La nicaragüense Lesbia Alfaro no pierde la esperanza de que liberen a su hijo, Lesther Alemán, pero es consciente de que la vida del líder estudiantil, detenido el pasado 5 de julio, corre peligro.
“Mi hijo es muy inocente”, asegura en entrevista con EL UNIVERSAL. Hasta este jueves, no había logrado verlo ni pasarle alimentos, nada.
Tampoco sabe cómo está. Apenas el martes pasado logró confirmar que está detenido en la Dirección de Auxilio Judicial, mejor conocido como El Chipote, la cárcel de los horrores en las que las denuncias de torturas son cosa de todos los días.
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Lesther Alemán, de 23 años, se volvió una figura reconocida a nivel internacional cuando, durante la Mesa de Diálogo, en mayo de 2018, plantó cara al presidente Daniel Ortega. “Estamos aquí y hemos aceptado estar en esta mesa, con todo el debido respeto de ustedes, para exigirles ahorita mismo que ordene el cese inmediato de los ataques que están cometiendo en nuestro país… Estamos siendo perseguidos, somos estudiantes… Nosotros hemos puesto los muertos, nosotros hemos puesto los desaparecidos, los que están secuestrados”, le espetó a Ortega, a quien no dudó en lanzarle este mensaje: “Esta no es una mesa de diálogo, es una mesa para negociar su salida y lo sabe muy bien porque el pueblo es lo que ha solicitado”.
Pero Lesbia afirma que “eso es mentira. Mi hijo es muy inocente. Mi hijo estudiaba y sacó su carrera en la Universidad Centroamericana [UCA]. Fue becado por excelencia académica y en febrero terminó su carrera en línea. Mi hijo es inocente, como todos los que están allí, son estudiantes, no delincuentes, mucho menos asesinos ni destructores. Ellos vienen de unas universidades. ¿Cómo las van a destruir si saben que de ahí salen ellos preparados, cumplen sus metas?”.
Después de aquel enfrentamiento con Ortega, Lesther aseguró a este diario que sabía los riesgos que corría, pero que “ni yo ni un niño de cinco años estaría dispuesto a soportar un año más al negligente en el poder. Menos a su estresante esposa [la vicepresidenta Rosario Murillo], porque sabemos que la crisis es producto de ellos”.
Se emitió una orden de captura en su contra, y Lesther tuvo que abandonar el país, antecedido por su familia.
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“Desde que él lo encaró, yo me quedé en mi casa. Ahí me mantuve hasta el 20 de julio de 2018. Cuando él ya tuvo la orden de captura, me dijo: ‘Madre, tú tienes que abandonar la casa. Hay orden de captura y van a llegar a mi casa a buscarme, y se la van a llevar para que yo me entregue’”, cuenta Lesbia, de 59 años.
La decisión de irse no fue fácil. “Con el dolor de mi alma, yo dejé mi casa, abandoné todo. Tuve que salir. Y ya en el mes de septiembre de 2018, él logró salir. Cuando llegó, le decíamos que se asilara, y él me dijo: ‘No, yo no voy a pedir asilo político. Porque yo me voy a regresar’”.
Lesther, aseguró Lesbia, es un “hombre de fe”. Y cuando su familia le pidió no regresar a Nicaragua, la respuesta del joven fue: “Lo que uno comienza hay que terminarlo”.
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Tres años después de aquella mesa de diálogo de 2018, Ortega se mantiene en el poder, buscando una nueva reelección en noviembre y lanzando una ola de detenciones contra aspirantes presidenciales, líderes campesinos, estudiantiles, empresarios, periodistas, bajo polémicas leyes aprobadas en 2020 para acusar por “traición” las “amenazas a la soberanía, la independencia”.
“Él [Ortega] lo que quiere es amedrentarnos”, dice Lesbia, pero el efecto conseguido es lo contrario. “Esto nos da más fuerza, más fortaleza, estos golpes, estos dolores como madre, como familia, como esposa, como hijo, esto da más fuerza para continuar, para luchar, para sacar a este gobierno”. Seguir así, subraya, “ya no se puede”.
Lesbia confiesa que tiene miedo por la vida de su hijo. El propio Lesther le dijo que era consciente de que en esta lucha se le iba la vida. “Su pilar fundamental he sido yo, porque lo he apoyado en sus decisiones, y veníamos preparándonos. Cada día esperamos lo peor”.
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Aun así, no pierde la esperanza de que su hijo salga libre. “Tengo esperanza porque él es inocente, como todos los que están ahí privados de la libertad. Son estudiantes que están luchando por ver otro país, una Nicaragua libre, un país libre, que no sean reprimidos, que no sean asediados. Por eso es la lucha. Esto va a continuar”.
Lesbia afirma que lo que se necesita para cambiar la situación es “ejercer el voto” en las elecciones de noviembre. “Tiene que haber elecciones. Si un palo nos ponen, que nos va a representar, si un cerdo nos ponen, por ese cerdo nos ponen, pero lo que queremos son elecciones libres”.
Sobre el eventual papel que pudiera jugar la comunidad internacional. Lesbia es clara: “Esta lucha es del pueblo de Nicaragua”.