Bruselas.— A pesar del reciente intercambio de proyectiles, más potentes, precisos y de mayor alcance, la guerra iniciada por Rusia en Ucrania continuará estando dominada por la tecnología dron y no la de misiles.
Por factores financieros y tácticos, se prevé que el uso de misiles siga siendo limitado en una confrontación armada cuya situación sobre el terreno está siendo definida por las evoluciones de los productos de robótica.
En represalia a la autorización del presidente estadounidense Joe Biden a Ucrania para el uso de misiles de precisión de manufactura norteamericana, el presidente ruso Vladimir Putin permitió por primera vez el uso del sistema de misiles hipersónico MIRV contra un país tercero.
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El misil balístico tipo RS26, con un alcance de hasta 6 mil kilómetros, habría impactado en la ciudad ucraniana de Dnipró, luego de volver a la atmósfera diseminando ojivas que atacan objetivos específicos a una velocidad que oscila entre 2.5 y 3 kilómetros.
Si bien expertos en tecnología como Theodore Postol afirman que no existe ningún sistema de defensa en el mundo que pueda interceptar el nuevo misil ruso de alcance intermedio, Putin pensará varias veces antes de volver a apretar el botón de una bomba similar.
Cada lanzamiento de un misil balístico de última generación tiene un costo para las finanzas públicas rusas de aproximadamente 50 millones de dólares. El lanzamiento balístico, sin carga nuclear, tiene los mismos efectos militares de otros proyectiles disponibles en el arsenal ruso y que son mucho más económicos, por lo que su uso supone un auténtico despilfarro.
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Lo mismo va para el presidente Volodimir Zelensky, que cuenta con luz verde para usar los misiles tácticos tipo ATACMS manufacturados por la firma estadounidense Lockheed Martin.
Kiev enfrena serios problemas de presupuesto, su campaña defensiva depende de financiamiento y ayuda exterior, por lo que no hay espacio para el derroche.
Los ATACMS, con un alcance de hasta 300 kilómetros, cuestan más de un millón de dólares por unidad, de acuerdo un contrato firmado por el Pentágono y la casa armamentista que los fabrica. Fueron enviados a Ucrania como parte de un paquete de ayuda por 300 millones de dólares. El medio Kyiv Post estima que la armada ucraniana ha recibido menos de 50 piezas.
Ucrania también puede disparar los misiles Storm Shadow y SCALP, de fabricación británica y francesa. Ambas versiones miden 5.1 metros de longitud y pesan mil 300 kilogramos, con una autonomía de 250-400 kilómetros.
De acuerdo con información extraoficial, el valor del misil británico oscila de 790 mil a 2.5 millones de libras; el precio unitario del armamento galo es de 850 mil euros, según el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).
La mayoría de los expertos coinciden en que el uso del RS26 fue más que nada para mandar una señal política y para recordar a la élite de Occidente que Putin sigue coqueteando con el fantasma nuclear.
“El consenso es que Rusia está tratando de causar miedo y pánico en el mundo occidental, instrumentalizando la paranoia tradicional de la Guerra Fría”, escribe el politólogo Aleksandar Djokic, exprofesor adjunto en la Peoples Friendship University of Russia (RUND) de Moscú.
Zelensky habría disparado los misiles tácticos para hacerle ver a Putin que su maquinaria bélica puede ser blanco en un rango de hasta 400 kilómetros. La expectativa militar es que la amenaza que suponen estos misiles obligue a las fuerzas rusas a retirar de los territorios fronterizos el armamento estratégico y los depósitos de municiones.
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Más allá de los misiles, lo que está marcando la diferencia en las trincheras y determinando las bajas en las filas enemigas son los vehículos aéreos no tripulados, los cuales son más baratos que los proyectiles de artillería y altamente letales.
El teniente general Oleksandr Pavljoek, comandante de las Fuerzas Armadas ucranianas, dijo a principios de año que ninguna otra arma ha sido tan mortífera en ambos bandos como los drones.
Desde una óptica bélica de costo- beneficio, de acuerdo con un comandante de drones de la 92 Brigada de Asalto ucraniana citado por The Atlantic, 100 millones de dólares invertidos en su unidad equivalen a 5 mil ataques letales, es decir, unos 20 mil dólares por cada ruso eliminado por un dron.
Rusia también ha ido reemplazando sus misiles por drones. El número de ataques va en escalada. De acuerdo con la Fuerza Aérea Ucraniana, los ataques con drones kamikaze han pasado de un promedio de 25 al día en agosto, a 42 en septiembre, 62 en agosto y 83 en noviembre.
El mayor ataque con drones rusos hasta ahora tuvo lugar el 10 de noviembre, 145 artefactos fueron usados en un solo día. Putin dijo en septiembre que para este año su país habrá fabricado 1.4 millones de drones, aproximadamente 10 veces más que los fabricados el año pasado. A lo largo del conflicto, Rusia es cada vez más austera con sus misiles. En octubre lanzó 77 proyectiles, la cifra más baja en lo que va del año.
Los estudiosos señalan que probablemente Putin esté guardando los misiles para una nueva ofensiva en un futuro cercano. También hay quienes afirman que después de dos años de hostilidades, Moscú entendió que basta con usar drones baratos para infundir daños sustanciales en las filas enemigas.
Entre las versiones más recientes y temibles está el denominado Dragón Dron, un sistema introducido al conflicto por las fuerzas ucranianas y que ha servido para literalmente rociar fuego sobre las unidades rusas.
Las aeronaves están cargadas de nanotermita, un explosivo pirotécnico de alta tecnología y que llega a alcanzar una temperatura de más de 2 mil 200 grados. Aunque el arma no está prohibida explícitamente, su uso es altamente controvertido, ya que afecta de manera indiscriminada todo lo que está a su paso.
La munición no sólo es empleada contra tropas ocultas en bosques, también para limpiar terrenos minados y hacer estallar depósitos de proyectiles.
“Estos drones son nuestras alas vengadoras, arrojan fuego directamente del cielo”, publicó en septiembre en Facebook la 60 Brigada Mecanizada ucraniana, precisando que de esta manera “se queman sus posiciones con una precisión que ninguna otra arma puede lograr”.
Sin embargo, como suele ocurrir en esta guerra, en cuanto una nueva arma llega a la línea de frente, el rival la copia. Rusia igualmente la está usando.
Hace poco Kiev introdujo el “dron misil” o “dron cohete”. Es un vehículo aéreo con turbomotor que puede alcanzar una velocidad de hasta 500 kilómetros por hora, está cargado con una ojiva de unos 100 kg y tiene un alcance estimado de 400 a 700 kilómetros.
Lo bautizó como Paljanytsja, nombre de un pan tradicional. Pero más que un homenaje a su repostería, lo llamó así porque es una palabra que los rusos tienen dificultades para pronunciar, de manera que se usa además como prueba para identificar posibles infiltrados.