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Bruselas.— A casi siete semanas de poner en marcha a bombo y platillo la estrategia de vacunación diseñada para neutralizar el coronavirus, la Comisión Europea, en lugar de llevarse las palmas del Parlamento Europeo se ha hecho acreedora de reproches por los retrasos en el plan de implementación.
El llamado a la autocrítica y a corregir los errores fue el común denominador entre las diversas fuerzas políticas que conforman la Eurocámara durante la plenaria a la que asistió la presidenta del Consejo Europeo, Ursula von der Leyen, para informar sobre el estado de la estrategia de vacunación en la UE contra el Covid-19.
La titular del Ejecutivo comunitario abrió la sesión en el hemiciclo de Bruselas haciendo una firme defensa del enfoque adoptado, el no permitir que cada Estado miembro abordara el desafío de la vacunación de manera individual y en un contexto de competencia.
“Estoy plenamente convencida de que fue correcto y es correcto que como europeos hayamos encargado conjuntamente las vacunas y hecho gala de solidaridad. No quiero imaginar lo que hubiera significado que algunos de los estados más grandes hubieran garantizado su distribución de la vacuna dejado a los demás en la zanja”.
También expresó haber llegado “tarde a la autorización [de vacunas]. Fuimos demasiado optimistas en lo que respecta a la producción masiva. Y quizás estábamos demasiado seguros de que lo que pedimos se entregaría a tiempo”. Enumeró los logros alcanzados, así como se mantuvo firme en la promesa de que para el final del verano se habrá vacunado a 70% de los europeos.
Sostuvo que en lo que va del año se han repartido 26 millones de dosis y más de 17 millones de personas han sido vacunadas. Destacó el caso de Polonia y Dinamarca, que ya vacunó a 94% y 93% del personal sanitario, así como el de Italia que lleva una cobertura de 4% de la población.
Respecto a los retrasos en las entregas por parte de las farmacéuticas Pfizer y BioNTech, el principal reproche de los eurodiputados recurrió a dos argumentos para explicar el problema de fondo: los gobiernos y empresas subestimaron el reto de la producción en masa y la ciencia terminó superando a la industria, puesto que se produjo la vacuna en 10 meses y no en los plazos habituales de cinco a 10 años.
“No estamos todavía en el lugar que hubiéramos deseado, las autorizaciones [hasta ahora a tres desarrolladoras de vacunas] han tardado y hemos sido demasiado optimistas con la capacidad de producción”.
La única mea culpa asumida por la política alemana tuvo que ver con lo que muchos calificaron como un signo de desesperación, la activación de la UE de una disposición de emergencia en el acuerdo del Brexit para imponer controles a la exportación de las vacunas enviadas a Irlanda del Norte, como medida de protección a los intereses del bloque.
“Sí he cometido errores”, dijo haciendo referencia al incidente, “pero al final hicimos lo correcto”, subrayó.
Durante la tanda de intervenciones, los presidentes de los dos grupos políticos más grandes, el Partido Popular Europeo y el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas, Manfred Weber e Iratxe García, llamaron a remendar las fallas y dejar de lado los mensajes catastrofistas para no seguir acumulando frustración en la ciudadanía.
“Apoyar el enfoque colectivo no significa dar un cheque en blanco, es más bien una exigencia, porque Europa no tiene derecho al error, cada retraso se tiene que explicar, justificar y verse acompañado de soluciones para remediarlo”, aseguró el eurodiputado Dacian Ciolos, en nombre del grupo liberal Renovar Europa. La eurodiputada de Izquierda Unida, Manon Aubry, fue al grano: “Estamos en un callejón sin salida” debido a que la UE abdicó ante las farmacéuticas, quienes terminaron imponiendo sus reglas.
“Es la opacidad en toda las fases, ninguna información sobre las negociaciones. En cuanto a las entregas, retrasos de todo tipo, un caos, y ningún calendario que se respete, y sin ninguna sanción, claro, son los laboratorios los que deciden. En cuanto a las patentes, el mismo escándalo”.
Igualmente descargó una batería de críticas el eurodiputado Marco Zanni, quien habló en nombre del Grupo de Identidad y Democracia, bancada que agrupa a las fuerzas de extrema derecha. “El mayor defecto de la UE es la incapacidad de reconocer sus propios errores y corregir el rumbo a tiempo, lamentablemente ocurrió en 2010 cuando enfrentamos la crisis de la Eurozona, y hoy me da la sensación de que se hace lo mismo con esta campaña”.
El eurodiputado italiano recordó que quien vacune primero, saldrá antes de la crisis, y de acuerdo con los datos, la UE va semanas de retraso frente a India, China, Israel, Estados Unidos y el Reino Unido. Estimó el costo económico por la demora en la vacunación en 90 mil millones de euros.
La audiencia se alargó por más de dos horas y media y terminó con declaraciones de la Comisaria Europea encargada para la Salud, Stella Kyriakides, y Ana Paula Zacarias, Secretaria de Estado para Asuntos Europeos de Portugal, quien habló en nombre de la presidencia semestral del Consejo Europeo. Coincidieron en que la prioridad es acelerar el nivel de investigación y de desarrollo de vacunas para que lleguen lo antes posible a los ciudadanos. “La aparición de nuevas variantes añade presión al sentimiento de urgencia”, aseguró Kyriakides.