La adversidad es en ocasiones el mejor generador de una diplomacia flamante. Los países del golfo Pérsico han demostrado que para ello no se requiere ser la principal economía o el vecino de una potencia mundial. Algunas naciones han sido etiquetadas por avanzar con una “diplomacia de chequera”, pero si revisamos con un poco de atención son Estados con menor dimensión económica o comparables con México.
Previo a la punzante guerra entre Israel e Irán notamos a varios países de Medio Oriente con una política internacional que influye muy por arriba de las potencias medias y países con capacidades similares. Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar nos hacen repensar las relaciones internacionales y el uso enérgico de sus recursos a favor de su población.
Si medimos con una regla tradicional de política exterior, Turquía sería un país a destacar. Los turcos son quienes mejor invierten en sus recursos diplomáticos convencionales, siendo sólo superados por China y Estados Unidos, según el Índice de Diplomacia Global del Instituto Lowy (reporte 2024). Ankara cuenta con 252 representaciones en el exterior de las cuales 145 son embajadas. Supera a Japón, Francia, Reino Unido y Alemania en el total. Rebasa en número de embajadas a la Unión Europea, Rusia, India y Canadá. Turquía tiene el número uno en consulados y consulados generales, por arriba de Estados Unidos, China y México.
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Ahora, si estimamos quiénes ejercen mayor influencia mundial, más allá de su número de oficinas, sobresalen Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. Los tres tienen economías menores a las de Turquía y México. En contraste, los turcos y los mexicanos son más ricos en producto interno bruto (PIB), tienen poblaciones más grandes, asimismo, uno es vecino de la Unión Europea y el otro de Estados Unidos, lo que en teoría les debería dar un posicionamiento automático.
El caso de Arabia Saudita es representativo porque pareciera que puede negociar como potencia mundial con los principales poderes, pese a ser una potencia media. En fechas recientes, los sauditas se han sentado en primera fila junto a Estados Unidos, China y Rusia. Su voz ha tenido amplio impacto, a veces más que las potencias nucleares y los miembros del G7, con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Aconsejan no sólo sobre Israel y Palestina, sino sobre el futuro de Ucrania.
La diplomacia saudita se ha caracterizado por enfocarse en sus ventajas comparativas y por extender su influencia pese a sus límites materiales. Los sauditas están en la posición 19 en la economía global, pero no han concentrado su gasto nacional en armamento, como algunos de sus vecinos. Incluso, una de sus banderas ha sido la reconciliación nacional con adversarios históricos como Irán y Qatar, según los académicos israelitas Mordechai Chaziza y Carmela Lutmar de la Academia Ashkelon y la Universidad de Haifa.
El gobierno saudita hizo lo que se esperaría de una potencia occidental o de un país europeo y ello pasó en una monarquía de Medio Oriente: creó una política internacional de la mano de la modernización del país y que mitiga su dependencia del petróleo.
El arte de la diplomacia es precisamente eso: que la luz alumbre, pero que no queme. Va más allá de las políticas exteriores de un mandatario del Ejecutivo, es más que la oficina de un presidente, primer ministro o rey. Significa incluir a todo el gobierno, todo el Estado, a la iniciativa privada, en un proyecto y un presupuesto acordado en el parlamento, con un interés nacional claro. A esa brújula de políticas públicas y gasto nacional los sauditas le llamaron: Visión 2030. Esa política internacional partió de una inversión de 3 trillones de dólares, entre 2019 y 2030, con un enfoque en infraestructura rentable y posicionamiento global en tecnología, educación e inversiones.
Si bien la cantidad de pobres sauditas bajó de 18% a 13% de 2010 a 2021, el gobierno reconoció que los ingresos para crear empleos dependían en gran parte su relación con el exterior y que era también urgente hacer más competitiva a la empresa estatal de petróleo Aramco. Otro objetivo del fondo de inversión pública (PIF) de Visión 2030 es mejorar la calidad de vida, oferta de vivienda y salud de sus ciudadanos (aunque en ello no se menciona a los migrantes extranjeros).
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El presupuesto saudita ha fortalecido su posición tradicional en sectores como el energético y el humanitario y lo ha colocado como un nuevo mediador mundial. Es natural escuchar que ha sido el productor líder de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y la dependencia que le impone el gigante petrolero Saudi Aramco. Sus contribuciones humanitarias de las últimas tres décadas han superado los 133 mil 800 millones de dólares. Lo nuevo es su incursión como facilitador global o “bróker diplomático”. En Ucrania con ayuda humanitaria de 100 mil millones de dólares; en Siria, Líbano y las cumbres africanas estamos viendo más a los sauditas, en lugar de los franceses y británicos.
La innovación saudita en la diplomacia contemporánea es quizá el poder suave a través los deportes. El PIF tuvo 925 mil millones de dólares de activos en 2023 e invirtió más de 51 mil millones en propiedades deportivas desde 2016. Adquirió al equipo de futbol Newcastle United y la liga “Saudi Pro League” atrajo a jugadores como Cristiano Ronaldo, Karim Benzema y Neymar Jr. Además, recibirán al Mundial en 2034.
En automovilismo de Fórmula 1 encabezó el Grand Prix de Jedda 2021 y Aramco la ha patrocinado con 40 millones de dólares anuales. La inversión saudita en la industria de juegos electrónicos conocida como gaming y e-games ya refleja un posicionamiento global, que también proyecta un consumo local de 6 mil 800 millones de dólares. Este poder de atracción cierra con Neom, la megaciudad turística del mar Rojo, de 500 mil millones de dólares y 26 mil kilómetros, además de Trojena, un complejo para recibir los juegos asiáticos de invierno en 2029.
Los Emiratos Árabes Unidos consiguieron la posición 10 mundial en el Índice de Poder Suave (Soft Power Index 2025). Esta atracción es resultado de amplias inversiones de promoción internacional y en inversión extranjera. Los Emiratos están a sólo 72 kilómetros de distancia de Irán y se han presentado como un país abierto a los negocios, con estándares occidentales y que recibe a migrantes profesionales y manuales de todos los continentes.
Los Emiratos son un país que está dejando su dependencia del petróleo para dedicarse a actividades que emanan de y complementan su diplomacia pública. Su exportación de crudo sigue siendo importante, pero se destaca que Estados Unidos no está entre sus primeros clientes. En 2023 sus principales compradores de petróleo fueron Japón, China, Tailandia, India y Singapur.
El turismo, desarrollo de infraestructura y el sector financiero son un componente fundamental de su economía y su relación con el extranjero. Empero, las áreas que se apalancan hacia el futuro son energías renovables, inteligencia artificial e industrias avanzadas. Los Emiratos Árabes Unidos son el segundo país más atractivo para hacer negocios del planeta (Ease of Doing Business) y sólo en 2023 registraron 200 mil nuevas empresas. Siendo la economía 27 se encuentra en el lugar 11 de mayor influencia internacional por el Índice de Poder Suave. Incluso, su marca país “UAE Nation Brand” se valora en 1.22 trillones de dólares.
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Qatar es la economía 55 y también un innovador que replantea la diplomacia. Ahora, los qataríes aparecen en los noticieros, ya que hospedan una de las bases militares estadounidenses que fueron atacadas por Irán, más eso no debe desestimar sus esfuerzos por crecer mediante medios pacíficos y poder suave. De acuerdo con Ana Villalba, la apertura a los negocios, el desarrollo de infraestructura, una imagen moderna y de apertura y el uso de sus plataformas mediáticas, citando a Al Jazeera, han sido fundamentales para aumentar su influencia y percepción positiva internacional.
Los qataríes dan prioridad a sus inversiones en Europa. De manera sectorial se inclinan por los bienes raíces y han participado en empresas y bancos como Volkswagen, Porsche, Deutsche Bank, Barclays, Credit Suisse y el aeropuerto de Londres Heathrow.
El gobierno de Qatar ha sido acusado de “tomar atajos” a nivel internacional, abusar de sus recursos financieros para conseguir objetivos de gobierno. El caso más famoso ha sido el del Mundial de futbol, en países como Alemania, con una afición que criticaba su designación en 2022. El antecedente futbolístico partía de cuando el fondo qatarí Qatar Sports Investment compró al equipo francés Paris Saint-Germain, hecho que no agradó a los aficionados europeos. Asimismo, Qatar recibió su primer Grand Prix de Fórmula 1 en 2021.
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Pese a que Qatar tiene un alto ingreso per cápita, es una monarquía que ha sufrido de cerca los conflictos bélicos de Irán, Arabia Saudita, Irak y Kuwait. En ese contexto, se ha ofrecido como mediador en las hostilidades que experimentan Yemen, Líbano y Sudán.
En el conflicto Israel-Irán se espera que potencias nucleares como China y Rusia pudieran ser conciliadores. Un mediador natural sería también Arabia Saudita. Tanto sauditas, emiratíes y qataríes han obtenido beneficios para sus ciudadanos, a través de un presupuesto que ha rendido frutos diplomáticos y económicos. El reto que enfrentan en tiempos de guerra es geopolítico y requerirán también de diplomacia y recursos para resolverlo.
Horacio Saavedra es especialista en geopolítica y miembro de Comexi