Gracias a los niveles históricos de que cayeron en los últimos tres meses, superó una de las crisis hídricas más severas de su historia, que fue causada por el cambio climático, y provocó que el llenado de las presas nacionales fuera en picada, hasta casi colapsar, con el 26,01 por ciento de su capacidad, el nivel más bajo de su historia.

De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), por causa de las tormentas, al 15 de septiembre de 2025, el llenado de presas del Sistema Cutzamala —que abastece a más de cinco millones de personas— se reportó con un total de 81,76 por ciento de almacenamiento, equivalente a más de 600 millones de metros cúbicos de líquido, cifra que garantizará el abasto a la población hasta 2026.

Reportes de la dependencia muestran que las tres presas principales del sistema, que alimenta al Valle de México, presentan niveles positivos, empezando por Valle de Bravo con 80,86 por ciento; Villa Victoria con 69,13 por ciento, y El Bosque, 68,48 por ciento, en la última semana.

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A un año de lo que la Universidad Nacional de México (UNAM) calificó como la peor crisis por estrés hídrico, la Conagua señaló que este es el mejor inicio de septiembre desde 2019, pues el llenado de presas nacionales se ubica por encima del promedio histórico del sistema, que era de 73 por ciento.

Entre el 15 de mayo y el 3 de septiembre, el Cutzamala acumuló 198,5 millones de metros cúbicos, impulsado por diferentes lluvias que rompieron récords, entre ellas, las tormentas del mes de junio, cuando la capital recibió 337 millones de metros cúbicos de agua. Lo mismo con las tormentas registradas entre el 2 y 3 de septiembre, que dejaron 34 millones de metros cúbicos en apenas 36 horas.

Y el nivel podría seguir incrementando, pues la Conagua indicó que la temporada de lluvias continuará hasta finales de octubre, lo que aún podría elevar los niveles hasta un 85% de llenado, una cifra que no se alcanza desde hace una década.

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El panorama nacional luce similar pues el fenómeno de lluvias monzónicas se replicó en otras regiones. Efraín Morales López, director de Conagua, reportó que, a final de agosto, el nivel promedio de llenado de las 210 presas más importantes de México estaba entre los más altos de los últimos cinco años, lo que contrasta con 2024, cuando más de 300 municipios enfrentaban algún grado de sequía.

En estados del norte como Sonora, Chihuahua y Durango, donde el estrés hídrico era extremo, las lluvias incrementaron el almacenamiento.

A la mejora sumó que los gobiernos de la capital y estatales implementaron en 2024 el Programa de Gestión Integral de los Recursos Hídricos 2025-2030, con una inversión de 20 mil millones de pesos mexicanos que contempla la construcción de plantas de tratamiento y potabilización de agua en escuelas y municipios, así como el incremento en la distribución de garrafones de agua para brindar garantías de suministro del recurso a la población.

También los programas para la tecnificación de riego y campañas para el saneamiento de ríos como el Lerma-Santiago, Atobyac y Tula, así como campañas de concientización por el cuidado del líquido.

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Pese al repunte, hay advertencias

A pesar del alivio actual y la caída de lluvias en niveles que rompen récords históricos, México mantiene indicadores preocupantes pues el país pasó de tener 10 mil metros cúbicos de agua por habitante en 1960 a menos de tres mil en 2025, lo que lo ubica en la categoría de estrés hídrico, según indicó la UNAM.

Los acuíferos también continúan en situación crítica porque la recuperación de las presas no implica la recuperación subterránea, según señaló la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de esa institución al asegurar que los acuíferos sobreexplotados no se recargan en una sola temporada de lluvias sino que pueden tomar varias décadas.

Norma Elizabeth Olvera Fuentes, investigadora de la casa de estudios de nivel superior más importante en México, explica que a pesar de las lluvias torrenciales en algunas regiones la sequía persistirá en el país en los próximos meses. De acuerdo con el monitor de sequía de la Conagua, hasta septiembre de 2024, México presentaba un 51,3 por ciento de sequía extrema, 33,9 por ciento de moderada y 14,7 por ciento excepcional.

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A eso se suma que el 40 por ciento del agua potable se pierde en fugas de la red de distribución, mientras que el 75 por ciento del recurso se destina al sector agrícola, en su mayoría con sistemas de riego de baja eficiencia.

Y a la contaminación de ríos estratégicos como el Lerma, Santiago y Atoyac, hecho que limita la disponibilidad de agua de calidad.

Con estos indicadores, el área de sustentabilidad de la UNAM concluye que la recuperación actual responde a lluvias extraordinarias, no a mejoras estructurales en la gestión.

