“La situación es realmente mala y hay mucha gente que necesita ser salvada. Estoy llorando y rezando todo el tiempo”, cuenta Ömer Demirkaya, joven turco que se ha sumado a una red de ayuda humanitaria que, dice, ha sido insuficiente para las víctimas de los terremotos que quebraron la tierra la madrugada del lunes y han dejado más de 15 mil muertos en el sudeste de Turquía y el noroeste de Siria.
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Se siente una tristeza que desborda, afirma desde Pamukkale Denizli, ciudad ubicada a 905 kilómetros del epicentro de los sismos en donde se han organizado colectas de víveres y artículos de primera necesidad para las víctimas. “Estamos tratando de enviar donaciones y suministros: linternas, alimentos, ropa, guantes y mantas. Los enviamos usando un grupo llamado AFAD que lucha contra los desastres naturales”.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Ömer Demirkaya alerta que la supervivencia de los damnificados está en riesgo debido a las bajas temperaturas y al poco o nulo apoyo que han recibido en algunos sitios afectados.
“La ayuda no está llegando, la gente tiene hambre y lamentablemente empezó a saquear los supermercados para conseguir comida. [Las autoridades] dicen que murieron 10 mil personas, pero yo creo que fueron muchas más”.
Además, afirma, Hatay, la provincia que más sufrió el terremoto, no ha recibido la ayuda necesaria y suficiente: “Mucha gente todavía está debajo de los edificios en ruinas. Hace mucho frío, quienes hayan sobrevivido podrían morir de hipotermia en las calles. La situación está tan mal, que necesitamos ayuda seria”.
“No estábamos preparados para un terremoto; la mayoría de las personas que viven en Turquía no estamos educadas sobre cómo actuar ante situaciones así”, menciona.
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