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"Usted bien sabe cómo se siente una madre sin su hijo, si yo no me quito de este mundo es porque el único que nos puede quitar es nuestro padre celestial", así relata su angustia Dilsia Murillo, de 36 años y madre de Mario Castellanos, un niño hondureño que se fue solo en la caravana de migrantes que buscan entrar a Estados Unidos.
Mario, de 12 años, partió el sábado desde San Pedro Sula y en la tarde de este viernes quedó en medio de los disturbios que se desataron en un puente en la frontera entre Guatemala y México por el que los caminantes intentaban cruzar.
Entre los cientos de migrantes, Mario fue de los primeros que intentó cruzar.
Al igual que varios de los migrantes, al parecer Mario intentó tirarse al río.
Según cuenta, un policía lo tomó por el cuello y lo tiró al suelo. Eso le dejó un golpe en el hombro y un raspón. Además también le afectaron los gases lacrimógenos que lanzó la policía mexicana.
Después del incidente, Mario recibió atención en el puesto de inmigración.
"En Honduras uno sufre", le dice Mario a BBC Mundo.
Según dice, allá no iba al colegio. En cambio, algunas veces se iba al centro a vender chicles para llevar algo de dinero a casa.
"Me querían meter a una pandilla", dice. "Me decían que me metiera, que me iban a pagar bien, pero yo no quería", añade.
Según relata su madre, viven en condiciones muy difíciles. El padre de Mario trabaja como vigilante y ella no trabaja.
"Yo le digo a Mario que cuando hay, hay que comer, y cuando no hay, hay que aguantar", cuenta Dilsia.
Recuerda que en algunas ocasiones, Mario ya le había dicho que quería irse a Estados Unidos porque allá se podía "hacer un billetal".
Según ella, Mario se fue sin su permiso.
"Unas amigas me avisaron, me llamaron por teléfono y me dijeron que lo habían visto por la tele.
"Mejor no me estén enseñando eso que me voy a quebrar la cabeza", es lo que dice Dilsia cuando le muestran imágenes de su hijo en las noticias.
La última vez que habló con Mario fue el lunes 15 de octubre. Dilsia extraña a Mario, pero no se opone del todo a que el siga en la caravana.
"Si el pudiera pasar sano, más bueno para uno, pero si no, que se venga para acá", dice.
La travesía
Mientras tanto, Mario sigue empeñado en seguir adelante, aunque no se sabe si logrará atravesar México.
"Caminar es muy duro pero mi misión es llegar", dice Mario. "Extraño mi casa pero hay que seguir adelante", cuenta.
Según relata, en el camino se ha encontrado con mucha gente que lo ayuda.
"La gente es buena, me dan comida", dice.
"No empaqué nada. Me vine solo con la ropa que tenía puesta. En el viaje uso la ropa que la gente me va regalando. Yo me la voy poniendo y la voy botando, no puedo llevar mucha carga", apunta.
También cuenta que en la caravana ya todos lo conocen. "Cada vez que me quiero regresar me echan para adelante", dice y ríe.
Por ahora para Mario y su madre es todo incertidumbre.
Hasta la tarde del viernes, no era claro si Mario iba a lograr continuar su camino más allá de México.
"En nombre de Dios, se que Dios nos va a ayudar a pasar", dice el menor.
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