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“Las personas que rescatamos presentan signos evidentes de maltrato y de tortura, por lo que sus condiciones físicas, emocionales y sicológicas son terribles”, explica el fundador de la organización Open Arms, Óscar Camps, en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL.
Open Arms es una organización no gubernamental que opera en aguas europeas y que, de acuerdo con su fundador, tiene como principal cometido defender los derechos humanos y proteger la vida de las personas que se encuentran en riesgo cuando sus embarcaciones naufragan, las cuales son en su mayoría, de migrantes y refugiados.
“Nuestro barco navega en aguas internacionales, que son aguas de nadie. En éstas, pasan cosas. Se hunden barcos de refugiados y nadie atiende a las víctimas”, relata Camps.
A pesar de las condiciones de vulnerabilidad en las que se encuentran los migrantes y refugiados que caen en aguas marítimas buscando huir de sus ciudades de origen o residencia, Camps señala que Europa suele deslindarse de estos casos y dejar a la deriva a estas personas: “No hay operaciones militares en aguas internacionales, no se tiene ningún medio que intervenga ahí”.
La labor que realiza Open Arms para auxiliar a estas personas los ha llevado a enfrentar situaciones de alto riesgo, mismas que, según su fundador, van desde amenazas de muerte de grupos sirios hasta acusaciones por favorecer el tráfico de personas. “Hemos pasado de todo. Nos han disparado, nos han secuestrado, criminalizado… es una constante persecución”, narra.
Recientemente, Open Arms ha protagonizado la agenda mediática internacional debido a lo que el fundador de la ONG calificó de “secuestro” a una de sus embarcaciones que llevaba a 160 refugiados que rescataron de tres navíos que se dirigían a Italia y que el gobierno de dicha nación impedía desembarcar.
“Realmente no nos daban ninguna razón por la cual no estábamos desembarcando. Nosotros creemos que era el Ministro de Interior de Italia, Matteo Salvini, el que impedía asignar el puerto. De hecho, el Departamento Jurídico lo demandó por secuestro”, afirma Camps.
No obstante, ayer, después de 19 días, el fundador de Open Arms compartió a EL UNIVERSAL que el gobierno italiano dio luz verde para que los refugiados a bordo, oriundos de países como Siria, Libia, Sudán, Nigeria, entre otros territorios en conflicto, pisaran tierra. Los inmigrantes desembarcaron en Lampedusa.
“Después de varios incidentes y aproximadamente nueve evacuaciones por casos médicos, el fiscal vino a la embarcación y confirmó que el estado de las personas a bordo era explosivo”, indica Camps.
La situación dentro del barco se agudizó debido a que los pasajeros se encontraban en condiciones precarias tanto física como emocionalmente, debido al contexto que los antecedía.
“Ya no podían más, sólo veían cómo otras embarcaciones de migrantes llegaban por sus propios medios y su estado de ánimo pasaba al borde de la desesperación”, explica el fundador de la organización.
Asimismo, señala que los recursos con que contaban en la embarcación eran escasos, por lo que preocupaba la posibilidad de que el tiempo en altamar se extendiera. “Los recursos eran limitados, tanto los técnicos y logísticos, como los físicos y emocionales. Lo que teníamos servía para sostenernos de 15 a 20 días máximo, y ya íbamos en 19”, cuenta Camps.
También, declara que existía una resistencia por parte de las autoridades italianas para dar solución a esta situación. “Ya habíamos agotado las vías administrativas y judiciales para cumplir con el derecho marítimo internacional y el Convenio SAR [Convenio Internacional sobre búsqueda y salvamento marítimos], pero nada. Italia vulneró el derecho marítimo”, afirma. De acuerdo con lo expuesto por el fundador de la organización, una vez finalizado el desembarque, los migrantes serán repatriados a tres países de la Unión Europa (UE) que se han voluntariado para recibirlos.