Más Información
Sheinbaum es una "consumidora voraz" de información: José Merino; el tablero de seguridad, herramienta clave, destaca
Oposición tunde diseño de boletas de elección judicial; “la lista definitiva la harán Monreal y Adán Augusto”, dice Döring
Rosa Icela Rodríguez se reúne con próximo titular del INM; “arrancaremos el 2025 con mucho trabajo”, asegura
Se registra ataque de drones con explosivos, ahora en Chihuahua; elementos municipales y federales resultan ilesos
Chiapas aprueba el matrimonio igualitario; colectivos y activistas de la comunidad LGBT+ celebran avance histórico
El sábado 29 de septiembre cientos de miles de mujeres salieron a manifestarse en las principales ciudades de Brasil: Sao Paulo, Río de Janeiro, Brasilia, Bello Horizonte, Recife, El Salvador y Porto Alegre. Más allá de opiniones políticas distintas, edades, clase sociales, formas de vida, color de la piel, todas alzaron la voz con una petición: “Bolsonaro, NO”.
Así rechazaban públicamente al candidato a la presidencia de la extrema derecha, el ex militar Jair Bolsonaro conocido por su misoginia, homofobia y el apoyo a dictadores.
Pero no sólo eso, las manifestantes estaban también defendiendo sus derechos humanos, de preferencia sexual, los derechos laborales plenos para las mujeres y los homosexuales; derecho al respeto y a la no discriminación a las mujeres, al trato igualitario. Un rechazo a la misoginia y a la agresión contra los que son distintos.
En Estados Unidos, el jueves 27 de septiembre una audiencia del Comité Judicial del Senado alteraba el proceso de confirmación del juez Brett Kavanaugh, candidato del presidente Donald Trump para ocupar un lugar en el Tribunal Supremo de Justicia.
Christine Blasey Ford acusó a Kavanaugh de haber intentado violarla, borracho, cuando ambos eran estudiantes de preparatoria, de 15 y 17 años.
La audiencia se convirtió en un espectáculo cuando un Kavanaugh alterado, indignado y agresivo rechazaba la acusación. Horas antes, ella aseguró que el hecho le dejó un trauma que le había marcado la vida y que llevaba tatuado en el cerebro. Ambos comparecieron por separado ante un comité dividido entre senadores republicanos y demócratas, integrado mayoritariamente por hombres, lo que sin duda tenía un peso en la defensa de Kavanaugh, que daba respuestas a medidas, e indignado agredía. Nunca reconoció el intento de violación, menos aún se disculpó por la borrachera.
Choque político y choque de género en un Senado que no pudo encontrar terreno común. Las comparecencias finalizaron sin resolución. Mientras, mujeres se manifestaban en las instalaciones del Senado; otras dos mujeres acusaron también a Kavanaugh de ataque sexual. ¿Que por qué no denunciaron antes? Por miedo, por quedar expuestas y ser la burla de sus compañeros, pero sobre todo porque nadie las escucharía. Hoy es un deber de conciencia y un imperativo político, dijo Christine Blasey Ford.
En Brasil hay todo un movimiento, el #Ele Nao #Ele Nunca (Él No, Él Nunca) de rechazo al candidato que va al frente de las preferencias electorales con 32% de las intenciones de voto, según una encuesta difundida ayer por Ibope.
Bolsonaro es conocido por sus elogios a las dictaduras militares que vivió Brasil durante dos décadas, de 1964 a 1985. Ha calificado el golpe de Estado de 1964 como “una revolución”, y afirmó hace algunos años que el error de la junta militar había sido torturar y no matar.
El día de las marchas contra Bolsonaro, el candidato salía del hospital después de haber sido herido de gravedad en un ataque con un cuchillo el pasado 6 de septiembre, durante un mitin de campaña.
Vendrían después las contraprotestas de sus simpatizantes, pero el sábado 29 de septiembre los opositores no eran sólo gente de centro o de izquierda, había de derecha moderada, mujeres y hombres, humildes y profesionistas.
“Las mujeres marchan por la democracia, la igualdad y la libertad”, se leía en una pancarta. El candidato de extrema derecha es un hombre blanco, misógino, homófono y racista, como lo muestra su discurso. Si pierde las elecciones en la segunda vuelta electoral, prevista para el 28 de octubre, en gran medida se deberá al electorado femenino: 51% lo rechaza. Uno de los problemas de la elección radica en la abstención: 44% no votaría en “ningún caso”, según Ibope.
En Washington, el Senado de EU transmitió en vivo las comparecencias. Analistas comentaron la agresividad la de Brett Kavanaugh y las respuestas las de Christine Blasey Ford, quien no se contradijo una sola ocasión al responder preguntas. Finalmente, el espectáculo público del posible nominado al Tribunal Supremo fue una lamentable exhibición misógina. Se decidió que el FBI realice una investigación, con candados de enfoque y de tiempo: una semana para rendir un informe. El presidente Trump y su staff defienden al nominado Kavanaugh. Los demócratas y otras mujeres, muchas víctimas de abusos sexuales, se pronunciaron en defensa de Christine Blasey Ford. El movimiento #Me Too pesa en los ánimos. En los entretelones, la cercanía de las elecciones del Congreso en noviembre, y las interrogantes: ¿Kavanaugh es digno de ser parte del Tribunal Supremo? ¿Qué significa que ese máximo poder esté integrado sólo por conservadores y que el nominado pierda fácilmente los estribos? Los movimientos de mujeres en defensa de sus derechos crecerán a poco más de 30 días de las elecciones intermedias en Estados Unidos, el próximo 6 de noviembre.
El voto de las mujeres pesa y cuenta tanto en las elecciones presidenciales de Brasil como en las legislativas de Estados Unidos, donde los republicanos pueden pagar un costo muy alto.