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Fridolin Ambongo Besungu nació en el seno de una familia humilde en Boto, en la provincia de Nord Ubangi, en República Democrática del Congo (RDC), en una familia católica, y uno de 11 hermanos.
De 65 años, desde temprana edad mostró su inclinación religiosa y se unió a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos. Fue ordenado sacerdote en 1988.
En 2004, el entonces papa Juan Pablo II lo nombró obispo de Bokungu-Ikela. Desde 2018 es arzobispo de Kinshasa y un año después, Francisco lo nombró cardenal.
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Reconocido defensor de la justicia social -él mismo se define como "centinela del pueblo"-, Ambongo se convirtió en un firme crítico de la explotación extranjera de los recursos naturales en RDC.
También ha sido una voz activa contra la corrupción, las irregularidades electorales -en 2018 calificó de "farsa" las elecciones- y la represión y se ha enfrentado abiertamente a los gobiernos de Joseph Kabila y Félix Tshisekedi.
Sin embargo, si sus posturas lo volvieron una voz reconocida en RDC, en el resto del mundo se volvió conocido por su enfrentamiento con Francisco por el tema de las uniones de parejas del mismo sexo.
De hecho, fue él quien encabezó en 2023 la oposición de los obispos africanos al documento vaticano Fiducia Supplicans, que permite a los sacerdotes bendecir a parejas no casadas, incluyendo parejas del mismo sexo, sin que ello constituya una aprobación de la unión o algún tipo de sacramento o ceremonia oficial.
Proveniente de un continente donde esos temas son tabú, Ambongo declaró que ese tipo de prácticas iban contra la cultura africana y un escándalo.

Finalmente, logró que el Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM) declarara que el documento no era aplicable en África. Su postura es vista con buenos ojos por los cardenales conservadores, por lo que tiene buenas opciones de convertirse en el nuevo Papa -primero del continente africano- en el cónclave que empezará el 7 de mayo para elegir al sucesor de Francisco.
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Tampoco ve con buenos ojos a organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), o el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), a los que señala de querer hacer imposiciones culturales en África disfrazadas de ayuda humanitaria.
A la vez que defiende posiciones conservadoras contra el aborto, o las uniones de divorciados vueltos a casar, Ambongo se ha enfocado en la ayuda a los pobres, a los marginados y en tratar de incentivar la participación juvenil en la Iglesia africana, donde el catolicismo ha crecido, a diferencia de lo que ocurre en otros continentes.
mcc