A medida que la inteligencia artificial reconfigura la industria mundial y los centros de datos se multiplican en Norteamérica, México se encuentra en una encrucijada crítica. ¿Dispondrá de la electricidad necesaria para alimentar la próxima generación de crecimiento económico? Para que la respuesta sea afirmativa, el país debe apostar por un recurso potente pero aún infrautilizado: la energía nuclear.
La brecha energética por delante
La urgencia es evidente. Según las proyecciones de la Secretaría de Energía de México (Sener) y de analistas independientes, la demanda nacional de electricidad crecerá hasta 40%-50% de aquí a 2035. Sin embargo, se prevé que la capacidad de generación será insuficiente si no se realizan nuevas inversiones significativas. El gas natural sigue siendo la fuente dominante de electricidad, pero la dependencia de las importaciones estadounidenses y los cuellos de botella en los gasoductos plantean riesgos. Mientras tanto, las energías renovables intermitentes —aunque esenciales como parte de la matriz energética— no pueden satisfacer, por sí solas, la creciente demanda de energía estable las 24 horas del día.
México está emergiendo rápidamente como centro estratégico para la inversión en centros de datos, dada su proximidad geográfica con Estados Unidos, los precios competitivos de la energía y la infraestructura de la energía de fibra óptica en expansión. Las empresas tecnológicas mundiales están poniendo sus ojos en regiones como Querétaro, Nuevo León y el Estado de México para el desarrollo de centros de datos. Sin embargo, las demandas energéticas de estas instalaciones son asombrosas: un solo centro de datos de hiperescala puede consumir más de 100 megavatios, lo que equivale a las necesidades energéticas de una ciudad de tamaño mediano. Conforme aumentan las cargas de trabajo de la inteligencia artificial, también lo hace la necesidad de electricidad fiable las 24 horas del día. Sólo en Estados Unidos, el creciente uso de la IA hará que se duplique la demanda de energía de los centros de datos para 2030, superando la demanda de energía de los sectores del aluminio, el acero, el cemento y los productos químicos juntos.
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Sin una estrategia clara para la generación de base con bajas emisiones de carbono, México corre el riesgo de sufrir restricciones energéticas que podrían poner en peligro la futura inversión en infraestructura digital, así como la estabilidad de la red nacional. Para mantener el crecimiento, el país debe diversificar su combinación energética y dar prioridad a tecnologías como la energía nuclear, que pueden proporcionar electricidad estable y libre de emisiones a gran escala.
Las grandes tecnológicas apuestan por la energía nuclear
México debería prestar mucha atención a las decisiones que están tomando los gigantes tecnológicos estadounidenses y a su agresiva búsqueda de energía nuclear para satisfacer las necesidades explosivas de electricidad de la IA y la infraestructura de datos. Microsoft firmó recientemente un innovador acuerdo de 20 años para comprar energía nuclear para alimentar las operaciones de IA; Google se ha asociado con Kairos Power para avanzar en el despliegue de reactores de próxima generación; Meta firmó recientemente un acuerdo de 20 años para comprar energía nuclear a Constellation y Amazon está invirtiendo en campus de centros de datos con energía nuclear. Estas empresas consideran actualmente que la energía nuclear es esencial para suministrar la energía 24 horas al día, siete días a la semana y sin emisiones de carbono que exige la IA.
No se trata sólo de un giro energético, sino de un cambio estratégico en cómo se construye la economía tecnológica. Si México quiere tener participación en el auge de la IA y la nube, debe desarrollar su infraestructura energética para satisfacer las expectativas de estas empresas, y ya han demostrado que ven la energía nuclear como una parte importante de la solución.

Un legado de seguridad y cooperación
México no es ajeno a la energía nuclear. Desde 1990, la central nuclear de Laguna Verde, en Veracruz, suministra alrededor de 4% de la electricidad del país de forma silenciosa, segura y fiable. Con dos reactores que producen más de mil 600 megavatios, la instalación ha funcionado durante más de tres décadas sin incidentes graves.
De hecho, el historial de seguridad nuclear de México es uno de los más sólidos de la región y constituye un modelo de gestión responsable de la energía. Laguna Verde ha funcionado sin incidentes graves ni fallos de seguridad, cumpliendo sistemáticamente las rigurosas normas internacionales. La central está regulada por la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS), un organismo independiente con un sólido historial de supervisión y transparencia. México también es parte del Tratado de Tlatelolco y del Tratado de No Proliferación Nuclear, lo que refuerza su compromiso con el uso pacífico y seguro de la energía nuclear. El país ha superado múltiples revisiones de seguridad del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y participa regularmente en evaluaciones interpares y programas de cooperación técnica. Este historial no sólo refleja un marco institucional sólido, sino que demuestra la capacidad de México para ampliar de forma segura su sector de energía nuclear.
También subraya una larga historia de cooperación nuclear México-Estados Unidos. A través de acuerdos bilaterales, intercambios científicos y compromisos compartidos de no proliferación, los dos países han construido una base sólida para ampliar la colaboración. Ahora, con ambos gobiernos centrados en la seguridad energética, y con el rápido aumento de la demanda de energía limpia por parte de la economía basada en datos, la energía nuclear ofrece una herramienta estratégica para hacer frente a estos desafíos.
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SMR: reactores pequeños, gran potencial
Una propuesta obvia sería aumentar la capacidad de las instalaciones de Laguna Verde. Sin embargo, hay otra opción que diversificaría la generación nacional de energía y proporcionaría más equilibrio a la red: el despliegue de pequeños reactores modulares (SMR, por sus siglas en inglés). Estos avanzados sistemas nucleares son más seguros, flexibles y rápidos de construir que los grandes reactores tradicionales.
Estados Unidos es líder global en el diseño de SMR, y la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos (NRC, por sus siglas en inglés) emitió su primera certificación para un SMR a NuScale en 2022. En marzo de este año, el Departamento de Energía de Estados Unidos volvió a publicar una convocatoria de 900 millones de dólares para apoyar el despliegue de pequeños reactores modulares. México podría beneficiarse de la concesión de licencias a SMR certificados por Estados Unidos, la creación de asociaciones bilaterales para su despliegue y el fomento del talento nacional en ingeniería nuclear y supervisión reguladora. Pueden ubicarse en parques industriales o centros de datos, instalarse cerca de la infraestructura de transmisión existente y proporcionar energía constante y libre de emisiones durante décadas.
Hacia un México digital y libre de carbono
La energía nuclear no es una solución milagrosa, pero sí una pieza clave en el crucigrama. Complementa la energía renovable. Está en consonancia con los compromisos climáticos y la meta de soberanía energética de México y la presidenta Claudia Sheinbaum. Y ofrece una vía para apoyar nuevas industrias —de los semiconductores a la Inteligencia Artificial— sin profundizar la dependencia respecto de los combustibles fósiles.
En una era definida por el cambio climático y la aceleración digital, es fundamental tener la combinación energética acertada. México tiene una sólida base en materia de seguridad, conocimientos técnicos institucionales y la alineación geopolítica para hacer que la energía nuclear funcione. Si México quiere liderar la economía digital, debe impulsarla de manera responsable, y la energía nuclear es, una vez más, una opción que el gobierno mexicano debe poner sobre la mesa. Ampliar la capacidad nuclear —especialmente a través de los SMR— debe ser una prioridad nacional.
CEO de Hurst International Consulting