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Este lunes empezó una cuarta ronda de negociaciones entre Kiev y Moscú para detener el conflicto. Sin embargo, las tentativas previas e incluso un alto el fuego temporal han fracasado. Y los escenarios para una resolución por la vía diplomática son cada vez más complejos, según analistas internacionales consultados por BBC News Brasil.
"Mi visión es bastante pesimista sobre la posibilidad de un alto el fuego en el que Rusia acepte menos de lo que ha estado pidiendo en los últimos meses y en estas dos últimas semanas principalmente", dice Felipe Loureiro, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Sao Paulo (USP) y coordinador del Observatorio de la Democracia en el Mundo (ODEC-USP).
Un portavoz del gobierno ruso reafirmó el lunes (07/03) algunas condiciones impuestas incluso antes de la invasión del territorio ucraniano el 24 de febrero, para detener la agresión militar:
1) El compromiso de Ucrania con la "neutralidad": Moscú exige que los ucranianos se comprometan en su Constitución a que el país renuncie a participar en bloques multilaterales como la OTAN (Alianza Militar del Atlántico Norte) y la Unión Europea. Rusia dice que la OTAN se está expandiendo en dirección al territorio ruso al aceptar como miembros a países que eran exrepúblicas soviéticas o que pertenecían a la esfera de influencia soviética.
2) Reconocimiento de Crimea: el Kremlin quiere que la región, que fue anexada militarmente en 2014, sea aceptada internacionalmente como parte del territorio ruso. En la época de la Unión Soviética, Crimea se incorporó a Ucrania y permaneció así tras la implosión del bloque en 1991. Una corriente en Rusia sostiene que históricamente este pedazo de tierra es parte del país.
3) Reconocimiento de Donetsk y Luhansk: otro requisito es que estas regiones del este de Ucrania, actualmente bajo el dominio de los separatistas prorrusos, sean reconocidas por la comunidad internacional como estados independientes.
4)"Desmilitarización" del Estado ucraniano: aunque aún no se han establecido los parámetros para esta condición, miembros del gobierno ruso reiteran que las armas en territorio ucraniano amenazan la integridad y seguridad de Rusia.
"Es muy complicado imaginar que cualquier gobierno soberano acepte la desmilitarización. Más aún después de la invasión", dice Loureiro.
Neutralidad ucraniana
Ashok Swain, profesor del Centro de Estudios de Paz y Conflictos de la Universidad de Uppsala en Suecia, dijo a BBC News Brasil que un compromiso de neutralidad por parte de Ucrania representaría lo que Putin más necesita en este momento: una salida que preserve su imagen.
Es un enfoque similar al de Andrei Kortunov, director general del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia (RIAC), organismo de consultoría en asuntos internacionales vinculado al gobierno ruso.
Para Kortunov, "Putin necesitará algo para declarar la victoria. No puede aceptar la derrota, porque políticamente esto podría tener riesgos muy grandes para su liderazgo. Necesita tener algo que le permita básicamente decir 'gané'".
Swain describe un escenario complicado. "Si la insurgencia (contra las fuerzas rusas) continúa y se profundiza, Putin tendrá que mantener un gran contingente militar en el país y llevar a cabo una operación brutal contra la insurgencia".
"Y habrá más presión sobre la OTAN para un compromiso directo. Por otro lado, Putin dependerá cada vez más de China para obtener apoyo diplomático y económico. A partir de la situación actual, parece que será un conflicto prolongado y terrible, que empujará al mundo a una división entre dos campos".
Carolina Boniatti Pavese, profesora de relaciones internacionales de la ESPM, una institución privada de educación superior en Brasil, dice que aún no está claro si las dificultades de la incursión rusa en Ucrania están fuera del cálculo que hizo Putin antes de iniciar la ofensiva.
"Al construir escenarios de análisis de riesgo es necesario anticipar todas las posibilidades. Ciertamente Putin lo hizo como lo hace todo estratega militar. No sabemos si lo que está sucediendo ahora no estaba dentro de lo que él anticipó como un riesgo calculado", dice. "Lo que tenemos hasta ahora es una derrota para Ucrania".