Desigualdad y problemas de infraestructura

Olvera Fuentes, académica de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, expone que hay otros problemas que siguen limitando el acceso de agua a los mexicanos, como la desigualdad.

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Tales son los casos de Nuevo León, donde la industria cervecera y acerera sigue ejerciendo presión sobre las fuentes locales, y Baja California Sur, donde comunidades enteras dependen de pipas ante la sobreexplotación de pozos con intrusión salina.

Asimismo, en el sur del país, donde el recurso hídrico es más abundante, la limitante es la infraestructura: las fugas, las plantas de tratamiento inoperantes y la contaminación son obstáculos que reducen la disponibilidad efectiva.

“El acceso no depende solo de la lluvia, sino de la gestión y la inversión en infraestructura”, explica Olvera Fuentes.

Activistas y organizaciones en defensa del recurso señalaron que la situación de poca disponibilidad de agua en México no solo es consecuencia de factores climáticos, sino también de una gestión deficiente del mismo, así como la falta de políticas públicas efectivas, insuficiente financiamiento y una visión fragmentada que ha contribuido a una crisis de gobernanza en la gestión del agua.

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El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua asegura que la corrupción agrava el panorama y se profundiza con la explotación de pozos para construir megaproyectos y por intereses propios como el reciente caso en el que la Conagua descubrió presas ilegales en un rancho del exgobernador de Chihuahua, César Duarte, que desviaba el caudal de un río en una región afectada por sequías extremas.

No hay seguridad hídrica total

Conagua sostiene que el almacenamiento actual garantiza el abasto de corto plazo en el Valle de México y podría extender la seguridad hídrica hasta 2026. Sin embargo, la experiencia de los últimos años muestra que una sola temporada de sequía puede revertir los avances, advierte la UNAM.

La proyección de la académica de la Máxima Casa de Estudios no es alentadora y muestra un panorama incierto pues estima que para 2030 la disponibilidad promedio anual de agua en México descenderá por debajo de los 3 mil metros cúbicos, una disminución significativa respecto a los diez mil metros cúbicos registrados en 1960.

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Además, advierte que, aunque la posibilidad de alcanzar el llamado "día cero", momento en que la ciudad se quedaría sin agua suficiente para abastecer a su población, tomó un respiro con la caída de monzones, no está muy lejos en el futuro.

Si bien las iniciativas gubernamentales representan un paso en la dirección correcta, su éxito dependerá de una implementación efectiva y de la colaboración entre todos los niveles de gobierno y la sociedad civil, concluye la academia.

La escasez de agua en México detonó estrategias desesperadas en distintas regiones del país, donde la falta de acceso derivó en prácticas irregulares, tanto en zonas urbanas como en territorios indígenas.

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Dos ejemplos, separados por más de mil kilómetros, revelan las caras de la crisis hídrica nacional.

En Ecatepec, Estado de México, vecinos de la colonia Valle de Aragón Tercera Sección improvisaron un sistema clandestino para extraer agua de registros públicos con bombas conectadas con energía robada a través de diablitos y mangueras de hasta 50 metros para abastecer a quienes pueden pagar entre 120 y 150 pesos por una hora de servicio.

“Pienso que, si tú estás pagando tu agua a principio de año como todos, no debería haber tanto problema y sí estoy un poco en desacuerdo que esas personas estén cobrando por un servicio que se supone que tú ya estás pagando”, declaró una vecina de Valle de Tehuacán que prefirió no revelar su nombre por motivos de seguridad ante el “huachicoleo” —robo y venta— de agua.

El agua llega una vez por semana, durante un par de horas en la madrugada. “Todo el mundo le compra (al huachicolero) porque las pipas (que provee el gobierno local) nos la dan más cara”, agregó la mujer.

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En el sur de Sonora, la tribu yaqui enfrenta una sequía devastadora. El río Yaqui, eje espiritual y vital para su pueblo, permanece seco. “Ya no se ve la alegría del río, ni la de los pueblos”, lamenta Esteban Guillén, líder espiritual y promotor de un amparo en contra del manejo del agua en la región que, por su labor de activismo, está amenazado de muerte.

Aunque el gobierno federal anunció en 2021 un Plan de Justicia para el pueblo yaqui, que incluye un acueducto y la creación de la Comisión del Agua, la comunidad denunció que las decisiones fueron tomadas sin consulta adecuada.

Pese a la inauguración de un acueducto que mejoraría el flujo hídrico, en febrero de 2024, los pueblos yaquis aún no tienen acceso pleno al agua en un territorio donde la Conagua declaró sequía excepcional.

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