Londres/Bruselas.— La primera ministra británica, Theresa May, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, pidieron ayer aprobar el acuerdo del Brexit, al anunciar las garantías logradas para despejar las dudas de Westminster en unas negociaciones de última hora.

“La elección es clara: es este acuerdo o el Brexit podría no tener lugar”, subrayó Juncker en una rueda de prensa al filo de la medianoche con May en Estrasburgo (noreste de Francia), advirtiendo que “no habrá una tercera oportunidad”.

“En política a veces tienes una segunda oportunidad, es lo que tenemos hoy, porque no habrá una tercera oportunidad. No habrá más interpretaciones de interpretaciones ni más garantías sobre garantías si decae el voto mañana [martes].

“He sido claro, no habrá más negociaciones”, precisó Juncker poco después, al ser preguntado por las alternativas si la Cámara de los Comunes vota en contra de la solución que han consensuado él y la premier.

La advertencia no es baladí. Los diputados británicos rechazaron en enero el acuerdo de divorcio cerrado en noviembre y urgieron a May a conseguir garantías adicionales de la Unión Europea (UE), objeto de su viaje relámpago a Estrasburgo.

“Los diputados tenían claro que se necesitaban cambios legales en la salvaguarda [irlandesa]. Hoy hemos conseguido cambios legales”, dijo May en rueda de prensa en la Eurocámara,a poco tiempo de presentar de nuevo a Westminster el acuerdo con las garantías obtenidas.

A falta de 18 días para el 29 de marzo, fecha en la que está previsto que Reino Unido deje la UE, aún no hay un acuerdo de divorcio ratificado y las negociaciones con el bloque se estancaron durante el fin de semana, cuando May no fue capaz de romper el impasse político en Londres.

Con el nuevo instrumento, que da más garantías a las partes en sus reivindicaciones, May espera conseguir este martes el respaldo que no obtuvo en su primer examen ante el Parlamento británico, hace dos meses.

La premier se comprometió a convocar dos votaciones esta semana, si el pacto es rechazado por segunda vez.

Sin embargo, la oposición laborista ya llamó a votar de nuevo contra el acuerdo del Brexit, al considerar que el compromiso alcanzado en la noche “no contiene nada que se aproxime a los cambios que Theresa May prometió al Parlamento”, según declaró su líder, Jeremy Corbyn.

Desde Londres, el número dos del gobierno británico, David Lidington, explicó minutos antes a los diputados que habían conseguido “cambios legalmente vinculantes”, sobre todo respecto a su principal punto de oposición: la salvaguarda irlandesa.

Este mecanismo, conocido en inglés como backstop, busca evitar la reintroducción de una frontera física entre Irlanda —país de la UE— y la provincia británica de Irlanda del Norte, así como preservar el acuerdo de paz de Viernes Santo de 1998.

Los diputados británicos temen que a causa de esta salvaguarda, incluida en el acuerdo de divorcio como último recurso, Reino Unido quede atrapado indefinidamente en una unión aduanera con la UE que le impida negociar acuerdos comerciales con terceros países.

Uno de los documentos obtenidos “confirma que la UE no podrá mantener al Reino Unido de manera indefinida” en la salvaguarda, defendió Lidington, quien subrayó el compromiso de los europeos para “trabajar” para lograr arreglos alternativos al backstop para fines de 2020.

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