San José.— Hija de migrantes —la india tamil Shyamala Gopalan y el jamaiquino afrodescendiente Donald Harris— y víctima del racismo hacia personas negras, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, exhibe una imagen de suavidad femenina y contundencia política o de seda y fuerza, en una mezcla que en la visita que inició ayer en Centroamérica le permitirá sonreír… y también golpear la mesa.

Tras un pequeño “problema técnico” que obligó a regresar el avión en el que Harris partió hacia Guatemala, la vicepresidenta cambió de avión en la base Andrews, y comenzó ayer un viaje de tres días para entrevistarse hoy en la capital guatemalteca con el presidente de ese país, Alejandro Giammattei, y mañana en la capital mexicana con el de México, Andrés Manuel López Obrador, sobre un factor de sensible controversia internacional: la crisis migratoria regional.

Al designar el pasado 24 de marzo a Harris como responsable de enfrentar los conflictos de la migración irregular, el presidente de EU, Joe Biden, advirtió que la vicepresidenta enfrentará una “dura tarea”, por el creciente e incesante flujo sin visas, en especial de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños a suelo estadounidense. “Cuando ella habla, habla por mí”, anunció el mandatario, en una referencia que confirmó que Washington enviará con Harris un contundente mensaje.

“Se ven tiempos difíciles”, aseguró la socióloga guatemalteca Carmen Rosa de León, directora ejecutiva del (no estatal) Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible de Guatemala.

“Giammattei está jugando con el tema de que él es el único con el que se puede hablar en Centroamérica. Se está hablando de albergues para los retornados y pareciera que hay una actitud desafiante [del gobierno de Guatemala] de querer negociar en el límite y en el borde con la vicepresidenta”, dijo De León a EL UNIVERSAL.

“Biden declaró la corrupción como un tema de interés de seguridad nacional. Todos estamos con la sensación de que [Harris] viene con propuestas muy concretas en corrupción, que es lo que EU plantea como medular, mientras que el gobierno de Giammattei habla sólo de seguridad fronteriza y de recursos para inversión en infraestructura”, explicó.

Biden impulsa un plan de unos 4 mil millones de dólares para atacar de raíz las causas de la migración irregular del Triángulo del Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) a EU y promover el desarrollo socioeconómico regional, pero todo condicionado al combate a la corrupción y al fomento y defensa de la democracia.

Las tres naciones son una de las fuentes principales de la migración irregular a México y EU. El gobierno de Guatemala pidió que los recursos financieros sean canalizados con organismos internacionales, como el Programa Mundial de Alimentos, y el sector privado guatemalteco solicitó que sean entregados al Estado. La iniciativa privada y el gobierno instaron a excluir a las organizaciones no gubernamentales de la distribución del dinero.

“El objetivo [que tienen] es ir cerrando las puertas de la participación política independiente. Creemos que va a venir una embestida en contra de las organizaciones no gubernamentales para ir cancelando las que les son molestas y que podrían levantar la voz en corrupción, autoridad social, derechos humanos”, afirmó De León.

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