Roma.— “Extra omnes”, todos fuera. Cuando el maestro de ceremonias litúrgicas del , el arzobispo italiano Diego Ravelli, pronunció esta frase en latín, a las 17:46 (hora local), en medio de un clima de enorme suspenso comenzó finalmente el que deberá elegir al sucesor del papa Francisco.

A partir de las 16:30 locales, los 133 cardenales electores protagonizaron una procesión solemne para desplazarse desde la Capilla Paulina, hasta la Capilla Sixtina.

Como el decano del colegio cardenalicio, el cardenal Giovanni Battista Re y el vicedecano, el cardenal argentino Leonardo Sandri, son mayores de 80, en esta fase crucial quien tomó la batuta fue el cardenal italiano, Pietro Parolin, de 70 años, el más importante de los cardenales-obispos debido a su título de secretario de Estado. Fue Parolin, evidentemente nervioso, quien pronunció entonces una breve oración en latín.

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Luego, con su hábito coral color púrpura, en un clima de gran solemnidad, los cardenales, tensos, se levantaron y comenzaron la procesión hacia la Capilla Sixtina, caminando en filas de a dos y, acompañados por estupendos coros que invocaban las letanías de los santos.

Los cardenales más jóvenes iban delante, mientras que el cardenal Parolin —con rostro preocupado— cerraba el grupo. Al llegar a la Sixtina, después de inclinarse ante el crucifijo ubicado sobre el altar principal, ante el cual se encuentra el Juicio Final, fueron tomando sus posiciones alrededor de las mesas.

Las cámaras del Vaticano enfocaban rostros concentrados, adustos. Después de que Parolin leyó una fórmula solemne en latín y fue el primero en jurar mantener el secreto absoluto sobre todo lo relativo a la elección papal, poniendo su mando sobre un Evangelio colocado en el centro de la capilla, de a uno, los demás cardenales electores hicieron lo mismo.

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Entonces, entre los primeros en pronunciar la fórmula, emocionados, se vieron a dos candidatos considerados papables: el cardenal filipino, Luis Antonio Tagle y el cardenal estadounidense, Robert Prevost.

Varios minutos después —mientras algunos purpurados eran sorprendidos bostezando—, aparecieron otros papables como los italianos Matteo Zuppi, arzobispo de Bologna, y Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén. Las imágenes televisivas del comienzo del cónclave terminaron a las 17:46 locales. Fue cuando el maestro de las ceremonias litúrgicas pontificias, monseñor Ravelli, pronunció el “Extra omnes”.

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