Madrid.— La huelga feminista de ayer en España logró su objetivo de colocar las injusticias contra la mujer en el centro del debate público no sólo en el país, sino en el mundo. Las multitudinarias marchas y las 5.9 millones de trabajadoras que secundaron los paros obligaron al gobierno a sumarse a los mensajes de solidaridad con la causa feminista.

La mayor manifestación fue en Madrid. Cientos de miles de hombres y mujeres salieron juntos a la calle, en el marco del Día Internacional de la Mujer, a pedir la igualdad de sexos y el fin de la discriminación femenina. Aunque la protesta fue mixta, las mujeres ocuparon la cabecera y pidieron a los hombres tomar una posición secundaria para aumentar su visibilidad.

“Si nosotras paramos, se para el mundo”, coreaban las manifestantes. Los gritos contra la violencia machista (“Ni una menos”) o exigiendo la equiparación salarial (“Mismo trabajo, mismo sueldo”) fueron otras de las reivindicaciones más repetidas.

Las distintas corrientes feministas hicieron un esfuerzo en los días previos para encontrar un discurso común. Resultado de ello, en las marchas se unieron mujeres de diversas sensibilidades políticas, o activistas transexuales con musulmanas que se cubrían el pelo con pañuelos morados, color del feminismo.

El grupo de organizadores, la llamada Comisión 8 de Marzo (8M), que no pertenece a ningún partido pero al que se le ha criticado su excesiva complicidad con la izquierda de Podemos, calificó de éxito la jornada. “Hemos puesto el machismo y la desigualdad en todas las casas”, declaró en un comunicado. Según los sindicatos, 5.9 millones de trabajadoras participaron en la huelga en una de sus dos modalidades: paro de 24 horas o paros de dos horas.

El día transcurrió con normalidad y sólo se registraron algunos bloqueos de autopistas y trenes por la mañana. El seguimiento de la protesta fue muy irregular. En sectores como el comercio apenas tuvo impacto, a pesar de que uno de los pilares de la iniciativa era la huelga de consumo. Sin embargo, el seguimiento en universidades y escuelas fue muy alto. Más difícil de medir es el impacto de la huelga de cuidados y tareas domésticas que incluía la convocatoria.

“Yo iba a llevar a mis niños al colegio, pero había muchas profesoras de huelga y no podían atenderlos, así que los dejamos con la familia”, comentaba un repartidor de supermercado que, a pesar de ello, explicaba que los paros entre las trabajadoras de su empresa habían sido mínimos. Esa era la teoría sindical ayer: que tras la crisis económica, el miedo a perder el trabajo es demasiado importante para permitir una protesta mayor.

Pero más allá de la afluencia, la huelga desencadenó un imprevisto alud de reivindicaciones. Organismos tan poco dados a los pronunciamientos como la fiscalía general del Estado tomaron la palabra para recordar que la igualdad está lejos de ser alcanzada: “Sólo 34% de cargos directivos del Ministerio Fiscal son mujeres, y sólo siete mujeres de 33 son fiscales de Sala”, recordaba el estamento en un comunicado.

Ante la fuerza de la protesta, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, muy crítico con la huelga en los días previos, compareció con un lazo morado feminista y expresó el compromiso de “seguir trabajando en defensa de la igualdad real entre hombres y mujeres sin regatear un solo esfuerzo”.

Suspenden programas. Los gestos sorprendentes abundaron en la jornada. El propio Teatro Real tuvo que anular el estreno de la esperada ópera Aída con el público ya en las butacas por falta de personal técnico. Pero el mayor éxito de la huelga estuvo en los medios de comunicación. Casi la totalidad de los programas de televisión presentados por mujeres fueron cancelados. Incluso, conductoras estrella que habían anunciado que no secundarían la huelga, a última hora decidieron retirar sus espacios y salir a la calle a manifestarse.

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