La lucha de las mujeres ha tenido distintos rostros y objetivos a lo largo de la historia: del derecho al voto y al trabajo, al derecho a vivir en paz, a la equidad. En pleno siglo 21, millones de mujeres en el mundo claman por su derecho… a vivir.

Aunque el Día Internacional de la Mujer comenzó a conmemorarse el 8 de marzo en 1975 y dos años después fue reconocido oficialmente por Naciones Unidas, la lucha femenina data de mucho tiempo atrás.

Fue en 1848 que se celebró, en Nueva York, la ; clamó por la igualdad, pero también por la abolición de la esclavitud. Ese mismo año, Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott, indignadas porque se prohibió a las mujeres hablar en una convención contra la esclavitud, reunieron a cientos de personas, en lo que se convirtió en la primera convención nacional por los derechos de las mujeres.

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Dos décadas después nacería el movimiento sufragista en Reino Unido. Harriet Taylor, considerada una feminista de la época victoriana, escribía en sus ensayos: “Lo que queremos para las mujeres es igualdad de derechos, igualdad de privilegios sociales, no una situación diferente, una especie de sacerdocio sentimental”.

Pero no fue Reino Unido el primer país en lograr el derecho al voto para las mujeres, sino Nueva Zelanda, en 1893.

La “picazón” británica se convirtió en incendio en Europa. Para 1910, cientos de personas, de distintos países, se reunían en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (en 1907 fue la primera), para reclamar el derecho al sufragio femenino universal. En 1906, las mujeres lograban el derecho a votar; le siguieron Noruega, Dinamarca e Islandia, en 1915; hasta 1918 fue el turno de Reino Unido y, en 1920, de Estados Unidos.

Esa lucha por el voto pronto se amplió al reclamo de trabajo para ellas, formación profesional para ellas.

En este camino, Rusia también ha jugado un papel fundamental. Fue allí donde se conmemoró el primer Día Internacional de la Mujer, en 1913, con mítines clandestinos.  Un año después, las mujeres convocaron a protestas en Europa. Esta vez, en rechazo de la Primera Guerra Mundial.

“El feminismo no es solo un movimiento para las mujeres, es para todos los que quieran vivir en un mundo donde exista una igualdad radical, que permita el disfrute del carácter interdependiente de cada vida”, señaló en su momento la filósofa estadounidense Judith Butler.

Las mujeres se volvieron nuevamente protagonistas en medio de la Segunda Guerra Mundial, manteniendo activa la economía mientras los hombres luchaban en el frente.

Los estragos de la guerra las sacaron a las calles en busca de justicia, mejores oportunidades. Pero no fue sino hasta 1975 que Naciones Unidas conmemoró por primera vez en 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer. Ese mismo año, tendría lugar en México la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, en la que se formuló un plan pionero de acción mundial a 10 años para la promoción de la mujer.

En 1977, la ONU reconoció oficialmente el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.

Sin embargo, a pesar de los avances, la situación de la mujer estaba lejos de ser la mejor. En América Latina, los casos de violencia de género parecían imparables, al grado de que en 1981 el movimiento feminista convocó a conmemorar una fecha separada: el Día de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, el 25 de noviembre, que desde entonces se recuerda ese día.

En 1994 las mujeres sumarían otra causa a su lucha: la de los derechos reproductivos. La ONU reconoció que sin este derecho a controlar su propia fertilidad, no habría empoderamiento completo para las mujeres.

En 1999, la ONU extendió la definición de violencia contra la mujer a “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.

Los primeros años del 2000 vieron ponerse en el centro de la lucha de las mujeres otros dos grandes temas: la pobreza extrema y la salud materna, pero también la violencia sexual contra las mujeres en países en guerra.

