. Los restos de los seis cooperantes extranjeros fallecidos en un deben ser repatriados este miércoles a través de Egipto, en medio de una avalancha de críticas al gobierno de Israel.

Un bombardeo israelí mató el lunes a en Deir al Balah, en el centro de Gaza. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, calificó el ataque como un "resultado inevitable de la forma en que se lleva a cabo actualmente esta guerra".

Los restos de los seis cooperantes internacionales, que murieron junto a otro compañero palestino, serán transportados este miércoles hasta Rafah, en el extremo sur del enclave, para ser repatriados, dijo Marwan al Hams, director del hospital Abu Najar de esta ciudad fronteriza con Egipto.

El jefe del Estado Mayor israelí, el general Herzi Halevi, reconoció que se trató de "un grave error" que se produjo "tras una identificación errónea durante la noche, durante una guerra, en condiciones muy complejas". "Esto no debería haber sucedido", admitió.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, declaró que fue un "trágico incidente" y que será investigado "hasta el final".

Las muertes de estos siete cooperantes incrementan la presión contra Israel, cuya guerra desde el ataque del movimiento islamista palestino Hamas el 7 de octubre ha arrasado la Franja de Gaza y ha dejado a su población de 2.4 millones de personas al borde de la hambruna, según la ONU.

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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que Israel "no hizo lo suficiente para proteger a quienes intentan repartir la ayuda que los civiles necesitan desesperadamente" y exigió una investigación "rápida".

El primer ministro australiano, Anthony Albanese, llamó a Netanyahu y le expresó su "ira y preocupación" por el ataque, en el que murió una cooperante australiana.

Para el primer ministro polaco, Donald Tusk, el incidente, en el que también falleció un polaco, sometía la solidaridad con Israel "a una dura prueba".

El papa Francisco manifestó su "profunda tristeza" por la muerte de los cooperantes y renovó su llamado para que "la población civil, agotada y sufriente" pueda acceder a la ayuda humanitaria, así como la liberación inmediata de los rehenes aún cautivos en Gaza.

La ONG WCK, fundada por el conocido chef español José Andrés, con nacionalidad también estadounidense, dijo estar de luto por la pérdida de estos siete "héroes", en un "ataque dirigido" lanzado a pesar que el grupo había coordinado sus movimientos con las fuerzas israelíes.

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WCK reveló la identidad de los siete trabajadores.

Se trata del palestino Saifeddine Issam Ayad Abutaha, de 25 años; la australiana Lalzawmi (Zomi) Frankcom, 43; el polaco Damian Sobol, 35; el estadounidense-canadiense Jacob Flickinger, 33; y los británicos John Chapman, 57, James (Jim) Henderson, 33, y James Kirby, 47.

La organización ha suspendido sus operaciones de entrega de comida y un barco procedente de Chipre que ya estaba cerca de las costas gazatíes con unas 240 toneladas de víveres dio media vuelta sin descargar.

La guerra en Gaza estalló el 7 de octubre tras un ataque de los milicianos de Hamas en Israel que dejó mil 160 muertos, la mayoría civiles, según un recuento con base a datos israelíes.

Los comandos islamistas también tomaron unos 250 rehenes, de los cuales unos 130 continúan en Gaza, incluidos 34 que habrían fallecido, según Israel.

En represalia, Israel prometió "aniquilar" a Hamas, y su ofensiva en Gaza ha provocado hasta ahora 32 mil 975 muertos, según el último balance del Ministerio de Salud del territorio, gobernado por Hamás desde 2007.

En los bombardeos israelíes de las últimas 24 horas, murieron al menos 60 personas, según el ministerio.

El ejército siguió las operaciones en el sector del hospital Al Amal, en Jan Yunis, en el sur del enclave, y aseguró que sus fuerzas "mataron y capturaron a cierto número de terroristas" y encontraron "muchas armas".

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Un representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Dominic Allen, advierte de una escasez atroz de medicinas y de las dificultades para repartir la ayuda en el territorio.

"La gente con la que nos hemos cruzado está demacrada, nos dicen que buscan qué pueden comer. Estamos muy preocupados por las mujeres embarazadas y que dan el pecho", explica en una entrevista a la AFP a la vuelta de una misión de una semana en la Franja.

Según Allen, los pacientes que necesitan ser intervenidos "tienen que llevar su bidón de carburante" para que funcione el bloque operatorio, y las mujeres con periodo se ven obligadas a hacer toallas sanitarias con trozos de la tienda de campaña donde viven.

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