Miami.— Mientras se acercan las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos, las tensiones no sólo provienen de la feroz competencia política interna, sino también de dos fuerzas externas que amenazan con alterar el proceso democrático, la desinformación generalizada entre los votantes y los esfuerzos constantes de actores extranjeros para interferir en el sistema electoral. ¿Hasta qué punto estos factores pueden influir en los resultados? Expertos, votantes y analistas advierten sobre los riesgos que enfrenta la democracia estadounidense.
Desde las elecciones de 2016, la desinformación ha jugado un papel clave en el desarrollo del debate político en EU. Las teorías de conspiración y las noticias falsas han afectado profundamente la confianza de los votantes en la legitimidad del proceso electoral. Según datos recientes del Bipartisan Policy Center, 18% de los votantes estadounidenses afirman que confiarían en los administradores electorales locales para obtener información precisa sobre las elecciones. La mayoría prefiere las redes sociales y los medios de comunicación nacionales, aunque a menudo actúan como plataformas de desinformación o distorsión de los hechos.
“La desconfianza en las instituciones es el mayor peligro que enfrentamos”, señala Justin Roebuck, administrador electoral de Ottawa County, en Michigan. “Veo a personas que, incluso en comunidades que votaron mayoritariamente por Trump, cuestionan abiertamente los resultados de 2020, lo que muestra cómo la desinformación ha calado profundamente en la conciencia pública”. Las redes sociales, en particular, han amplificado este fenómeno. Facebook, YouTube y Twitter se han convertido en fuentes clave de noticias para millones de votantes, lo que ha permitido que actores maliciosos difundan contenido engañoso a gran escala.
Rusia, China e Irán, en la mira
Si bien la desinformación interna es una amenaza clara, la intervención extranjera añade una capa adicional de complejidad. Desde la intromisión rusa en las elecciones de 2016, que el informe Mueller calificó de “vasta y compleja”, los esfuerzos de intereses internacionales para influir en los votantes estadounidenses han evolucionado.
Según un informe del Brennan Center for Justice, países como Rusia, China e Irán han intensificado sus campañas de desinformación en 2024 con el objetivo de sembrar discordia y debilitar la confianza en la democracia estadounidense. “Vemos a Rusia nuevamente como el principal actor en las elecciones de 2024”, afirma Stephen Slick, director del Intelligence Studies Project en la Universidad de Texas. “Putin no tiene nada que perder y todo que ganar si se siembran dudas sobre la legitimidad de los resultados”.
Rusia ha sido especialmente activa en el uso de redes para influir en los votantes. A través de campañas sofisticadas, que incluyen el uso de deepfakes y la manipulación de influencers estadounidenses. Sin que ellos lo sepan, el Kremlin ha buscado promover contenidos que beneficien sus intereses geopolíticos, como el debilitamiento del apoyo de Estados Unidos a Ucrania.
China ha adoptado una estrategia diferente, centrándose más en la manipulación de contenidos sobre la democracia y los derechos humanos en EU, sin intervenir directamente en el apoyo a candidatos específicos. Irán ha intentado hackear campañas electorales y difundir desinformación sobre temas de política exterior relacionados con Medio Oriente.
Impacto en los resultados
Expertos consultados coinciden en que, aunque estos esfuerzos pueden influir en la percepción pública y la confianza en el sistema, es menos probable que alteren directamente el resultado de una elección presidencial. “Lo que intentan estos intereses [extranjeros] no es tanto cambiar el resultado como sembrar la duda”, explica Olga Belogolova, directora de la Emerging Technologies Initiative en la Universidad Johnns Hopkins. “El verdadero impacto está en la erosión de la confianza, en hacer que la gente cuestione si su voto realmente cuenta”. El mayor riesgo radica en el efecto disuasorio que estas campañas de desinformación pueden tener sobre la participación. Cuando los votantes no confían en la integridad del sistema, pueden optar por no votar, lo que beneficia a aquellos que buscan desestabilizar el proceso. Según una encuesta del Bipartisan Policy Center, 65% de los que participan está preocupado por la posibilidad de que se intente anular los resultados de una elección justa.
Combatir la amenaza
A pesar de estos riesgos, el gobierno de EU ha intensificado sus esfuerzos para contrarrestar tanto la desinformación como la interferencia extranjera. En respuesta a los hackeos y la desinformación, las agencias federales como la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI, por sus siglas en inglés) y la Agencia de Seguridad Cibernética y de Infraestructura (CISA, por sus siglas en inglés) han mejorado sus mecanismos de defensa cibernética.
Las grandes empresas tecnológicas, como Meta y Google, han reforzado sus divisiones de análisis de amenazas. El fiscal general, Merrick Garland, prometió en una reciente conferencia de prensa que el Departamento de Justicia será “implacablemente agresivo en la lucha contra los intentos de Rusia, Irán, China y cualquier otro interés maligno de interferir en nuestras elecciones y socavar nuestra democracia”. Si bien el riesgo de manipulación directa de los resultados es bajo, la combinación de desinformación entre los votantes y la interferencia extranjera amenaza con debilitar la confianza en el sistema democrático.