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"Quedé en shock cuando me avisaron por teléfono sobre el asesinato del presidente Jovenel Moïse", cuenta Marleine Bastien.
"Que lo mataran en su propia casa muestra lo inestable y peligroso que se ha vuelto Haití", dice la trabajadora social haitiano-estadounidense, refiriéndose al ataque armado que sufrió el presidente de ese país el miércoles en la madrugada.
Fundadora de la organización Movimiento de Red de Acción Familiar (FANM, por sus siglas en inglés) en Miami, Bastien lamenta que Haití esté sumido en una ola de violencia que lo ha transformado en un infierno.
"Hemos visto masacres, secuestros, violaciones de niñas, miles de personas tratando de escapar", explica.
Pero Bastien tiene otra historia que contar.
Una historia de orgullo sobre cómo los migrantes haitianos que llegaron a Miami a comienzos de los 80 lograron sentar las bases de una comunidad que, pese a los obstáculos, ha logrado forjarse un destino en Estados Unidos.
"La historia de Little Haiti es una historia de éxito", explica con una sonrisa en la cara, reconociendo que no ha sido nada fácil para las familias hacerse un lugar en un país donde existe lo que ella considera un "racismo sistémico".
Marleine Bastien
Bastien trabaja desde hace décadas con residentes marginados y familias que requieren asistencia en Miami.
Su centro de operaciones está en el icónico barrio "Little Haiti", también conocido como "La pequeña Haití".
Una zona que originalmente se transformó en el refugio de miles de personas que escapaban de la miseria, la violencia o los desastres naturales de su tierra, y donde ahora habita una comunidad que se ha abierto paso en difíciles circunstancias.
Epicentro de la vida cultural
En la Segunda Avenida Noreste, a la altura de la calle 59, está el epicentro de la vida cultural de Little Haiti.
Es fácil reconocerlo por los gigantescos y coloridos murales que cubren algunas de las paredes y, sin lugar a dudas, por un icónico edificio distinto al resto.
Es el Centro Cultural Little Haiti con su Mercado Caribeño (Caribbean Marketplace) que funciona los sábados.
Se trata de un colorido edificio diseñado por el arquitecto Charles Harrison Pawle como una réplica moderna del Mercado de Hierro de Puerto Príncipe, la capital de Haití.
También conocido por los residentes como el "Mache Ayisyen", su construcción sigue el estilo arquitectónico "gingerbread" haitiano de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Alrededor del centro cultural hay pequeñas tiendas de barrio que venden ropa, comestibles, música, servicio de lavandería y de envío de dinero al extranjero, así como algunas peluquerías.
La zona también está plagada de botanicas, pequeñas tiendas que venden artículos espirituales y todo tipo de objetos misteriosos relacionados con creencias religiosas del Caribe.
Una de ellas es la botanica 3x3 Santa Barbara, un sitio atiborrado de cosas tan distintas como calaveras, santos, muñecos de vudú, velas, estatuas, junto a algunos juguetes de madera y hasta personajes de Star Wars.
"No hay otro lugar donde puedas acercarte más a la cultura haitiana que en Little Haiti", cuenta Jean Dondy Cidelca, un joven arquitecto del barrio.
"Lo que más me gusta de aquí es la gente, porque es la gente la que hace que un lugar sea único", apunta.
"Hay varias cosas que hacer", agrega, como por ejemplo, el tercer viernes de cada mes se organiza un evento musical llamado Sounds of Little Haiti en el centro cultural. "Es un momento genial para comer y disfrutar del arte".
"Cuando caminas por Little Haiti escuchas música, sientes el olor de la buena comida haitiana… y el arte es muy hermoso", dice Marleine Bastien.
"Los haitianos somos acogedores, somos una comunidad inclusiva, vibrante y estamos luchando para mantener ese sabor cultural".
Pese a la distancia, la comunidad de Little Haiti mantiene un vínculo muy estrecho con su tierra.
"Los haitianos tenemos una pierna aquí y la otra pierna allá", dice Paul Christian Namphy, un residente del barrio.
"Mi hija de 9 años está de visita en Haití con su madre en este momento. Estoy preocupado por la situación actual, no sé cuándo podrán regresar".
Una situación que ha llevado al país caribeño a un nuevo nivel de incertidumbre e inestabilidad tras el asesinato del presidente, incluso para los estándares de una nación que ha tenido más de 20 gobiernos en 35 años y ha sido azotada por todo tipo de desastres naturales, pobreza y violencia.
Es probable que la nueva crisis, dicen expertos, empuje a más personas a escapar de la violencia tratando de encontrar refugio en otros países, como Estados Unidos, donde se calcula que viven unos dos millones de haitianos, la mayor parte de ellos en Florida.
El fantasma de la gentrificación en Little Haiti
Después de caminar varias cuadras, siguiendo más o menos la ruta que marca la Segunda Avenida Noreste de Little Haiti, hay ciertas imágenes que se repiten.
Como los muchos negocios de barrio que han cerrado definitivamente sus puertas y donde cuelgan avisos de "se vende esta propiedad".
También son comunes las personas mayores con pocos recursos económicos que dan vueltas por ahí sin un destino claro.
En ciertas partes del barrio podría pensarse que es una zona en decadencia, como esos pueblos que lentamente comienzan a ser abandonados.
Pero justo en la esquina siguiente hay un restaurante de alto nivel recién inaugurado y más allá una cafetería hip donde llegan profesionales con mayor poder adquisitivo a tomarse un capuccino mientras discuten cómo van a expandir su startup.
Como si fuera una colisión de dos mundos que por ahora conviven a la par, aunque quizás no por mucho tiempo.
"Little Haiti ha cambiado mucho. Hace 10 años comenzó un proceso de gentrificación", explica Louis Herns Marcelin, antropólogo y profesor de la Universidad de Miami.
"Hay un boom inmobiliario en ese barrio. La gente está comprando propiedades porque el terreno está en una zona más alta en relación al nivel del mar, entonces es más seguro vivir ahí que en Miami Beach", explica en diálogo con BBC Mundo.
Es por eso, agrega, que el cambio climático ha convertido al barrio en una zona más atractiva para hacer inversiones.
"En 10 o 15 años más, Little Haiti no será lo mismo por la gentrificación climática", apunta.
Los que viven o trabajan ahí también han sido testigos de un cambio bastante vertiginoso en los últimos años.
"Little Haiti solía ser la mayor comunidad de haitianos, pero la gentrificación ha obligado a la gente a irse a vivir a otros lados", comenta Bastien.
Algunos se han tenido que ir, explica, al norte de Miami, pero como hay una crisis de vivienda, terminan emigrando a Jacksonville, Tallahassee, Georgia, o incluso fuera de Estados Unidos.
"Hay dueños de negocios y propietarios que reciben constantes presiones para que vendan sus casas. Hay inversores que vienen de Venezuela y otros países con mucho dinero en las manos", apunta.
"Algunos hasta tienen miedo porque piensan que si no venden les va a pasar algo, como si se tratara de una guerra psicológica para que se vayan", cuenta Bastien.
Es un cambio que en apenas una década está transformando profundamente un barrio en el que muchos de sus residentes viven con ingresos mínimos.
Pese a los grandes desafíos, los habitantes de Little Haiti buscan la manera de mantenerse en el barrio y de seguir progresando como lo han hecho hasta ahora.
Y, si la situación económica lo permite, ayudar a sus familiares en Haití, que están pasando por uno de los momentos más críticos de violencia e inestabilidad política de los últimos años.
(*Carlos Serrano contribuyó a esta historia).
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