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Washington.— Nikki Haley, la embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, dimitió ayer de improvisto, convirtiéndose en el más reciente gran nombre de la administración de Donald Trump que abandona el barco. Lo hizo bajo el argumento de que llegó el momento de dar un paso al costado.
“Nikki nos dejará al final del año”, dijo Trump desde el Despacho Oval, sentado al lado de Haley. El mandatario la elogió sin complejos, asegurando que “es muy especial para mí, ha hecho un trabajo increíble y es una persona fantástica”.
Sobre el reemplazo de Haley, el mandatario señaló que “estamos viendo a varias personas”, y que hará el anuncio en las siguientes semanas. Acto seguido, causó polémica al señalar que su hija Ivanka sería “dinamita”, “increíble” en el cargo. “Eso no significa que vaya a nombrarla, porque me acusarían de nepotismo, a pesar de que no estoy seguro de que haya alguien más competente que ella en el mundo”, insistió. Ivanka descartó que vaya a sustituir a Haley.
Según los medios locales, la noticia de la renuncia de la embajadora de EU ante la ONU fue tan inesperada que ni el vicepresidente, Mike Pence, ni el secretario de Estado, Mike Pompeo, la vieron venir. Trump; sin embargo, aseguró que Haley le dijo hace seis meses de sus planes.
Casualidad o no, ayer mismo la organización Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética en Washing-ton (CREW) dijo que Haley debería ser investigada “para ver si cumplió con las regulaciones éticas” al aceptar siete vuelos gratuitos que tres empresarios de Carolina del Sur le ofrecieron a ella y su esposo en un avión privado de lujo. CREW presentó su solicitud de investigación a la oficina del inspector general del Departamento de Estado de EU.
La figura de Haley había perdido peso en la toma de decisiones de la administración Trump, radicalizada con la llegada de Michael Bolton como nuevo asesor en seguridad nacional, hace medio año. La llegada de Bolton y de Mike Pompeo —como secretario de Estado— diluyeron su poder, y quedó apartada en varias ocasiones de algunas de las decisiones más importantes. Incluso hubo desacuerdos y enfrentamientos públicos, como cuando dijeron que estaba “confundida” sobre nuevas sanciones contra Rusia.
Si bien no congenió desde primer momento con Trump, defendió sin complejos las posiciones radicales de la administración y fue la artífice de imponer duras sanciones contra Corea del Norte y, especialmente, aplicar el desdén de Trump hacia el multilateralismo. Alegando un sesgo antiisraelí, ella anunció la retirada de EU del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, y la eliminación de los fondos para los refugiados palestinos.
A principios de este año tuvo que salir a desmentir que tuviera un romance con Trump. “Es completamente falso. Es muy ofensivo y desagradable”, dijo.
El escándalo se desató tras la publicación del libro Fire and Fury, de Michael Wolff, quien dijo estar seguro de que Trump tenía un romance y destacó que el mandatario pasaba mucho tiempo en privado en el Air Force One con ella.
“Ha sido el honor de mi vida”, aseguró Haley, sobre ocupar el cargo de embajadora. Aunque dijo no saber cuál será el siguiente paso de su carrera, aseguró que no se presentará como candidata a las elecciones presidenciales de 2020, como se insinuó.
No hubo explicación de por qué la renuncia se anunció ayer y no en otra fecha, a pesar de que la carta de renuncia estaba fechada el 3 de octubre. Es probable que se esperara hasta que el escándalo en torno al juez Brett Kavanaugh llegara a su fin y este jurara su cargo en el Tribunal Supremo.
Con la salida de Haley, la última integrante del primer equipo diplomático y de seguridad interior que quedaba viva desde el inicio de la administración Trump, sólo quedan cinco mujeres en el gabinete y puestos de privilegio del gobierno. Uno de los nombres más mencionados para sustituir a Haley es Dina Powell, integrante del equipo de asesoría en seguridad nacional y que renunció al cargo para estar más tiempo con su familia en Nueva York, ciudad sede de la ONU.
***Con información de agencias