Bruselas.— , activista ruso anticorrupción que murió el año pasado en custodia en circunstancias misteriosas y que puso a temblar al régimen ruso con sus aspiraciones presidenciales, ha terminado por convertirse en una especie de culto de resistencia en sectores que anhelan una Rusia distinta a la de .

No obstante su legado, el movimiento que encabezó durante años ha quedado relegado a células silenciosas que operan clandestinamente al interior de Rusia, mientras que la oposición, tanto dentro como fuera del gigante Euroasiático, se encuentra fragmentada y severamente debilitada por un régimen que reprime con mano de hierro.

El panorama que hoy se percibe en Moscú es sombrío y desalentador para la disidencia, aunque puede alterarse de manera radical por las múltiples variantes que convergen en el actual contexto internacional, concretamente el comportamiento impredecible del presidente estadounidense Donald Trump y la guerra a gran escala iniciada por Rusia contra Ucrania.

Lee también:

Por el momento, las señales transmitidas en el cuartel general de la OTAN el pasado 12 de enero por el secretario de Defensa estadounidense Pete Hegseth, apuntan hacia un futuro aún más sombrío para la resistencia rusa.

La propuesta de salida a la guerra en Ucrania puesta sobre la mesa por Trump prácticamente le regala el triunfo a Putin, al contemplar concesiones territoriales y que coartan la libertad de los ucranianos a elegir sobre su destino.

“Mucho depende de la dinámica geopolítica. En este momento, el presidente Donald Trump quiere un acuerdo con Vladimir Putin, si se firma y es satisfactorio para las partes, significará el final o por lo menos la congelación total de cualquier oposición al presidente Putin en Rusia”, dice a Kirill Shamiev, investigador del Programa para Europa del European Council on Foreign Relations, centro de estudios con sede en Berlín.

Lee también:

“El acuerdo será enmarcado como una victoria, como la supervivencia de Rusia en su confrontación con Occidente; además de anexarse territorio. La oposición, no sistémica, perderá significado”.

Por el contrario, de no llegar a un acuerdo, si Rusia pierde la guerra y el deterioro de la economía y de los servicios se profundiza, existe la probabilidad de que aparezcan voces opositoras con potencial de convertirse en un dolor de cabeza.

“Aunque ya se están tomando medidas para prevenir este escenario. Están equiparando legalmente a estos movimientos [de oposición] con organizaciones terroristas. El régimen no deja pasar ninguna oportunidad para privarlos de su libertad, asesinarlos o hacer todo lo posible para socavar su capacidad organizativa y desempeño. Un año después de la muerte de Navalny, el régimen hoy es más cruel que nunca”.

Lee también:

Luego de sobrevivir milagrosamente a un intento de asesinato con un agente nervioso, Navalny besó a su esposa y sus hijos para embarcarse en un avión y volver a su patria el 17 de enero de 2021 en un vuelo procedente de Alemania. Al arribar al aeropuerto de Moscú, se entregó deliberadamente a Putin.

Desde el encierro, en una de las cárceles más remotas y duras del círculo polar, escribió a sus seguidores: “Voy a estar el resto de mi vida en prisión, nadie podrá despedirme”.

Tuvo razón, después de languidecer durante 37 meses tras las rejas, Navalny murió solo, pero consciente de que su sacrificio inspiraría a muchos más. La prueba de ello quedó reflejada el 12 de febrero en el plenario del Parlamento Europeo, en donde todas las fuerzas políticas, incluyendo los ultras de extrema derecha, cerraron filas, rindiendo tributo al coraje manifestado por “el mártir ruso”.

Lee también:

“Alexander Navalny fue un político excepcional y un faro de esperanza para muchas personas en Rusia y en todo el mundo. Pasó su vida luchando contra la corrupción y defendiendo aquello en lo que creía. Sus enemigos pensaron que podrían silenciar su voz, pero se equivocaron. Sigue inspirando y galvanizando a personas en todo el mundo”, declaró la presidenta del PE, Roberta Metsola, en el plenario de Estrasburgo.

