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San José.— Estudiantes, empresarios, campesinos, obreros y otros emisarios de la sociedad civil nicaragüense encararon ayer en Managua al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, y les exigieron su “salida” del poder y el cese inmediato de la represión política con fuerzas policiales y paramilitares en contra del movimiento popular de protestas antigubernamentales que estallaron hace un mes en el país.
“¡Asesino!”, gritaron repetidamente los estudiantes a Ortega y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, en la primera jornada de un diálogo de resultado incierto que se instaló ayer a las 10:17 horas (11:17 en el centro de México) con la mediación de la jerarquía católica de Nicaragua y que, tras unos 90 minutos, concluyó con el único acuerdo de que proseguirá mañana, por lo que cundió la frustración entre los opositores.
El estudiante Léster Alemán, uno de los jefes del movimiento, advirtió a Ortega: “Esta no es una mesa de diálogo, es una mesa para negociar su salida, y [usted] lo sabe muy bien porque el pueblo es lo que ha solicitado”. “Hemos puesto los muertos”, narró, en una cita en un seminario católico capitalino en la que otros opositores también solicitaron la salida de Ortega.
Al exigirle que cese la represión que, según grupos no estatales nicaragüenses de derechos humanos, ya dejó unos 70 muertos en las protestas que estallaron el 18 de abril pasado, Alemán comparó a Ortega con la dictadura de la familia Somoza, que gobernó Nicaragua a lo largo de 45 años (1934-1979).
En un mes, dijo, “usted ha desbaratado el país”, pero a la dictadura de los Somoza “le costó muchos años”.
Ortega desperdició “una oportunidad única para reivindicarse”, porque debió ordenar el cese de la represión y suprimir los paramilitares, lamentó el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, en su cuenta de Twitter al final de las pláticas.
La cúpula católica también pidió a Ortega parar la represión contra los manifestantes de oposición y desarticular a los paramilitares. Las protestas prosiguieron ayer, mientras el gobierno cifró los muertos en 12.
Abucheado en la cita por los opositores, y junto a su esposa, Ortega alegó en el diálogo que la policía “tiene órdenes de no disparar”, recordó que de joven sufrió represión somocista y aseveró que “nos duele” la muerte de seres queridos, “pero también tenemos la obligación de no responder a la violencia con violencia, lo que después termina con guerra”
“Se aterroriza, se asaltan negocios, eso no lo hace un joven con valores. Con esos actos le hacen daño a todo el pueblo nicaragüense, se colocan tranques a lo largo del país”, y sufren los campesinos y las familias, porque son “reacciones violentas” que “están sembrando el dolor en millones de nicaragüenses”, replicó.
La crisis surgió por el repudio a una reforma de la seguridad social que Ortega aprobó y luego derogó al chocar con el masivo rechazo popular pero las protestas continuaron, pese a la intensa represión, y exigieron la renuncia de la pareja gobernante y una real democratización en Nicaragua.
Persiste la violencia. En tanto, un nuevo enfrentamiento entre agentes de la Policía Nacional y un grupo de manifestantes dejó ayer un muerto y más de 10 heridos en el norte de Nicaragua, en un hecho que fue reportado de manera muy diferente por las autoridades y los medios locales.
La víctima fue identificada como Wilder Reyes Hernández, de 37 años, trabajador de la Alcaldía de Matagalpa (norte), reportó el alcalde de esa ciudad, Sadrach Zeledón, quien aseguró que los opositores al gobierno dispararon contra el trabajador.
Sin embargo, según videos difundidos por medios locales y redes sociales, policías antidisturbios dispararon con armas de fuego y bombas lacrimógenas contra un grupo de manifestantes que estaban en las calles pidiendo el cese de la represión, se defendían con piedras, palos y morteros caseros.
***Con infromación de EFE