La jura de Emmerson Mnangagwa como presidente provisional de Zimbabue inauguró ayer oficialmente la era postMugabe en el país, con una gran ceremonia convertida en fiesta en la que el conocido como el Cocodrilo prometió que gobernará para todos, sin distinción de raza, religión o afiliación política.

“No debemos ser rehenes de nuestro pasado”, recalcó en su primer discurso como jefe de Estado, ante un Estadio Nacional de Deportes repleto en Harare, que cantó y ovacionó a los responsables del primer traspaso efectivo de poderes que vive Zimbabue en casi cuatro décadas.

El discurso de Mnangagwa, que anticipa lo que será su línea política, se movió entre la crítica respecto a la situación actual del país —especialmente en referencia a la herida economía zimbabuense— y una llamada a la unidad para que el país avance, de forma pacífica, por encima de las aspiraciones políticas individuales.

Asimismo, prometió que en 2018 se celebrarán elecciones presidenciales, tal y como estaba previsto antes del estallido de la crisis que comenzó la semana pasada con el levantamiento de las Fuerzas Armadas contra Mugabe y terminó con su dimisión, abandonado por sus más fieles aliados históricos.

El también veterano de guerra, de 75 años, instó a mirar adelante, pero también a no olvidar el legado y los valores de los padres de la independencia del país, incluido el propio Mugabe. Aunque faltó a la ceremonia, el nonagenario ex presidente no sólo fue recordado, sino reivindicado positivamente. Como “padre”, “mentor”, “líder” y “camarada” le describió Mnangagwa, quien además expresó su deseo de que la historia le reconozca su papel fundamental como libertador de Zimbabue, aunque reconoció que muchos de los problemas que tiene ahora el país tienen que ver con la forma inadecuada en la que se manejó la nación.

Pese a la euforia por la caída de Mugabe, los zimbabuenses miran con cautela esta nueva era. Después de todo, Mnangagwa pertenece a la vieja guardia del partido que cofundó Mugabe, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF, por sus siglas en inglés).

No sólo eso; se le asocia con algunas de las peores atrocidades cometidas durante él régimen de Mugabe. Como ministro de Seguridad, tras la independencia en 1980, jugó un papel clave en la matanza de más de 20 mil miembros de la etnia Ndebele.

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