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La emergencia sanitaria internacional por el Covid-19 llegó a su fin, pero eso no significa que la pandemia se haya acabado o que la enfermedad haya desaparecido. Así lo advierte en entrevista con EL UNIVERSAL el doctor Jean-Marc Gabastou, asesor internacional en Emergencias de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
México, al igual que otros países, debe ser consciente de que no es momento de bajar la guardia, sino aprender las lecciones que dejó la emergencia, consolidar los logros y aplicar las medidas necesarias. A decir de Gabastou, será necesario integrar la vacuna contra el Covid-19 en los programas y esquemas de vacunación de los países y, una vez que haya más precisión, la propuesta es que sea una vacunación anual, como ocurre con la influenza.
La Organización Mundial de la Salud dio por terminada la emergencia sanitaria internacional por el Covid-19. Pero hay una confusión muy grande: para algunos, la pandemia se acabó. ¿Cuál es la diferencia?
—El 4 de mayo la OMS declaró terminada la emergencia sanitaria internacional, después de tres años y tres meses de emergencia. Cinco días después, se decretó terminada esta emergencia en México. Pero la pandemia no termina. Como otras pandemias, puede durar meses, años.
Estamos hablando de dos terminologías totalmente diferentes. La emergencia es puntual, es un evento inusual, extraordinario, con potencial de difusión internacional y requiere de una coordinación internacional. Es lo que hemos vivido tres años.
La pandemia es un elemento que se define por su magnitud, respecto a un brote que es muy focalizado, una epidemia, que puede ser en un país, o regional. En una pandemia son muchos países. [En el caso del Covid-19], todos los países están afectados y todavía hay transmisión de persona a persona, por lo tanto la pandemia no termina.
¿Por qué no termina la pandemia?
—Se debe a muchos elementos. Primero las fluctuaciones y también la volatilidad del número de casos en los países y regiones. Actualmente, en la región del Pacífico oeste, países como China tenemos una emergencia con un alto número de casos nuevos y de transmisión de persona a persona. Estas fluctuaciones se deben a la naturaleza misma del virus. El Covid-19 es un virus de RNA, que implica una alta posibilidad de mutación. Eso hace que puede modificarse la transmisibilidad del virus, su patogenicidad —por tanto ser más letal, potencialmente— y su potencial de evadir la respuesta inmunitaria adquirida por vacunación.
Eso significa que pueden surgir nuevas variantes
—Sí, si ocurriera un salto genético, una mutación fuerte, lo que es posible con este virus, estaríamos hablando de una nueva cepa de interés, o de preocupación, y se reactivaría la emergencia. Los países tendrían que tomar medidas para contenerla, a sabiendas de que todos los sistemas estarían en alerta a pesar de que se declaró el fin de la emergencia.
También es importante saber que están activados todos los sistemas de vigilancia veterinaria, agroalimentaria y las investigaciones en el mundo silvestre porque este coronavirus nuevo es de origen animal y puede regresar a su reservorio natural.
¿Cómo se puede ver entonces hoy el Covid-19?
—El Covid-19 es ahora un problema de salud pública establecido y continuo. De ahí que la pandemia sigue activa.
¿Cuáles serían las recomendaciones para México?
—Mantener la capacidad adquirida durante la pandemia; aprender de las lecciones y consolidar los logros. Para mí es la recomendación más importante. ¿Y cuáles son los logros? La capacidad de diagnóstico desarrollada prácticamente al momento de la declaratoria de la emergencia en 2020, que permitió capacitar a otros laboratorios en el país; la secuenciación genómica del virus.
Hay que actualizar los planes de preparación y respuesta a la pandemia, al armonizar todo el sistema de vigilancia de todas las enfermedades respiratorias de origen viral, lo que permite no sólo limitarse al Covid-19, sino todos los virus tipo influenza o influenza tipo aviar.
Hay que mantener el instrumento de medición del exceso de mortalidad, que permite activar las alarmas descentralizadas, pero también tomar decisiones sobre la base de clasificación de enfermedades que generan este exceso de mortalidad.
Un éxito fue la iniciativa de comunicación de riesgos, análisis de percepciones y lucha contra la infodemia y la descentralización de los laboratorios.
También está el mantenimiento de los servicios esenciales y asociar la vigilancia y atención de las comorbilidades y factores de riesgo. Hablamos de la hipertensión, obesidad, diabetes, pero también de la salud mental que afectó no sólo al personal de salud, sino a la comunidad mexicana.
Estos servicios deben mantenerse. Sabemos que la hipertensión, la obesidad y la diabetes son factores agravantes —del Covid-19— y causa de muertes en exceso.
Los esfuerzos que se hicieron en vacunación; la reconversión hospitalaria. En México nunca hubo un colapso de los hospitales, eso se tiene que mantener… Y prepararse para futuros eventos: Actualizar planes de preparación y respuesta, pero ahora, y en adelante, con enfoque multiamenazas, no sólo emergencias sanitarias, sino desastres naturales. La idea es tener un sistema más resiliente ante emergencias sanitarias.
¿Qué pasa con la vacunación?
—La recomendación aquí es integrar la vacunación contra el Covid-19 en los programas y esquemas de vacunación universal del país. Para eso, hay que aumentar la cobertura en los grupos de alta prioridad que para el Covid son el personal de salud, los adultos mayores de 85 años y los adultos mayores en general; mujeres embarazadas, población en situación de vulnerabilidad e inmunodeprimida.
Eso va a evolucionar en función de la aparición o no de nuevas variantes, subvariantes, lineajes para que los laboratorios puedan poner vacunas más adecuadas a las cepas circulantes en el momento.
¿Ustedes están considerando que la gente tendrá que seguir vacunándose? ¿Cada cuándo? ¿Con qué tipo de vacunas? ¿De qué hay que estar pendientes para saber?
—Nos falta todavía precisión sobre las variantes en circulación, a las cuales deben responder las vacunas, que se insertarían dentro de los esquemas nacionales de los países, con una frecuencia anual, que es la que se gestiona.
Un poco del tipo de la influenza, con la cual hay un sistema de vigilancia global que informa sobre las cepas que se están presentando. Lo mismo aplicaría con las vacunas Covid. Estamos hablando de una propuesta por definir de una vacunación anual dirigida a las personas en situación de alta prioridad.
Hay que prepararse para la autorización de contramedidas médicas. En otras palabras, el acceso a medicamentos, biológicos y vacunas que han recibido la luz verde por parte de las autoridades reguladoras del país, en este caso la Cofepris. Es sumamente importante aplicar tratamientos validados, vacunas validadas por las instancias reguladoras del país.
Hay que involucrar también a las comunidades y líderes. De ahí que la comunicación de riesgo y el compromiso comunitario es fundamental... Estamos hablando aquí de la lucha contra la infodemia… que se ha institucionalizado en la Dirección General de Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud y desarrollado en más de 20 entidades federativas del país. Estamos tratando de ampliar para que las 32 entidades federativas dispongan de estas herramientas. Y hay que apoyar la investigación para mejorar las vacunas, pero también necesitamos más información del pos-Covid o el Covid largo.
¿Ustedes ven un escenario en el que se abra el tema de las vacunas y se distribuyan al sector privado?
—Esa es una decisión que depende del país y pasa por los procesos legislativos correspondientes. Nosotros estaremos muy atentos. La condición universal es la calidad y seguridad comprobada de estas vacunas y después los mecanismos de vacunación, los centros de vacunación, los define el país. Algunos países pueden decidir entregar y aplicar esta vacuna en el sector privado. Es decisión del país, soberana.