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Tel Aviv.— Lágrimas, abrazos, gritos catárticos, emoción inmensa. Fue lo que se palpó en la llamada Plaza de los Rehenes, que se llenó como nunca para un momento que marcó un antes y un después en la historia de Israel: la liberación de los secuestrados aún vivos en Gaza, algo que hizo resucitar la esperanza del fin de la guerra.
Algunos sacaban afuera toda la angustia y lloraban abrazándose a familiares. Había personas de todas las edades, muchísimos chicos, bebés, ancianos, sacándose fotos y selfis mientras los locutores anunciaban, en dos tandas, que los chicos habían vuelto a casa.
Muchos llevaban remeras amarillas y negras con la leyenda que hizo historia, “bring them home” (tráiganlos a casa), y que se oía en los cantos, aunque algunos ya tenían otras nuevas que celebraban que ellos, los rehenes, “ya habían vuelto a casa”.
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Todos lloraban porque los rehenes no son números, sino personas con nombre y apellido —todos varones y la mayoría muy jóvenes—, que en estos más de dos años se volvieron como hijos, hermanos, vecinos, primos, de la población. En la plaza todos sabían quién era quién cuando iban gritando los nombres de quienes integraban las dos tandas liberadas. Todos sabían en detalle qué hacían, sus historias, en cuál kibutz vivían, si habían estado en el Nova Festival, sus amores, de qué equipo de futbol eran hinchas.
“Yo estuve acá, en esta plaza, cuando no había nada, desde el principio”, dijo a La Nación Ami Dror, uno de los organizadores de las protestas para traer a casa a los que al principio fueron 251 rehenes.
“En los últimos años organicé esta plaza, pero también manifestaciones bloqueando autopistas, yendo a la casa de nuestro primer ministro y presidente, estuve protestando todos los días y es indescriptible lo que siento ahora”, explicó Dror, con sus ojos celestes rojos por el llanto. “Esta es una victoria de la gente, del pueblo de Israel. Netanyahu hizo todo para no traer los rehenes a casa, pero lo logramos”, celebró.

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“Esto cierra un círculo, esto cierra una etapa, en Israel queremos paz y ahora, con la liberación de los rehenes, aunque aún faltan los muertos, sentimos alivio y queremos recuperarnos de todo esto que vivimos”, dijo Lotem, sicóloga de 30 años, que como la mayoría estaba enfundada en una bandera israelí en cuyo centro saltaba a la vista una cinta amarilla, el color dominante de la plaza. “No trabajé hasta ahora con cautivos, pero sé que su salud mental va a estar muy dañada después de todo lo que vivieron”, aseguró.
Y se mostró, como muchos otros, enojada con la coalición de ultraderecha de Netanyahu: “El gobierno no le dio prioridad al retorno de los rehenes, es triste decirlo, pero esto que estamos viviendo hoy podría haber ocurrido mucho antes. Y no sé qué va a pasar ahora, hay mucha tensión política interna y un montón de cosas van a salir afuera, sólo ahora vamos a conocer las consecuencia reales que todo esto dejó en los israelíes y, también, en los palestinos, porque sabremos qué pasó en Gaza”.
Ya de noche, seguía habiendo gente, no la multitud de la mañana, que seguía ahí, algunos reunidos para festejar con vasos de cerveza en la mano; otros, religiososos ortodoxos, cantando y bailando.
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El emblemático reloj negro digital de la plaza seguía funcionando, contando los días, horas, minutos y segundos hasta que llegue el cuerpo del último rehén.
“Matan, mi amor, ¡se terminó la guerra!”
Las familias de los israelíes que regresaron estaban eufóricas. Como Einav Zangauker, madre de Matan, un joven de 25 años secuestrado junto con su novia israelo-mexicana, Ilana Gritzewsky, que no podía dejar de abrazar a su hijo.
“Matan, mi amor, se terminó la guerra”, le decía Einav a su hijo. “Tú eres mi vida... eres mi héroe”.
Matan e Ilana fueron secuestrados en su casa en el kibutz de Nir Oz, el 7 de octubre de 2023, día en que Hamas irrumpió en Israel, desató una masacre, secuestró a cientos y desató la guerra actual entre Israel y Hamas. La joven mexicana fue liberada el 30 de noviembre de 2023, último día de la primera tregua. Desde entonces, se convirtió en una de las principales voces a favor de la liberación de los rehenes. Incluso organizó una “boda simbólica” con Matan, para exigir que su nombre no fuera olvidado. En septiembre pasado, Einav amenazó a Netanyahu con demandarlo por “asesinato” si su hijo no era liberado con vida.
También regresó a casa Evyatar David, el joven de 24 años cuya imagen, demacrada y en extrema delgadez, dio la vuelta al mundo cuando Hamas difundió un video de propaganda mostrando cómo David cavaba su propia tumba, y cómo pasaba las horas, descontando los días que llevaba en cautiverio. Fue justo esa imagen la que por error difundió la activista sueca Greta Thunberg cuando quiso hablar del sufrimiento de los presos palestinos, y que le valió una lluvia de críticas.
Pendientes, 24 cadáveres
Pero no todos volvieron a casa. Estaba previsto que en esta primera fase del acuerdo de paz impulsado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, Hamas entregara también los 28 cadáveres de rehenes muertos en cautiverio. Sólo entregó cuatro.
Los cuerpos fueron entregados al Shin Bet y trasladados al Centro Nacional de Medicina Forense para su respectiva identificación.
“Hamas debe respetar el acuerdo y tomar las medidas necesarias para devolver a todos los rehenes muertos”, indicó el ejército israelí. Sin embargo, reconoció que será difícil ubicar dónde están los cuerpos y dijo desde el domingo que ayudaría a localizarlos un “organismo internacional”, no identificado, pero previsto en el plan estadounidense. Con información de agencias.