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2006 marcó el inicio del Movimiento del Me Too, cuando la activista Tarana Burke comenzó a usar la frase para los casos de mujeres víctimas de abuso sexual que por años lo callaron para evitar ser víctimas de estigmatización, o por temor a que no les creyeran. El segundo gran momento del MeToo vendría en 2017, cuando la actriz Alyssa Mylano decidió exponer los abusos que sufrió a manos de exproductor de cine Harvey Weinstein. “Si ha sido acosado o agredido sexualmente, escriba ‘metoo’ como respuesta a este tuit”, posteó la actriz.

La respuesta fue masiva. Y no sólo en Estados Unidos. El hashtag MeToo se extendió al menos a 85 países, incluyendo , , y .

2010 marcó otro gran momento en la lucha de las mujeres, con el surgimiento de ONU Mujeres, una entidad para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres enfocada en lograr una atención más eficaz a las necesidades de ellas.

Las mujeres, mucho más conscientes de su poder, decidieron emplearlo también para mostrar su rechazo a figuras conocidas por sus declaraciones machistas. Fue así como se inició en 2017 la “Women’s March”, una protesta de mujeres el 21 de enero, justo un día de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Sus palabras y sus acciones contra derechos ganados por las mujeres, como el aborto, generaron las críticas generalizadas de las estadounidenses.

Mujeres de otros países de mundo hicieron suyos los reclamos de igualdad, de libertad, y la Women’s March se extendió a nivel internacional.

Un año después, el Día Internacional de la Mujer sirvió como escenario para que las mujeres mostraran que el mundo no camina sin ellas. Bajo el lema: “Somos la mitad. Si paramos nosotras, se para el mundo”, se organizó un movimiento de huelga femenina en varios países, incluyendo México.

Latinoamérica se volvió gran protagonista de la lucha contra la violencia de género: 2019 y 2020 dieron cuenta de ello. Fue el Día Internacional Contra la Violencia de la Mujer de 2019 el que dio paso al que se convertiría en un himno feminista: “La culpa no era mía”. Lo que comenzó como un performance del colectivo chileno LasTesis se convirtió en un clamor generalizado de las mujeres latinoamericanas.

2020 vio la llegada de la llamada “marea verde”, inspirada en Argentina, donde tras años de lucha, los movimientos feministas lograron la legalización del aborto hasta la semana 14 de gestación. El fenómeno se extendió a otros países latinoamericanos. En México, el movimiento se anotó una victoria judicial con el fallo de la Suprema Corte que eliminó totalmente el delito de  consentido sin importar el momento del embarazo.

Otras luchas

Más allá de la violencia, las mujeres han tenido que nadar a contracorriente en distintos ámbitos. La primera mujer presidenta de la historia no llegaría sino hasta 1974, de la mano de María Estela Martínez de Perón, o Isabelita Perón, en Argentina.

En 2008, Ruanda se convirtió en el primer país del mundo con un Parlamento de mayoría femenina. En 2015, Arabia Saudita concedió el derecho al voto de sus ciudadanas, 122 años después que Nueva Zelanda.

En el mundo científico, aunque Marie Curie se convirtió en la primera mujer en recibir un premio Nobel (Física), aún son pocas las mujeres galardonadas: apenas 63 desde que se creó este premio (1901); la ganadora más joven, hasta ahora, ha sido la activista paquistaní Malala Yousafzai, quien lo recibió a los 17 años por su lucha por lograr que educación para las niñas.

En el mundo del deporte, fue apenas en 2020 que una mujer, la francesa Stéphanie Frappart, pitó un partido de la liga más importante del futbol, la Champions League.

Pero la desigualdad salarial, la escasez de mujeres en puestos de alto mando, los distintos tipos de violencia están lejos de desaparecer.  La lucha femenina continúa, dicen ellas, quizá hasta que no haya razón para conmemorar un Día Internacional de la Mujer.

Francia se convirtió ayer en el primer país en consagrar el derecho al aborto en su Constitución. Pasó a la acción, para evitar un retroceso como el que vive Estados Unidos después de la derogación de Roe v. Wade.

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