Madrid.— La promesa de los talibanes de respetar los derechos de las mujeres cuando recuperaron el poder en agosto de 2021 se revela cada vez más como una artimaña del régimen de Kabul para calmar los recelos del exterior y tranquilizar a la comunidad internacional mientras amarraba la administración del país.
Las medidas adoptadas en el último año por los talibanes que vulneran los derechos elementales de las mujeres, como imponer la sumisión al varón, cubrirse el rostro en público y tener acceso limitado a la educación y a otros puestos profesionales, parecen indicar que el gobierno afgano está dispuesto a aplicar de nuevo la sharía (ley fundamentalista islámica), que victimiza especialmente a la población femenina.
“Es una situación desesperada. Las mujeres afganas están totalmente invisibilizadas, les han quitado el derecho a participar en la vida pública. El actual poder talibán ha sacado un edicto diciendo que deben quedarse en sus casas. Por supuesto, no pueden mostrar su cuerpo, ya que si salen deben ir acompañadas de un varón y con el rostro tapado con el burka. Han perdido su capacidad de ser personas”, señala a EL UNIVERSAL Lola Liceras, portavoz del equipo de mujeres de Amnistía Internacional (AI) España.
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El pasado 23 de marzo, y como muestra de la velocidad con la que los talibanes están eliminando los avances conseguidos por las mujeres afganas en los últimos años, el ministerio de Educación anunció la suspensión de todas las clases de secundaria para las niñas mayores de 12 años, algo que distintas organizaciones humanitarias denuncian como una clara vulneración de los derechos humanos básicos.
“En un primer momento dijeron que las mujeres podrían participar en la educación y en la vida social, siempre bajo la ley islámica, pero esto no se ha hecho realidad en ningún momento. Una de las medidas más graves es que las niñas, a partir de los 12 años, estén sin escolarizar. Hay algunas universidades abiertas para las mujeres, pero es evidente que si una niña no puede seguir con su enseñanza secundaria es inútil el siguiente paso”, agrega la portavoz de AI, organización que participó en la evacuación de mujeres afganas tras el regreso de los talibanes al poder.
“Es imprescindible que la comunidad internacional ejerza acciones potentes para que los talibanes cambien esta situación. Desde el exterior podemos hacer más que las mujeres, valientes, que protestan y arriesgan sus vidas en Afganistán para decir que no quieren vivir así; se trata de que puedan tener opciones”, indice la activista.
La experta admite que la guerra en Ucrania puede estar restando visibilidad al problema de las mujeres afganas, pero subraya que hay una gran diferencia entre los dos conflictos. “A las mujeres ucranianas las estamos viendo continuamente en la televisión, se les entrevista y las vemos huir. Sin embargo, en Afganistán estas mujeres han quedado muy invisibilizadas. No se pueden contraponer los dos conflictos, pero hay que atender a ambos, porque uno no puede opacar al otro”, dice la portavoz de AI.
“Muchas mujeres jóvenes tememos que la situación sea tan grave y terrible como lo era durante el anterior gobierno talibán. Las mujeres se sienten desesperadas por lo que pueda deparar el futuro y, actualmente, la mayoría de ellas se sienten impotentes, se adaptan a las nuevas restricciones o huyen del país”, expone la afgana Meena Nezami, quien forma parte de Girl Up, una iniciativa de las Naciones Unidas que promueve las habilidades, los derechos y las oportunidades de las niñas para ser líderes.
Sobre el código de vestimenta, cuando un talibán ve a una mujer no vestida modestamente, la primera vez le da consejos, la segunda, una advertencia, y la tercera, un castigo, refiere la activista en su testimonio sobre la situación en Afganistán que difundió AI.
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Las leyes aplicadas por los talibanes son iguales para todas las mujeres, más allá del lugar donde residan. Sin embargo, las mujeres de las zonas rurales tienen aún más dificultades para acceder a las instituciones educativas, a los servicios sanitarios y a otros recursos.
“Personalmente no creo que la actual situación política, económica y social de Afganistán vaya a cambiar a corto plazo. La economía se ha hundido, la gente se está adaptando a la inseguridad y al miedo que les rodea. Afganistán está perdiendo su capital social, la gente huye del país y las mujeres no tienen más remedio que adaptarse a las normas establecidas por los talibanes o abandonar el país”, concluye la defensora de los derechos humanos que reside fuera de Afganistán.
“Las mujeres de este país suelen ser retratadas en los foros y medios internacionales como víctimas. Han sido amenazadas y atacadas por alzar su voz, y se les ha denegado el acceso y han sido excluidas de puestos de poder y responsabilidad, aunque este hecho no las ha detenido a la hora de defender de forma valiente sus derechos y para crear redes de apoyo”, indica la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, en referencia a las manifestaciones de mujeres afganas que en las últimas semanas han desafiado al régimen talibán para protestar por la represión.
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