Miami.— Desde su infancia, Pamela Bondi supo que la justicia no era sólo una idea abstracta, sino un compromiso de vida. Creció en un hogar donde el servicio público era el eje de la conversación familiar, no como un sacrificio, sino como una responsabilidad ineludible. Su padre, Joseph Bondi, no era sólo un hombre con un cargo político, fue concejal y luego alcalde de Temple Terrace, Florida, y un ejemplo vivo de integridad y liderazgo, tal como lo veía su hija.
Desde pequeña, Pam, como ella prefiere que le digan, lo acompañaba a reuniones del consejo municipal, escuchando cómo se debatían temas que afectaban a su comunidad. En algún momento de esos días, observando a su padre tomar decisiones difíciles con calma y convicción, entendió que la justicia requería más que buenas intenciones, demandaba coraje.
La imagen de su padre guiándola no se disipó con el tiempo. Durante su adolescencia en la C. Leon King High School fue una estudiante destacada, con una determinación que iba más allá de los exámenes y las actividades extracurriculares.
Su paso por la Universidad de Florida no fue diferente: se especializó en Justicia Criminal, un camino que no sólo confirmaba su vocación, sino que también la preparaba para enfrentarse al mundo sin concesiones. Era una de esas estudiantes que no sólo respondían las preguntas de los profesores, sino que las reformulaban, cuestionaban y llevaban la discusión más allá del aula.
Tras obtener su título en Derecho en la Universidad Stetson en 1990, Bondi se convirtió en fiscal del condado de Hillsborough. No era una función fácil. Enfrentar criminales, defender a víctimas y tomar decisiones que podían cambiar la vida de las personas requería una piel dura y un sentido de la justicia inquebrantable. Se ganó una reputación como fiscal implacable, no sólo por su agresividad en la corte, sino por su habilidad para conectar con las víctimas. No era raro verla sentarse con familias devastadas por la violencia o el abuso, escuchar sus historias y prometerles que lucharía hasta el final.
Pero si su carrera era una línea ascendente de éxitos y reconocimiento, su vida personal no siguió un camino tan claro.
Se casó joven con Garret Barnes en 1990, en una época en la que todavía estaba forjando su futuro en el derecho. Dos años después, el matrimonio terminó. No hubo escándalos ni grandes conflictos públicos, sólo el peso de dos vidas que tomaban rumbos diferentes.
Su segundo matrimonio, con Scott Fitzgerald en 1996, duró seis años antes de llegar al mismo desen- lace: diferencias irreconciliables, una carrera que exigía demasiado y quizás la falta de espacio para algo más allá de la justicia.
A pesar de los tropiezos sentimentales, Bondi nunca se mostró como una persona quebrada por el amor. En 2012 su relación con Greg Henderson la llevó a un compromiso que parecía sólido, con planes de boda en un lujoso resort en las Islas Caimán. Sin embargo, en un giro inesperado, la ceremonia fue cancelada. Bondi explicó que quería algo más íntimo, pero con el tiempo, la relación se desdibujó.
No hubo confirmaciones claras, sólo la certeza de que su vida personal seguía siendo un terreno incierto, mientras su carrera continuaba con una dirección precisa.
En 2010 se convirtió en la primera mujer fiscal general de Florida, un cargo que no sólo la posicionó como una de las figuras más importantes del estado, sino que también la colocó en el radar nacional. Su lucha contra el tráfico humano y la crisis de opioides la consolidó como una fiscal de línea dura, una que no temía enfrentarse a enemigos poderosos. En ese momento, su nombre comenzó a resonar en círculos políticos más amplios y fue entonces cuando su camino se cruzó con el de Donald Trump.
La relación entre ambos no fue inmediata ni puramente política. Antes de que Trump llegara a la presidencia, Bondi recibió donaciones por 25 mil dólares de la Fundación Trump en 2013, algo que desató controversia cuando se supo que después decidió no investigar una demanda contra la Universidad Trump en Florida.
Aunque siempre negó cualquier conflicto de interés, el episodio quedó como una mancha en su historial, pero lejos de alejarse, con los años se convirtió en una de sus defensoras más leales.
Otro escándalo notable fue su presunta protección a Jeffrey Epstein, acusado por primera vez en 2006 cuando fue arrestado por cargos de solicitar prostitución. Epstein, en 2008, se declaró culpable de requerir prostitución de una menor y fue sentenciado a 18 meses de cárcel.
En 2019, Epstein fue arrestado nuevamente por cargos federales de tráfico sexual de menores en Florida y Nueva York. Sin embargo, murió en su celda en agosto de 2019 mientras esperaba juicio.
Los críticos han acusado a Bondi de no haber procesado adecuadamente a Epstein y de haber sellado información relacionada con él en el estado de Florida.
Además, Bondi ha sido criticada por sus vínculos con la Cienciología y por aceptar donaciones de grupos políticos mientras ocupaba el cargo de Fiscal General de Florida
Cuando Trump lanzó su campaña presidencial en 2016, Bondi se sumó a su equipo de aliados más fervientes. En un mitin en Tampa, Trump la elogió abiertamente, reconociendo su labor como Fiscal General de Florida y dejando entrever que confiaba en su criterio. Esa confianza se materializó años después, cuando en plena crisis política, y habiendo dejado ya la Fiscalía Estatal de la Florida en 2019, Trump la eligió para ser parte de su equipo de defensa en el primer juicio político en 2020.
En los pasillos del Capitolio, Bondi fue una de las figuras que con más vehemencia defendió al presidente, argumentando con la misma fuerza que la caracterizaba en los tribunales de Florida.
Bondi, desde el inicio de su carrera política, ha estado alineada con el Partido Republicano. Su historial como fiscal y luego como Fiscal General de Florida ha reflejado consistentemente posturas conservadoras en temas como la lucha contra el crimen, la crisis de opioides y la inmigración; sin embargo, en términos de relaciones personales y profesionales, Bondi ha sido vista en círculos donde hay figuras de ambos partidos. Un ejemplo notable es su amistad con la analista política Ana Navarro, quien ha sido una crítica vocal de Trump y es afiliada al Partido Republicano, pero con posiciones más moderadas e incluso cercanas a los demócratas en ciertos temas.
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Si bien Bondi ha mantenido algunas posturas que podrían considerarse pragmáticas, su afiliación y lealtad política siempre han estado con el Partido Republicano, como lo demuestran su apoyo incondicional a Trump, su papel en su equipo legal durante el juicio político de 2020 y su reciente nombramiento como fiscal general en la administración Trump 2025-2028. Su lealtad a Trump, sumada a su experiencia legal y su habilidad para manejar crisis mediáticas, la llevaron a su más reciente nombramiento: fiscal general de EU. Para muchos, su designación fue la culminación natural de una carrera construida sobre la dureza y la determinación. Para otros, una prueba de que la política y las alianzas personales son inseparables.
Polémica, difícil de encasillar, Bondi sin duda es una mujer a seguir en este 2025. Como fiscal general, ha dicho que combatir el fentanilo y asegurar la frontera sur de Estados Unidos serán sus prioridades. Defiende, como Trump, la idea de que EU vive una “invasión” de migrantes a los que tacha de criminales que hay que sacar del país.
De acuerdo con la prensa de EU, Bondi pidió a los fiscales usar la pena de muerte con más frecuencia y priorizar los casos relacionados con el narco y la migración ilegal. Estaría analizando designar un enviado especial para la lucha contra el fentanilo en México. El nombre de Bondi, sin duda, se dejará oír mucho en México en los próximos meses.