Ómicron, la última variante de SARS-CoV-2 en ser detectada y la más mutada hasta la fecha, es el foco de atención de autoridades sanitarias, gobiernos y población a nivel global.
Preocupa que, por ser tan diferente a la versión original identificada por primera vez en Wuhan, China, sea más contagiosa, letal o burle el efecto de vacunas y tratamientos.
Es muy pronto para saber hasta qué punto debemos preocuparnos, advierten los científicos, quienes piden prudencia mientras se conocen más detalles.
Distintas proyecciones apuntan a que en un período de dos semanas podríamos tener información más consistente sobre ella.
Te explicamos tres aspectos que ya conocemos sobre la nueva variante y lastres incógnitas que más preocupan a los expertos.
¿Qué sabemos?
1. Es la variante más mutada hasta la fecha
No caben dudas: lo que más alarma a las autoridades de salud es el alto número de mutaciones de ómicron.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la ha definido como "variante de preocupación", la categoría del listado conocido de SARS-CoV-2 en que también se encuentran alpha, beta, gamma y delta.
A ella pertenecen las variantes del virus que se transmiten con más facilidad, que son más virulentas o disminuyen la eficacia de las medidas de protección o de las vacunas y tratamientos disponibles.
El profesor Tulio de Oliveira, director del Centro de Innovación y Respuesta a Epidemias en Sudáfrica, país donde se detectó por primera vez, dijo que posee una "constelación inusual de mutaciones" y que es "muy diferente" a otras variantes que han circulado.
En total tiene más de 50 mutaciones, más que la delta, que hoy domina en el mundo.
"Pero no es el número de mutaciones lo que importa, sino la posición de esas mutaciones", le advierte a BBC Mundo el virólogo Julian Tang, de la Universidad de Leicester, en Reino Unido.
La mayoría de las mutaciones de ómicron se encuentran en la proteína de espiga y el dominio de unión del receptor, dos zonas que intervienen en cómo el patógeno entra y se adhiere a nuestras células.
Los cambios son tan numerosos que entre los científicos existe el temor de que nuestros cuerpos no reconozcan al virus si entramos en contacto nuevamente con él, incluso estando vacunados.
2. Está más extendida de lo que se pensaba
La variante fue detectada por primera vez en Sudáfrica, lo cual no implica que surgiera allá.
Es uno de los países del continente que cuenta con mayor capacidad técnica para la detección de variantes.
Varias naciones han impuesto severas restricciones sobre este país y otros en el sur de África.
Pero a pesar de estas restricciones, ya se han registrado casos en varios de los países que horas antes habían cancelado vuelos o impuesto nuevas medidas de control a pasajeros procedentes de esta zona.
Bélgica, el primer país en Europa en descubrir un caso en su territorio, informó que se trataba de un turista que llegó el 11 de noviembre procedente de Egipto.
La variante fue identificada por primera vez el 9 de noviembre, apenas dos días antes.
En Reino Unido hay algunos casos registrados de los que no se conoce un historial de viaje en común, lo que podría ser indicio de transmisión comunitaria.
Aunque eso solo se podrá saber en vista de cómo evolucione la situación.
3. La necesidad de altas tasas de vacunación
Los científicos lo han advertido desde el principio: no dominaremos al virus si el mundo entero no marcha a la par en la carrera por la vacunación.
Hay mucha desigualdad en cuanto a las tasas de inmunización y los países africanos están a la cola, muy lejos de los países con más recursos.
Según Our World in Data, solo un 10% del total de población de África ha recibido al menos una dosis.
En Europa, Estados Unidos y Canadá, incluso en América Latina, este porcentaje supera el 60%.
Para hablar de niveles razonables de inmunidad, señalan los expertos, más de un 80% de la población mundial debe recibir la pauta completa.
Las vacunas han demostrado proteger no solo contra los cuadros más graves de la enfermedad, sino también tener un impacto importante en ralentizar la transmisión del patógeno.
Una muestra grande de población sin vacunar, como sucede en la mayoría de países africanos, es caldo de cultivo para que el virus circule sin control, mute y aparezcan variantes como ómicron.
"De hecho, esta no tiene por qué ser la última variante que veremos, aunque tampoco quiere decir que cada nueva variante implique ser más o menos peligrosa que las anteriores", contextualiza para BBC Mundo el biólogo José Manuel Bautista, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.
