Miami.— La , en Estados Unidos, no es simplemente una fiesta religiosa. Es una fecha cargada de ritos seculares profundamente establecidos; decorar huevos, buscar sorpresas escondidas en el jardín, desayunar panecillos y huevos duros a los que quitan la cáscara como símbolo de , mientras los niños corren en pijama con sus canastas en mano. Para millones de familias, es una memoria transmitida de abuelos a padres y de padres a hijos.

“Nuestra mamá solía comprar tres docenas de huevos”, contó a Kelly Fernández, quien es madre y abuela en Miami y cuarta generación en Estados Unidos. “No creo que siquiera comiéramos todos los huevos, pero es el recuerdo de hacer algo con mami. Y eso no tiene precio”.

En años normales sin crisis sanitaria ni alzas extremas de precios, la temporada de Pascua en Estados Unidos genera la venta de entre 180 y 200 millones de huevos, según el American Egg Board. Este periodo es uno de los picos de mayor demanda anual, impulsado no sólo por el consumo alimenticio, sino por tradiciones como la decoración de huevos, las búsquedas infantiles y eventos comunitarios como el Easter Egg Roll en la Casa Blanca, donde el huevo se transforma en símbolo festivo, cultural y familiar más que en simple alimento.

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Pero para esta Pascua 2025, el huevo se ha convertido en un artículo de lujo. No es la primera vez que los precios de un producto esencial provocan cambios en los hábitos culturales. Pero como todo en la era de Donald Trump, el huevo está en el centro de una tormenta económica, sanitaria y emocional.

La causa, como muchas otras desde 2020, tiene un origen biológico. La gripe aviar, en su variante más agresiva desde hace más de una década, ha obligado a sacrificar más de 30 millones de gallinas ponedoras desde enero. La cifra total de aves afectadas desde que estalló el brote en 2022 supera los 168 millones. El precio del huevo ha respondido con una brutalidad casi bíblica; de 1.93 dólares (38.60 pesos) por docena en 2022 se disparó a más de 6.70 dólares (134 pesos) en marzo de este año, según cifras oficiales estadounidenses.

“Las papas son lo único que puedo pagar para que mis hijos las pinten como si fueran los huevos”, escribió una madre en redes sociales, resumiendo con ironía y frustración lo que miles de hogares están sintiendo esta semana.

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El huevo no es simplemente un alimento en esta época del año en la Unión Americana; es uno de los símbolos más antiguos de vida nueva, fertilidad y renacimiento. En tiempos precristianos, ya en Mesopotamia y Europa del Este, se pintaban huevos para celebrar el equinoccio de primavera. Con la llegada del cristianismo, ese símbolo se transformó en alegoría de la resurrección: la cáscara representa la tumba sellada, y el nacimiento de la vida desde dentro, el triunfo de Cristo sobre la muerte. La tradición se consolidó en Europa y fue traída a América por inmigrantes, especialmente alemanes. En el siglo XVIII, estos colonos introdujeron la figura del Osterhase, una liebre mágica que ponía huevos de colores y los escondía para los niños bien portados. En Estados Unidos, esa liebre evolucionó hasta convertirse en el Easter Bunny, el conejo de Pascua que, con una lógica zoológica imposible pero una eficacia cultural extraordinaria, quedó convertido en el mensajero de la vida nueva. El conejo no desplaza al huevo, sino que lo entrega. Es el símbolo del símbolo. La criatura mágica que encarna la primavera y reparte huevos duros para quitar las cáscaras llenas de azúcar, pintura o bendición.

A pesar de los dichos de Trump, quien insiste en culpar a su antecesor Joe Biden por el huevo, como por todo lo malo que pasa en el país, el precio se mantiene exorbitante: 6.23 dólares (124.60 pesos) la docena en promedio nacional. En algunas ciudades como Nueva York o San Francisco, los cartones superan los 9 dólares (180 pesos). Ante esta realidad, muchos supermercados han reaccionado retirando los huevos de sus promociones de Pascua. Walmart, por ejemplo, excluyó este año los huevos de su tradicional kit de comida pascual de 43 dólares a la venta (860 pesos). “Los incluíamos cada año, pero ahora simplemente no era posible”, reconoció un portavoz a través de X.

