Kabul.— Dos explosiones en centros de registro de electores causaron ayer más de medio centenar de muertos y decenas de heridos en Afganistán, en medio de una nueva dinámica de ataques insurgentes contra objetivos de ese tipo a pocos meses para los comicios parlamentarios del 20 de octubre.

En el primer ataque, reivindicado por el Estado Islámico (EI), al menos 57 personas murieron y 119 resultado heridas en un atentado suicida contra un centro de registro de votantes en el oeste de Kabul, informó ayer a el portavoz del Ministerio de Salud Pública afgano, Wahidullah Majroh.

Al menos 21 mujeres y cinco niños figuran entre los muertos. La mayoría de las víctimas eran miembros de la minoría chiíta hazara, regularmente blanco de los extremistas sunitas del EI.

El portavoz señaló que esa es la cifra definitiva de víctimas una vez finalizado el trabajo de evacuación en el lugar del atentado. “Esperamos que la cifra de muertos no aumente por los heridos en condición crítica”, añadió, sin precisar cuántas personas están en esa condición.

El ataque se produjo alrededor de las 10:00 hora local en el área de Qala-e-Nazir, una zona del oeste de la capital con gran población de la minoría chiíta hazara.

Un suicida se inmoló entre las personas que aguardaban en la fila para registrarse en el centro electoral, muchos de ellos niños y mujeres, indicó a EFE el portavoz de la Policía de Kabul, Hashmatullah Stanekzai.

“La gente venía a recoger sus cédulas de identidad cuando se produjo la explosión en la entrada. Era un kamikaze”, declaró el jefe de la policía de Kabul, Dawood Amin.

La enorme explosión se escuchó por todo Kabul, estrellando vidrios a kilómetros de distancia del lugar del ataque y causando daños a varios vehículos cercanos. La policía bloqueó todos los caminos al lugar de la explosión, y sólo las ambulancias pudieron ingresar a la zona.

Las estaciones locales de televisión transmitieron imágenes en vivo que mostraron a cientos de personas consternadas que se congregaron en hospitales cercanos en busca de información sobre sus seres queridos.

El talibán hizo saber rápidamente que no tenía “nada que ver con el ataque de hoy [ayer]”.

La acción fue reivindicada por el Estado Islámico en un comunicado difundido en Telegram, cuya autenticidad no ha podido ser verificada, en el que afirmó que un “mártir” detonó un chaleco con explosivos contra un grupo de electores “herejes” y “politeístas”.

También ayer en el norte de Afganistán un artefacto explosivo colocado en la carretera estalló al paso de un vehículo con civiles cerca de un centro de registro electoral en la provincia de Baghlan.

Tres mujeres, dos niños y un hombre murieron y otros tres resultaron lesionados en la explosión, de acuerdo con un comunicado del Ministerio de Salud Pública.

“La bomba fue situada en la carretera cerca de un centro de registro de votantes, pero impactó a un coche de civiles que pasaban por la zona para asistir a un funeral”, indicó a EFE el portavoz de la Policía de Baghlan, Zabihullah Shujah.

El presidente afgano, Ashraf Gani, reaccionó condenando los dos “atroces” ataques en un mensaje en Twitter, en el que también anunció que ordenó el apoyo de las instituciones a las víctimas y sus familiares.

El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó enérgicamente los atentados, señaló que los responsables deben ser llevados “rápidamente ante la justicia”, y pidió que no se les permita disuadir a los afganos de ejercer su derecho a participar en los comicios de octubre.

Los ataques de ayer no son los primeros contra oficinas de registro de electores desde que la semana pasada inició el proceso para actualizar el padrón con vistas a las elecciones parlamentarias, pospuestas durante más de tres años y primera cita electoral desde las presidenciales de 2014.

El jueves pasado hombres armados dispararon desde una motocicleta contra dos policías que vigilaban un centro de registro de votantes en Jalalabad.

El martes, en la provincia central de Ghor un grupo de talibanes atacó otro centro de registro de electores secuestrando a tres empleados de esa oficina y dos policías.

El talibán y el EI quieren establecer un mandato islámico en Afganistán, por lo que se oponen a las elecciones democráticas que se celebrarán el 20 de octubre.

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