San José.— De un lado, la libertad… el orden: policías antidisturbios, gases lacrimógenos y garrotes, para lograr la prosperidad socioeconómica. Del otro, el terrorismo… el golpe de Estado: piedras, palos y granadas para seguir en la generalizada decadencia.
Así dividió y polarizó el presidente argentino, el ultraderechista Javier Milei, el turbulento mapa político que Argentina exhibió anteayer. El paisaje correspondió al violento escenario callejero por el que, por un voto (37 a 36), el Senado aprobó anteayer y finalizó ayer con un paquete de profundas reformas impulsado por el mandatario para ahondar la política de choque económico que planteó al asumir hace seis meses.
En la perspectiva del gobernante, la represión callejera, y por la que congratuló a su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, simbolizó la libertad, y la protesta representó a los grupos terroristas “que intentaron perpetrar un golpe de Estado, atentando contra el normal funcionamiento del Congreso”.
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La tensión se desató desde el atardecer del miércoles, cuando miles de personas opuestas al menú de la legislación se concentraron en el entorno del Congreso, en Buenos Aires, y chocaron contra las tropas antimotines. En un país que hace apenas 40 años salió de un régimen militar derechista que, con represión indiscriminada a cualquier enemigo o supuesto opositor, gobernó de 1976 a 1983 y dejó hondas heridas aún abiertas en la sociedad argentina con miles de desaparecidos y múltiples interrogantes sobre ese periodo dictatorial, Milei felicitó a los policías.
Para el sociólogo, politólogo y relacionista internacional Franco Gamboa, catedrático para Bolivia de Fulbright, programa internacional estudiantil y cultural de EU, “los violentos conflictos son las típicas reacciones sociales del populismo que no está dispuesto a renunciar a prestaciones y beneficios”.
“Pero la polarización discursiva de Milei, acusando de terroristas a los grupos movilizados, comete el grave error de estigmatizar las protestas, cuando éstas (...) son un típico ejemplo de las dinámicas democráticas”, dijo Gamboa a EL UNIVERSAL. “Cualquier sistema político democrático que esté plenamente consolidado, cuando tiene una opinión pública capaz de expresarse libremente, muestra movilizaciones críticas que se expresan en las calles”, afirmó.
Al advertir que “la represión y la violencia pueden desbordarse fácilmente en acciones antidemocráticas, lo cual arrastrará a Milei hacia el lado oscuro del autoritarismo”, aseveró que así quedaría “en serio riesgo la continuidad de sus políticas de ajuste económico estructural”.
El ajuste “debe ir, necesariamente, de la mano de hegemonías convincentes y negociaciones democráticas. De lo contrario no hay diferencia entre el pasado dictatorial y las novedades que se pretende mostrar e implementar”, anticipó.
En coincidencia con la violencia, Milei acudió a una cita en un hotel capitalino con el (no estatal) Instituto Cato, foro conservador de Washington. “Estamos ante una bifurcación: o persistimos en el camino de la decadencia o nos animamos a recorrer el camino de la libertad”, aseguró.
Saliéndose del texto, levantó su mano derecha y con el dedo pulgar señalando por encima de su cabeza hacia afuera, alegó con alarma sobre los disturbios: “¡Hasta se está dando en la calle esa batalla! (...) Afortunadamente tenemos una gran ministra de Seguridad y que está poniendo la calle en orden como prometimos en campaña” en 2023.
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Proclamó que “la sociedad ya eligió cuál de los dos caminos se abre y quiere emprender: ya tomó el riesgo que implica elegir la libertad y desde la Presidencia estamos emprendiendo ese rumbo con las herramientas con las que contamos”. En desafío a sus rivales, dijo que “le toca el turno al resto de la política decidir si acompaña o si le da la espalda al mandato popular de vivir en un país más libre y con una economía más dinámica o si insiste en persistir en el camino de la servidumbre, condenándonos a todos a la miseria (...) No descarten que nos tiren muertos en las calles”, alertó en otra parte del mensaje. Milei aludió a obstáculos parlamentarios que enfrentó a partir de que, el 10 de diciembre de 2023, asumió un mandato de cuatro años. El 27 de ese mes envió al Congreso la Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, con reformas económicas, tributarias, electorales, energéticas y penales.
La victoria de anteayer por un sufragio evidenció un frágil panorama. El empate fue roto por Milei con la vicepresidenta, la ultraconservadora Victoria Villarruel. Con variantes, la ley fue aprobada en abril por la Cámara de Diputados. El Senado hizo cambios y la ley retornará a los diputados para su versión final.
Ante “una oposición legislativa fragmentada”, Milei “no pudo (…) aprobar ninguna iniciativa legislativa durante los seis primeros meses de su mandato presidencial”, recordó el politólogo Santiago Leiras, en un artículo en el Clarín.
“Esta evidencia nos pone a las claras frente a la realidad de un Poder Ejecutivo con dificultades de gestión política, que comienzan a ser parcialmente compensadas”. Milei lanzó en diciembre un plan para reducir el tamaño del Estado, recortar el gasto público, entre otras medidas.