Comercios con otros giros anunciaron que ofrecerían opciones para sustituir los huevos. Michaels, la tienda de manualidades, reportó un aumento de 20% en la venta de kits para decorar huevos de plástico. “Con poco más de una semana para la Pascua, nuestros kits estaban casi agotados”, dijeron en un comunicado público. La marca Jet-Puffed lanzó un set especial de malvaviscos teñibles, disponibles por sólo 1.99 de dólar (39.80 pesos) en Walmart.com, como alternativa económica a la decoración tradicional. “Dado que los precios de los huevos han subido enormemente, encontré una alternativa divertida y mucho más barata”, explicó Rachel Anderson refiriéndose a otro tipo de actividad con sus tres hijos menores, desde Missouri, en un video de TikTok que acumula más de medio millón de vistas.

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Los niños también están notando el cambio. Durante una actividad comunitaria en San Diego, California, organizada previa al domingo por una parroquia, la mamá de un pequeño de ocho años contó a este diario que su hijo dijo sobre un huevo de plástico fluorescente: “Este huevo no se come, pero brilla en la oscuridad. Está más padre”. La mamá de Camila, una niña de seis años que también estaba ahí, lamentó que su hija estaba decepcionada y decía: “Yo quería pintarlo con mi abuelita, pero mi mamá dijo que mejor usáramos los de plástico”.

La situación no ha pasado desapercibida para los restaurantes y negocios familiares. Denny’s, por ejemplo, dio a conocer que habría un recargo temporal en los platillos que contienen huevo. “La demanda sigue, pero el costo nos está dejando márgenes casi nulos”, comentó un vocero en redes. Waffle House adoptó una medida similar, 50 centavos extra por huevo. “Es la única forma de no cerrar la cocina”.

El Departamento de Agricultura ha lanzado un plan de cinco puntos para contener la propagación de la gripe aviar, entre ellos, el refuerzo de medidas sanitarias, subsidios a granjas afectadas y monitoreo de precios. Para muchos, la respuesta fue tardía. El gobierno federal también ha abierto investigaciones sobre posibles prácticas de manipulación de precios por parte de grandes productores como Cal-Maine Foods, la mayor distribuidora de huevos en la Unión Americana. La sospecha gubernamental es que se está aprovechando del brote para inflar artificialmente el valor del producto.

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Con o sin huevo, hay celebración

A pesar del caos, los líderes religiosos han recordado que la Pascua trasciende cualquier tradición pagana. En una homilía reciente, el obispo auxiliar de Los Ángeles, Kevin W. Vann, dijo con firmeza que “Cristo resucitó sin necesidad de huevo alguno. La Pascua no se trata de canastas ni de dulces. Se trata de esperanza y, lo más importante, de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo”. En un comunicado de los Oblatos de María Inmaculada, se invitó a los fieles a “ser las manos de Cristo para los necesitados” y mantener el foco en la renovación interior.

En Houston, la parroquia San José organizó una búsqueda de huevos simbólica, sin huevos reales. En su lugar, niños decoraron piedras de río planas con mensajes de fe. “Es Pascua sea con huevos o con lo que tenemos”, dijo la señora Magdalena Ruiz, madre de tres menores, quien aprovechó la crisis como una oportunidad para volver a otra tradición mexicana; “hicimos pan de elote, cocimos lentejas, compramos tamales. Si no hay huevo, hay corazón”.

En Denver, una pequeña de 10 años escribió con lápices de colores sobre una cartulina que su mamá posteó en Facebook: “Jesús vive. No importa si el conejo no viene”. La misma cartulina fue parte de un mural colectivo creado en su escuela primaria y mostrado en redes, donde este año los maestros pidieron a los niños traer un símbolo de Pascua sin huevos. Algunos llevaron zanahorias, otras flores, otros bombones.

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Y así, entre huevos de plástico, papas y piedras pintadas, bombones y conejos de peluche, Estados Unidos se alista para una Pascua atípica pero igual de entrañable. Las canastas pesan menos, pero la carga simbólica es más profunda. Lo que antes se daba por hecho, un cartón de huevos a buen precio, la búsqueda en el jardín de los huevos mágicos del conejo, el desayuno con deviled eggs (huevos rellenos), ahora se valora como un privilegio que seguramente volverá. En muchos hogares no habrá cáscaras de huevos duros que romper, pero sí habrá risas, manos untadas de colorante, malvaviscos azules y oraciones en voz baja.

Quizá esta sea, al final, una Pascua más auténtica. Una que obliga a recordar que el milagro no está en el objeto, sino en el vínculo. En lo que resiste, incluso cuando todo sube de precio, porque esta Pascua, aunque con menos posibilidad, tiene más entrega y amor.

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