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Yakarta.— La cifra de muertos por los terremotos y el tsunami ocurridos en la isla indonesia de Célebes superó ayer los mil 400; socorristas descubrieron que un poblado entero fue devastado por las olas, y la erupción de un volcán en el noreste de la zona de desastre se sumó a la tragedia.
“El balance es de mil 407 muertos”, indicó Sutopo Purwo Nugroho, el portavoz de la agencia de gestión de catástrofes naturales. Las autoridades se dieron hasta el viernes —una semana después de la catástrofe— para encontrar posibles supervivientes. Pasada esta fecha, las posibilidades serán prácticamente nulas.
Los equipos de rescate se concentran en algunas zonas alrededor de Palu, una ciudad de la costa golpeada de lleno por el tsunami, y especialmente en el hotel Roa Roa, donde aún habría unas 60 personas sepultadas bajo los escombros.
Conforme logran avanzar, los socorristas se van dando una idea de la magnitud del daño causado por los terremotos y el posterior tsunami, que devastó por completo el pequeño poblado de Petobo, que se ubicaba entre Palu y la jurisdicción de Sigi, en el sur. “Cuando llegamos a Petobo encontramos que ha sido borrado del mapa por el poder del tsunami”, dijo una delegada de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR) que acompañaba al equipo de rescate. Allí vivían cerca de 500 personas y por el momento se han rescatado los restos de 14 personas.
En Palu, sobrevivientes buscan desesperadamente comida en las granjas. “Es una ciudad zombie. Todo está destruido. No queda nada”, dijo Joh-nny Lim, dueño de un restaurante del distrito de Dongala. “No hay comida, no hay agua”, agregó.
Jason R. Patton, geólogo de la Universidad Estatal de Humboldt, en Estados Unidos, dijo que una avalancha submarina pudo haber potenciado el devastador tsunami, con base en las imágenes que muestran “extensos corrimientos de tierra en las montañas en torno al valle donde se asienta Palu”.
Para terminar de complicar la situación, el volcán Soputan lanzó cenizas hasta a cuatro kilómetros de altura. Se mantiene una zona de exclusión de 4 kilómetros a la redonda. Se trata del tercer evento tectónico en Indonesia en menos de una semana, lo que evidencia las dificultades que enfrentan las autoridades en una región que se ubica en el Cinturón de Fuego del Pacífico. De crecer, la erupción podría complicar los esfuerzos de búsqueda de sobrevivientes.
Los saqueos continúan, por lo que los soldados en Palu recibieron órdenes de disparar en caso de que sea necesario.