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San Salvador.— Los cuerpos sin vida de Óscar Alberto Martínez y su pequeña hija, Angie Valeria, quienes murieron ahogados en el río Bravo cuando cruzaban desde México hacia Estados Unidos, llegaron ayer a El Salvador, donde serán sepultados.
Los restos de Óscar, de 25 años, y de la niña de casi dos años fueron velados en la funeraria municipal del cementerio La Bermeja, de la capital, San Salvador, en cuya periferia vivían con su familia antes de emigrar. En ese cementerio serán sepultados en una ceremonia privada. Los cadáveres fueron trasladados desde México.
En la localidad de La Hachadura, en el departamento de Ahuachapán, ubicado en el límite de El Salvador con Guatemala, fueron recibidos por el ministro de Gobernación, Mario Durán. La esposa del migrante y madre de la niña fallecidos, Tania Ávalos, de 21 años, había llegado a San Salvador el viernes. Martínez y la niña murieron ahogados hace una semana en el río Bravo, ubicado en el límite entre México y Estados Unidos.
La fotografía de sus cuerpos muertos boca abajo en la orilla del cauce conmocionó a la comunidad internacional y expuso con crudeza el peligro de la migración alentada por la pobreza y la inseguridad. Óscar junto a su hija y su esposa salieron de El Salvador el pasado 3 de abril y permanecieron dos meses en un albergue en Tapachula, México, desde donde comenzaron el trámite para solicitar asilo en Estados Unidos, pero ante la demora para obtener una respuesta, decidieron continuar su camino a suelo estadounidense.
Para el coordinador de la Comisión de Derechos Humanos, Miguel Montenegro, “El Salvador está de luto (...) La muerte de Óscar y su niña obliga a una reflexión sobre las causas que generan la salida de las personas”.