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Javier Milei desairó la cumbre de Mercosur y participará en cambio en un foro conservador este fin de semana en Brasil. Con estos baños de afecto de sus pares ideológicos, el presidente argentino se posiciona como líder global de la ultraderecha, pero ¿a qué costo?
Desde que asumió en diciembre, Milei ha hecho ocho viajes al exterior, la mayoría a Estados Unidos y Europa, donde se reunió con pocos gobernantes y en cambio participó en actos religiosos o de agrupaciones de ultraderecha que ocasionalmente le entregaron algún premio.
Pero al celebrarse el lunes próximo en Asunción la cumbre semestral de presidentes del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y ahora Bolivia, cuyo Congreso aprobó el jueves su adhesión), Milei dio señales de desinterés en el bloque regional: no irá.
Privilegió una conferencia conservadora el fin de semana en Brasil, donde coincidirá con Jair Bolsonaro, expresidente brasileño de ultraderecha y archirrival del presidente desairado, Luiz Inácio Lula Da Silva.
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"Afecta políticamente a Argentina, porque en varios de estos viajes se reúne con personalidades o políticos de la oposición del país que visita", dijo a la AFP el politólogo Alejandro Frenkel, de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
En estos viajes, el irascible economista que debe sacar a Argentina de una crisis profunda afirma que el Estado es una "organización criminal" y advierte que "Occidente está en peligro" por el "avance del socialismo".
Sus críticos lo cuestionan por estas visitas que -afirman- lucen más como encuentros privados que como asunto de Estado.
"Me preocupa un presidente que se pasee por el mundo dando cátedra de cómo se tiene que salvar Argentina en vez de aplicar el arte de hacerlo aquí y ahora", dijo el diputado opositor Rodrigo de Loredo en el Congreso la semana pasada.
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Así fue percibida su visita a Madrid en mayo a la convención del partido de extrema derecha Vox, donde fue ovacionado como una estrella de rock y terminó intercambiando insultos con el jefe de gobierno español, Pedro Sánchez.
Estos episodios tienen "un efecto político innegable", explicó Frenkel. "Pero no es factible todavía establecer indicadores que puedan marcar si se ha afectado también el vínculo económico" entre los dos países.
No obstante, advirtió que "el empresariado español salió a respaldar al gobierno español".
"Estamos ante un intento de reestructuración plena de la política exterior de Argentina", dijo el sociólogo Juan Gabriel Tokatlián, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, en un seminario el mes pasado.
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El presidente asigna a la religión un puesto importante en la política exterior, "donde el dogma dicta la política".
"Estamos ante alguien que tiene un pensamiento reaccionario. Una nostalgia de un pasado supuestamente magnífico, cree que Occidente está en peligro", expresó Tokatlián.
Por esto, "entre la nostalgia y el extremismo, tiene una tendencia a ser un cruzado" en lugar de un estratega.
Para Iván Schuliaquer, politólogo de la UNSAM, la política exterior de Milei se explica también por su concepción del Estado, al que promete destruir.
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Por ejemplo, el presidente economista declaró en San Francisco en junio: "Me encanta ser el topo del Estado; soy yo quien destruye el Estado desde adentro".
Así, "en lugar de utilizar su rol institucional para traer beneficios al país, utiliza este rol a tono individual y en torno a pensarse a sí mismo como referente de lo que él llama 'las ideas de la libertad'", dijo Schuliaquer a la AFP.
"Sus peleas personales no responden a los intereses estratégicos de la Argentina, sino a su propia visión del mundo", añadió.
Provocado o no, Milei ha intercambiado vilipendios con líderes de izquierda de la región, más recientemente con Lula Da Silva.
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La semana pasada, se refirió al presidente del primer socio comercial de Argentina y miembro más importante de Mercosur como un "zurdito" con "el ego inflamado".
En su campaña presidencial, Milei ya había despreciado tanto a Lula como a la alianza regional. "El mejor ejemplo de un estorbo que causa el Estado es el Mercosur", dijo.
Brasil lamentó la ausencia del presidente argentino en la reunión del bloque.
"Argentina ya está mostrando que el Mercosur no es importante para la política exterior de Milei", dijo Frenkel.
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Si bien duda que Brasil adopte medidas perjudiciales para Argentina porque en sus históricas diferencias políticas suele privilegiar una "paciencia estratégica", estos cruces "sí podrían tener un efecto en tanto que Brasil puede bloquear posibles posiciones de Argentina en el Mercosur", alertó el experto.
jf/apr