Loureiro, de la USP, dice que Putin sólo retrocederá si pesan cada vez más "los costos de la guerra desde el punto de vista humano y desde el punto de vista material, incluyendo los efectos de las sanciones económicas, y sobre todo, si la oposición dentro de Rusia se vuelve significativa".
"Pero este escenario me parece muy poco probable porque, para que Rusia acepte ceder en sus posiciones, estos costos tienen que ser muy altos. Mayores que el costo para Putin de abandonar esta invasión con solo una parte de sus objetivos cumplidos".
Adriana Erthal Abdenur, directora ejecutiva de Plataforma Cipó, un centro de estudios con sede en Brasil que se ocupa de temas de paz, clima y gobernanza global, señala que la ONU podría desempeñar un papel muy importante.
"El secretario general (de la entidad) podría nombrar un enviado especial para señalar caminos más allá de las negociaciones de paz y la implementación de un alto el fuego. La ONU en muchas ocasiones juega un papel muy fundamental que es monitorear la implementación del alto el fuego de las hostilidades para que se pueda realizar una negociación más detallada y sustantiva".
El Protocolo de Minsk
Una salida intentada a fines del año pasado por el presidente francés, Emmanuel Macron, para disuadir las tensiones que eventualmente resultaron en la invasión rusa, fue la reanudación del Protocolo de Minsk.
Este tratado fue firmado en 2015 por Putin, el entonces presidente ucraniano Petro Poroshenko y representantes de grupos separatistas prorrusos, y contó con el apoyo de Francia y Alemania.
En sus 13 puntos, el acuerdo prevé la desmilitarización y la reanudación por parte de Ucrania del control del este del país, en la frontera con Rusia.
Donetsk y Luhansk, ahora bajo el dominio separatista, serían reconocidas como parte del territorio ucraniano, pero con una condición especial: las regiones obtendrían el derecho a celebrar elecciones locales y tendrían mucha más independencia del gobierno central.
El tratado nunca se implementó por completo debido a la gran resistencia expresada por los ucranianos.
"Los acuerdos de Minsk son vistos negativamente en la sociedad ucraniana porque existe la percepción de que, a través de ellos, Rusia podrá ejercer una influencia directa sobre el país, limitando su soberanía. Parte de la sociedad y las élites creen que los líderes de las regiones separatistas son 'controlados' por Putin", dice Vicente Ferraro, politólogo e investigador del Laboratorio de Estudios Asiáticos de la USP.
"Por lo tanto, se argumenta que la reintegración de estas regiones en las condiciones defendidas por Rusia permitiría a Putin influir en el curso de la política ucraniana e incluso vetar proyectos de integración con la Unión Europea y la OTAN".
"Rusia está incómoda con el hecho de que el gobierno ucraniano declare al público su intención de implementar los acuerdos, pero dentro del país los critica. La estigmatización de las posiciones prorrusas en la sociedad ucraniana después de la crisis de 2014 ha tornado la discusión interna de los acuerdos un verdadero tabú. De hecho, ambas partes hicieron poco para implementarlos".
"Con el reconocimiento de la independencia de las regiones separatistas por parte de Rusia y la intervención militar, las posibilidades de que se reintegren en territorio ucraniano se volvieron áreas aún más remotas", añade Ferraro.
Otra salida
Una propuesta lanzada en 2019 por investigadores de la Rand Corporation, un centro de estudios de política global con sede en Estados Unidos, tomaba en cuenta las tensiones geopolíticas que resultaron tanto del colapso de la Unión Soviética como de la expansión de la OTAN.
El ambicioso proyecto aboga por una zona especial de neutralidad que incluiría a Bielorrusia, Moldavia, Georgia, Armenia y Azerbaiyán, así como a Ucrania y todas las exrepúblicas soviéticas.
La idea es establecer mecanismos con la participación de las principales potencias y organismos multilaterales para definir soluciones de diálogo y reglas de seguridad y comercio que involucren a esta región entre Europa y Rusia.
El objetivo principal es crear un ambiente de confianza para lograr una distensión en las relaciones.
Pero los propios autores de la propuesta reconocen que sus términos difícilmente podrían complacer por completo a todas las partes.
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