Entonces ¿cuáles son las 3 principales incógnitas?
1. ¿Será esta variante la más peligrosa de todas?
La OMS advirtió este lunes que el riesgo que plantea ómicron podría ser "muy alto".
Para saber si es más peligrosa habría que ratificar los análisis preliminares del organismo, que apuntan a que conlleva un mayor riesgo de reinfección y transmisión.
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Pero esto no implica que sea más peligrosa. Para comprobarlo será necesario que inevitablemente más gente se infecte y seguir su evolución.
En Sudáfrica, la doctora Angelique Coetzee, que fue la que descubrió la nueva variante, le dijo a la BBC que los pacientes a los que ha tratado presentan síntomas muy leves y que hasta ahora no han requerido hospitalización.
Pero el virus puede comportarse distinto según la demografía.
"Las poblaciones de África y países europeos o norteamericanos son diferentes. Por ejemplo, en África hay mayores porcentajes de enfermedades endémicas y eso puede tener una incidencia en la gravedad o en la transmisión del virus", explica Tang.
"Los primeros reportes desde África indican síntomas más leves y no hay reportes de daños neurológicos como pérdida de sentido u olfato", dice Tang.
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"Una nueva variante más adaptada a los humanos podría perder todas estas complicaciones que hemos visto con otras mutaciones y parecerse más a las cepas de resfriados comunes que vemos cada temporada", continúa.
"Pero, como sucede con las vacunas, no todos somos iguales. Hay mucha heterogeneidad y el virus afecta de forma distinta a las personas", completa Bautista.
2. ¿Burlará el efecto de las vacunas y la respuesta inmunitaria?
Con las vacunaciones avanzadas en varios países y con muchos otros aún pendientes de ponerse al día, es una de las incógnitas más preocupantes.
"La combinación de mutaciones de ómicron sugiere que hay una evolución selectiva y una presión por escapar del efecto de las vacunas, pero esto no es algo sorprendente", dice Tang.
El virólogo explica que escapar de la respuesta inmunitaria natural o de las vacunas es una especie de evolución lógica de cualquier patógeno.
En este caso se abrirían dos escenarios hipotéticos.
¿El más pesimista? Que sea necesaria una nueva vacuna. Desarrollarla tomaría menos tiempo que cuando se creó una desde cero al comienzo de la pandemia, pero implicaría algunos meses.
Un escenario más optimista es que, aunque nuestros cuerpos vacunados no reconozcan igual de bien al virus por sus distintas mutaciones, este sea más leve y no tenga consecuencias graves.
"Si la vacuna no protegiera contra la nueva variante, pero esta no causara una mayor gravedad, realmente no sería tan importante que las vacunas funcionaran peor", explica Tang.
3. ¿Se volverá la variante dominante?
Todas las variantes compiten por ser dominantes. Es el comportamiento natural de los virus.
Y para dominar, los expertos coinciden en que el virus debe ser muy efectivo al transmitirse. "Pero aún no estamos seguros si será así o no", aclara Tang.
Es por ello que los expertos subrayan que las dos semanas que siguen serán cruciales para saber qué rumbo podría tomar esta nueva variante.
Hasta el momento, las dos variantes que han sido más eficientes en esta carrera han sido alpha y delta.
Si ómicron terminará por dominar el panorama o no, habrá que esperar para verlo. Como también para saber si será o no más leve.
Bautista advierte que si es más transmisible y no menos leve que las anteriores, al contagiar a muchas más personas el porcentaje de fallecidos o ingresados podría ser mayor.
Tang insiste en que si es más infeccioso pero menos peligroso, podría ser hasta una buena noticia: que el virus finalmente esté convirtiéndose en uno de los coronavirus comunes, como el de la gripe o el resfriado, que nos afectan cada temporada.
Se trata de un escenario que los científicos han barajado desde el comienzo de la pandemia.
Sea como fuere, Bautista concluye que "la principal advertencia que nos deja esta situación es que hay que vacunar lo más posible, mantener el uso de las mascarillas, la distancia y la ventilación".
"Mientras no sepamos en qué se va a convertir el patógeno, hay que impedir que circule libremente".
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