Al hacer una evaluación política y no moral, Joris Van Bladel, investigador del Instituto Real de Relaciones Exteriores Egmont, dice a este diario que un año después de su muerte, el “peso” de Navalny es muy distinto en Rusia que en Europa.

“Navalny, como figura política, es muy marginal en Rusia. Los liberales que lo apoyaron no tienen más impacto en el país. Ciertamente, a nivel personal fue muy importante, pero no a nivel institucional y de influencia política. Así que la influencia de Navalny como actor político (un año después de su muerte) es muy, muy limitada.

Lee también:

“En Occidente es distinto, porque se le ve como un héroe y un hombre muy valiente que confirmó nuestra idea, la de una alternativa liberal para Rusia”.

Recuerda que en 2012 fue el ruso capaz de movilizar a la gente y organizar a la oposición, creando una alternativa al régimen y a Putin como presidente. Entre los múltiples logros que incomodaron al sistema está la campaña de “voto inteligente”, la cual se basó en un mecanismo bajo el cual el sufragio se centraba en el candidato con más posibilidades de vencer al propuesto por el régimen. Con esta fórmula pretendía fortalecer la oferta opositora y ponía fin a la fragmentación entre fuerzas.

“Por eso Navalny fue temido, fue temido como persona y como movimiento, de ahí la represión, su aislamiento, los intentos de asesinato y que no esté más presente”, indica Joris Van Bladel.

Lee también:

“El análisis de su legado debe hacerse diferenciando lo político del ser humano. Como persona, fue un político de un enorme coraje, pero su impacto político fue y es mínimo”.

El autor de El País de la Gran Muerte, una guía indispensable para comprender la dinámica de la actual Rusia, reconoce que la esposa de Navalny, Yulia Borisovna Navalnaya, sigue con la lucha, pero la movilización no trasciende debido a que la oposición rusa está completamente fragmentada y no hay espacio para organizar una alternativa a Putin.

“Esta situación se debe a que la opresión se recrudeció a partir de la guerra en Ucrania; toda iniciativa política, intento de alternativa política o crítica al gobierno son reprimidas de inmediato. Así que el legado de Navalny y la guerra en Ucrania son un régimen más opresor y autoritario, y una oposición completamente aplastada”.

Lee también:

Con Navalny y la oposición aniquilada, hoy en día no hay quien le haga sombra al antiguo agente de inteligencia ruso. “La posición de Putin es estable, aunque su situación es frágil por la arriesgada apuesta que hizo al invadir Ucrania y la manera como se ha conducido.

“Si bien su futuro depende del resultado de la guerra, hay que reconocer que por el momento no hay alternativa, aunque recientemente hay algunas señales entre su familia, sus hijas [Maria Vladimirovna y Katerina Vladimirovna] poco a poco pasan a primer plano, y entre la élite. Es un sistema extremadamente opaco en el que es muy difícil identificar a alguien”, asegura Van Bladel.

De acuerdo con Amnistía Internacional, las autoridades rusas han empleado múltiples tácticas para reprimir toda voz opositora, desde multas y enjuiciamientos, hasta amenazas y detenciones.

Lee también:

Gracias a un conjunto cada vez más amplio de normas jurídicas punitivas, una voz crítica puede ser silenciada designándola como “agente extranjero”, “extremista”, “terrorista”, “incitador al odio”, “difamación” o por “propaganda indebida”, como la relacionada con la comunidad LGBT. Tan sólo en los primeros 500 días de haber iniciado la invasión rusa a gran escala de Ucrania, más de 20 mil personas habían sido sometidas a duras represalias gubernamentales.

En la actualidad no hay medios de comunicación independientes, la libertad de reunión y asamblea sigue suprimida, y decenas de ONG oficialmente han quedado disueltas. En 2023, 54 organizaciones fueron clasificadas como “agentes extranjeros” y 56 como “indeseables”.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios