Más Información
Sheinbaum evita polemizar con Salinas Pliego; confía en que se resuelvan adeudos fiscales por 35 mmdp contra sus empresas
Hallan cajas negras del avión de Azerbaijan Airlines siniestrado en Kazajistán; expertos brasileños participarán en descifrado
Continúan la fiesta de Navidad en cantinas de la CDMX; "estoy pedísimo, pero a gusto y disfrutando", relatan
Detienen a más de 50 policías municipales en Chiapas; son acusados de vínculos con el crimen organizado
Tijuana.— El 8 de junio, Milagros supo que Tijuana sería su nueva patria. Ese día, a sus 16 años, nació su primer hijo: Alexander. Dejó la violencia entrañada en las calles de El Salvador para cruzar hacia EU, pero se detuvo justo en la antesala del que le habían prometido era el sueño americano.
Huyó de San Salvador y atravesó los más de 3 mil kilómetros de distancia que hay entre su país, Honduras, Guatemala y desde el sur hasta el norte de México. La acompañó Xiomara, su hermana de 13 años; pero al llegar en una de las últimas caravas, dudó. No había ningún sueño que perseguir.
Aunque tuvo ofertas para cruzar a la Unión Americana, decidió quedarse. El miedo a regresar a la violencia, las armas y los muertos diarios de su barrio era mayor, y la inseguridad de saber si será aceptada o no del otro lado de la frontera, la hicieron elegir a la nación del sol azteca.
Desde una litera, en un refugio para migrantes, enclavado entre cerros y un camino terregoso, cría a su bebé en compañía de su hermanita y de su papá, quien fue deportado. Con ella viven otras familias que llegaron también desde Honduras y Guatemala con el mismo sueño de llegar a EU convertido en decepción.
“Pienso que puedo ser mesera o trabajar en un fábrica, no quiero irme… hemos llegado y ellos sólo nos cerraron la puerta”, dice María, una hondureña que intentaba cruzar, pero tras casi tres meses de esperar en Tijuana, decidió quedarse en México, porque allá no tiene ni quién la reciba.
El pastor del albergue Agape, Alberto Rivera, dijo que al menos una tercera parte de los migrantes que ya tienen más de un mes en su refugio están considerando quedarse o incluso regresar a sus países. Entre el apoyo de organismos internacionales y de compañías de autobús privadas, con tarifas especiales, se han organizado para poder volver.
Según la Secretaría General del gobierno de Baja California, hasta mediados de julio más de 9 mil migrantes fueron retornados a la entidad para esperar en territorio mexicano, alrededor de 7 mil concentrados en Tijuana y el resto en Mexicali.