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Bruselas.— El hambre va en aumento en México, al tiempo que las tendencias de sobrepeso y obesidad entre los adultos continúan a la alza.
Así lo pone de manifiesto el informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020, publicado conjuntamente por instancias como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos.
De acuerdo con el documento, el número de mexicanos que afrontan una inseguridad alimentaria grave, es decir, que están en riesgo de quedarse sin alimentos, experimentar hambre o enfrentar situaciones extremas, como pasar varios días sin comer, pasó del 8% de la población total en el periodo 2014-2016 a 11.5% entre 2017 y 2019.
En otras palabras, la población en peligro de atravesar las situaciones más severas de acceso a alimentos aumentó de 9.7 a 14.6 millones de mexicanos.
La misma tendencia a la alza se registra con la población que afronta incertidumbre sobre su capacidad para obtener alimentos, que se ve obligada a saltarse comidas, a reducir las raciones y la calidad de alimentos.
Los mexicanos que experimentan una inseguridad alimentaria moderada o grave creció de 27.4% a 34.9% durante el mismo periodo. Esto significa que la población expuesta a la falta de acceso continúo a los alimentos se incrementó de 33.4 a 44 millones.
En total, se estima que el número de personas que sufre hambre crónica o subalimentación ascendió a 9 millones durante el periodo 2017-2019, el doble del estimado entre 2004-2006, 4.7 millones.
De manera simultánea la calidad de la dieta de los mexicanos ha ido en retroceso. El documento aporta como dato alentador una disminución del número de niños menores de cinco años que tienen sobrepeso, y que se redujo de 9% en 2012 a 5.3% en 2019.
Sin embargo, en la edad adulta la obesidad se ha convertido en una epidemia sin freno. En 2012 una de cada cuatro personas de más de 18 años sufría obesidad, 26.8% del total, mientras que en 2016, casi una de tres, 28.9%. El reporte sostiene que en México las personas que padecen inseguridad alimentaria moderada, consumen más alimentos baratos y altos en contenido energético como cereales, tubérculos y plátanos, que productos caros y nutritivos como carne y lácteos.
Menos frutas, más alimentos altamente procesados
“México en particular muestra una disminución en el consumo de frutas y lácteos a medida que aumenta la severidad de la inseguridad alimentaria”, indica el informe.
“México se encuentra en una transición nutricional, que se caracteriza por un rápido cambio en la composición de la dieta hacia una mayor ingesta de alimentos altamente procesados y ricos en energía que tienen un valor nutricional mínimo y son baratos y ampliamente disponibles”, continúa.