de EU fue una agresión a la revolución que su líder, Hugo Chávez (1954-2013), instaló en 1999 por vía electoral.
Maduro fue confirmado este mes como candidato presidencial del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en la contienda de julio, con opción de reelegirse para un tercer sexenio consecutivo desde 2013, al morir Chávez.
Ante el bloqueo a Machado, acusada por Maduro de traición a Venezuela e inhabilitada de pelear electoralmente de 2015 a 2036, Estados Unidos reactivó las sanciones parcialmente en enero anterior. Wa- shington anticipó que evaluará la situación y en abril venidero adoptará una decisión final acerca de si las reimpondrá totalmente.
Caso saudita
Con una monarquía absoluta islámica, Arabia Saudita nunca se inscribió con ninguna característica en algún club de respeto a las mujeres, a la democracia, las libertades fundamentales o derechos humanos.
Con el concepto paralelo a amor, billetera y galán, Washington consolidó a Riad como uno de sus más importantes socios mundiales y en Medio Oriente, jamás pidió al reino saudita aceptar un mínimo de tolerancia política y así… petróleo venció a democracia.
Arabia Saudita, principal exportador mundial de hidrocarburos, reportó que sus reservas probadas petroleras llegaron en 2022 a 267 mil millones de barriles, sólo superada por Venezuela.
Para el abogado y diplomático Jaime Aparicio, exembajador de Bolivia en la Organización de Estados Americanos (OEA), “la política exterior de las democracias occidentales se basaba en un equilibrio de intereses nacionales, principios éticos y cumplimiento de los compromisos internacionales que asumieron Estados Unidos y la Unión Europea sobre la defensa colectiva de la democracia, así como de los derechos humanos.
“Pero en los casos de Venezuela o de Arabia Saudita, vemos que hoy los intereses políticos electorales en EU para contener el alza del precio del petróleo han primado sobre los valores democráticos”, declaró Aparicio a este periódico.
“Así tenemos la debilidad y las concesiones que se dieron a la brutal dictadura venezolana de Maduro, sabiendo que ésta no tenía la menor intención de permitir elecciones competitivas y libres”, acusó.
“Machado, la candidata escogida por la mayoría de los venezolanos [en elecciones primarias en octubre de 2023] ha sido la primera víctima de esa real politik que envía el mensaje equivocado a otras dictaduras populistas como en Nicaragua, Bolivia y Cuba”, argumentó Aparicio.
Pieza energética
A juicio del politólogo Carlos Murillo, director del Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo de la (estatal) Universidad de Costa Rica, “el petróleo ha sido el elemento principal como motor del poder de los Estados, incluso del poder militar y de las economías” desde la segunda mitad del siglo XX.
A consulta de este diario, Carlos Murillo planteó que “el petróleo ha sido determinante en las relaciones geopolíticas. Se habla de la geopolítica del petróleo: recurso estratégico geopolítico que tiene un valor más importante que democracia, derechos humanos y otra serie de cosas”.
“Arabia Saudita es represor, violador de derechos humanos, pero es actor clave en la geopolítica del petróleo y ahí se perdonan muchas cosas. Lo mismo ocurre con México y Venezuela. Si Ucrania cae en manos de Rusia, el petróleo será la pieza vital. No hemos podido dejar de tener un mundo basado en el petróleo”, puntualizó.
Al citar la “doctrina Carter”, recordó que, como presidente de EU de 1977 a 1981, James Carter explicó que la meta de la Casa Blanca “tampoco era controlar a los países productores de petróleo, como hacía” Washington con “las siete hermanas” o grandes petroleras de las décadas de 1960 y 1970: Esso, Shell, Standard [Nueva York], Standard [California], AIOC, Gulf y Texaco.
“El objetivo [de EU] era influenciar gobiernos de países productores de petróleo para garantizar el mercado, sobre todo tras la elevada alza de precios del petróleo en 1973. O sea, el petróleo ha sido un factor motor o una moneda de juego del poder en las relaciones internacionales”, mencionó.
Al debilitarse la OPEP como “régimen internacional del que EU nunca fue parte pese a ser productor importante de crudo”, los vínculos mundiales comenzaron a “reconfigurarse”, señaló.
“La presión de EU a ciertos países se acaba cuando aparece una palabra: petróleo. Se perdonan muchos pecados a un montón de naciones cuando se trata de petróleo”, destacó. Y así, como con billetera que en amor abatió a galán, en política se repitió una vieja rutina de… petróleo tumbó a democracia.