San José.— Al glaciar Charquini, en Bolivia, y a unos 89 kilómetros al norte de La Paz, se le añadió una especie de apellido como lamento popular: “moribundo”, porque se derrite… sin remedio.
Un drama similar sufre una parte del resto de glaciares en el trópico de América del Sur.
“Los glaciares de los Andes tropicales han perdido, al menos, un 30% de su superficie desde la década de 1980, con una tendencia de balance de masa negativa de -0.97 (…) equivalente en agua al año durante el periodo de monitoreo de 1990-2020”.
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Así lo advirtió El estado del clima en América Latina y el Caribe 2021, un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que pertenece al sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
“El retroceso de los glaciares y la correspondiente pérdida de masa de hielo han aumentado el riesgo de escasez de agua para la población y los ecosistemas andinos”, precisó el reporte, del que EL UNIVERSAL tiene copia.
El fenómeno, que en Sudamérica golpea fundamentalmente a Bolivia, Perú y Ecuador con secuelas en Chile y Argentina, es uno de los múltiples saldos del cambio climático, provocado por la intensificación del efecto invernadero ante las emisiones industriales por la quema de combustibles fósiles, entre otros factores.
Entre otras alertas, la OMM planteó sobre la situación sudamericana de los glaciares:
—Las reducciones de la superficie en los trópicos han fluctuado entre 25% y 50% desde la década de 1950 y se ha producido una importante pérdida de masa de hielo desde finales de la década de 1970.
—Más al sur, en los Andes de Chile y Argentina, los glaciares también han retrocedido durante décadas, con una tasa diferencial de alrededor de -0.72 (…) de equivalente en agua al año para el periodo 2004-2021 en los Andes secos, y de -0.56 de equivalente en agua de 1976 a 2021 en los Andes meridionales. Estas tasas observadas de pérdida de masa de los glaciares figuran entre las tasas de pérdida de masa regionales más altas a nivel mundial.
—Los glaciares de los Andes tropicales (Bolivia, Perú y Ecuador) han perdido, como mínimo, 30 % de su superficie desde la década de 1980.
—La superficie actual de los glaciares se ha reducido rápidamente desde la década de 1970 en Perú (pérdidas de 54%, 56% y 64% para las cordilleras peruanas de Vilcanota, Vilcabamba y Urubamba, respectivamente), siendo los glaciares de baja altitud los que más han retrocedido en todas las regiones.
—La correspondiente pérdida de masa de hielo ha aumentado el riesgo de escasez de agua para la población y los ecosistemas andinos.
—El retroceso de los glaciares, el aumento de la temperatura y la variabilidad de las precipitaciones, junto con los cambios en el uso de la tierra, afectaron a los ecosistemas, los recursos hídricos y los medios de subsistencia en América Latina y el Caribe.
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“Impacto gravísimo”
“El impacto es gravísimo”, afirmó la boliviana Cecilia Requena, ecologista y senadora por Comunidad Ciudadana, el principal partido opositor de Bolivia, tras recordar que los glaciares más “frágiles” son los que se ubican más cerca de la línea o la latitud del ecuador, que divide al planeta en los hemisferios norte y sur, y a la misma distancia de los polos norte y sur.
“Las cordilleras tropicales y sus glaciares están entre las zonas más sensibles y frágiles al cambio climático. La recarga de estos glaciares ocurre en verano, que es cuando hace más calor y llueve. En invierno, de octubre a marzo, están más secos. En el caso de La Paz, el abastecimiento del agua de los glaciares cuando no llueve es menor a 30%”, explicó Requena a EL UNIVERSAL.
“El agua que discurre gracias a los glaciares para el consumo humano, la agricultura y los ecosistemas se vuelve significativa cuando la demanda de agua no hace más que crecer. Por eso, hay estrés hídrico: la oferta de agua va disminuyendo sistemática y constantemente. Hay una afectación generalizada para la biodiversidad”, subrayó.
“Desaparece la concentración de agua de los bofedales”, sectores de altura en praderas con permanente humedad en las mesetas andinas, recalcó.
“Los pronósticos sobre los glaciares de los Andes tropicales son los peores”, advirtió, por su parte, el ecuatoriano Marcos Villacís, ambientalista, ingeniero civil, hidrólogo y profesor de Hidrología en la (estatal) Escuela Politécnica Nacional, de Ecuador.
“Los glaciares a mayor altitud están siendo sometidos a un cambio de temperatura más grande. A futuro, las condiciones ambientales que permiten la existencia de los glaciares van a cambiar. A futuro, estos reservorios de agua se van a volver más pequeños y habrá menos disponibilidad de agua de origen glaciar en la época seca”, describió Villacís a este periódico.
“Al subir las temperaturas, los glaciares no pueden acumular más masa, por lo que se les condena a que no pueden existir. Van a perder masa al subir las temperaturas. Los glaciares de menor altitud se van a perder más rápido y son un reservorio de agua cuando no llueve: son un complemento para el suministro de agua en época seca, que es cuando hay menos agua”, relató.
“Las comunidades cercanas a los glaciares dependen de la disponibilidad de agua de origen glaciar para el consumo humano, el riego, la agricultura, la generación de energía eléctrica y los ecosistemas”, destacó.
El deshielo irremediable del glaciar boliviano Charquini en un planeta cada vez más caliente derivó en el surgimiento de la laguna Esmeralda, centro de atracción turística.
Pero el fenómeno en el Charquini tiene apellido: el glaciar moribundo.
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