Miami. Agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés) fuertemente armados rodearon cada una de las entradas de la mansión del expresidente Donald Trump, conocida como Mar-a-Lago, ubicada en West Palm Beach, Florida.  

Sin saber aún que ocurría, curiosos, seguidores del expresidente y adversarios comenzaron a reunirse a dos cuadras del lugar, custodiado también por policías locales, para evitar el paso.
 
Al paso de las horas trascendió que se trataba de un allanamiento con orden judicial para buscar documentos clasificados que Trump se habría llevado a esa casa al concluir su administración, lo cual podría representar un delito federal con consecuencias legales graves. Este martes, medios aseguraron que el FBI se llevó alrededor de una docena de cajas con documentos, que se suman a las 15 que ya habían sido confiscadas en febrero por la Administración Nacional de Archivos y Registro, a la que el magnate debió entregarlas al concluir su periodo presidencial, en enero de 2021.  

Nunca en la historia de Estados Unidos había sido allanada la casa de un expresidente. Y la polémica y el interés se desbordaron.  

 “Debemos esperar a ver qué es lo que se llevaron -de la mansión de Trump- para saber si se trata de documentos clasificados” dice a EL UNIVERSAL Hernán Molina, analista político con sede en Los Ángeles, California. “Aun cuando lo fueran, hay que ver qué tipo de documentos son y que tan grave puede ser como para abrirle una investigación que pueda llevarlo a niveles de sufrir un encarcelamiento y sacarlo de la carrera presidencial”. 

No sólo está en riesgo su candidatura. “Están abiertas varias posibilidades para que Trump pise la cárcel y se quede ahí varios años”, subraya Hernán Molina. 
Los demócratas se declararon sorprendidos por el cateo. La Casa Blanca aseguró no saber nada. Pero la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, fue clara: “Nadie está por encima de la ley”, dijo. 

Paralelamente a este momento histórico por sus características únicas, republicanos apegados a su partido y no necesariamente a Donald Trump, levantan la voz también para reprobar la acción de la administración de Joe Biden, por atreverse a allanar la casa de un expresidente y un excomandante en jefe de los Estados Unidos. “No necesariamente defienden a Donald Trump, defienden la investidura presidencial de un republicano” señala Molina. 

Senadores como Ted Cruz y Marco Rubio acusaron que se trata de una “cacería”, e intentan sacar ventaja de la situación. La hora de la venganza, afirman, serán las legislativas de noviembre. Y los estadounidenses, considera el partido, tienen en sus manos devolver a los conservadores el Congreso y evitar “un daño mayor” de la administración de Joe Biden

Simpatizantes de Trump, reunidos el lunes y este martes afuera de la residencia de Mar-a-Lago, se la pasaron gritando consignas a su favor. Uno de ellos ondeaba una bandera con el nombre del expresidente y su famoso eslogan “Hagamos Grande a América Otra Vez”. “Está mal, está mal, no deberían estar haciendo eso contra Trump. Esa no es manera de tratar de quitarlo del camino a la Casa Blanca”, insistía. En declaraciones a este diario, otro coincidía en que “es la peor manera que se le pudo ocurrir -a Biden- para tratar de que no llegue a la Casa Blanca otra vez. Pero confiamos en que también va a superar esto y lo veremos nuevamente sentado en la Sala Oval”.  

Los adversarios del exmandatario tampoco se quedaron callados. “Ya es hora de que nuestro presidente haga algo contra Trump. Se la ha pasado burlándose de todos y especialmente ha estado rompiendo la ley sin que haya consecuencias”, dijo uno de ellos a este medio. 

¿A quién beneficia el allanamiento? A decir de los demócratas, a la ley y a sus posibilidades de sacar a Trump de la jugada si se comprueba que cometió un delito federal. A decir de los republicanos, al magnate, si el allanamiento termina siendo no más que una “llamarada” que no pasará a más, excepto por convertir al exjefe de Estado en víctima. 

Aún es pronto, considera Molina, para saber a quién terminará beneficiando el allanamiento. Por ahora, está impulsando, dice, a la base de Trump. “Creo que él hasta buscó esta causa, porque lo pone en el centro de la escena, irrita a su base -de seguidores- que lo protege y lo quiere y la moviliza. Eso a él le conviene hasta cierto punto. En el mediano plazo es difícil saber cómo va a impactar todo esto a Trump. Tiendo a pensar que este es uno de los escándalos de los varios que están por venir”. 

En Estados Unidos, la ley tipifica como delitos deshacerse de registros o trasladarlos para conservarlos en lugares no autorizados. La violación de esta ley podría acarrear entre 5 y 10 años de cárcel. Y también es un delito el mal manejo de estos documentos, de manera intencional o involuntaria. 

Además de esta investigación, el Departamento tiene otras dos activas: a primera sobre la intención de Donald Trump por anular las elecciones presidenciales del 2020 y los hechos que se presentaron el 6 de enero de 2021 en el Capitolio, por parte de una turba de sus seguidores, de los cuales varios iban armados. 

Mary Viveros, residente de Florida, apoya la teoría de que el cateo busca desprestigiar a Trump porque los demócratas tienen miedo de que se postule para las presidenciales de 2024. “Lo que le están haciendo al expresidente es desproporcionado e injusto; lo único que buscan es humillarlo. Quieren evitar que se postule a la presidencia, pero no lo van a conseguir. Todo mi apoyo a Donald Trump y su familia”. 

En contraste, Lupita Munguía, también en Florida, asegura que era lógica una investigación contra alguien que, como Trump, “buscó cancelar las elecciones presidenciales que no pudo ganar a través de actos violentos. Espero que lo juzguen y lo veamos en la cárcel”. 

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