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La Paz.— Bolivia quedó sumida ayer en una profunda crisis, con una intentona golpista que terminó con la denuncia, por parte del general que la encabezó, de que la orden vino del propio presidente, Luis Arce.
Fue el propio mandatario quien lanzó la alerta en X, denunciando “movilización irregular de tropas”. Los eventos se precipitaron y poco después, el vicepresidente David Choquehuanca y el exmandatario Evo Morales denunciaban con claridad un intento de golpe de Estado, encabezado por el comandante de las Fuerzas Armadas, Juan José Zúñiga, y la concentración de militares y blindados afuera del Palacio de Gobierno, en el centro de La Paz, donde se encontraba Arce.
Tras dañar una de las puertas del recinto, el general Zúñiga entró a la Casa Grande del Pueblo, sede del Poder Ejecutivo y que reemplazó al Palacio Quemado en 2018. Ahí, Arce lo encaró y le ordenó: “Repliegue todas estas fuerzas; es una orden”. El general salió y se retiró junto a los vehículos blindados, no sin antes advertir que establecería un nuevo gabinete, que sacaría de prisión a “presos políticos” como la exmandataria Jeanine Áñez y que “por ahora”, seguía reconociendo a Arce como mandatario boliviano.
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Zúñiga, el general conocido por sus enfrentamientos con Morales y su rechazo a la posibilidad de que éste vuelva al poder en las elecciones de 2025, aseguró que el objetivo militar era “reestructurar la democracia” en Bolivia.
“Las Fuerzas Armadas pretenden reestructurar la democracia, que sea una verdadera democracia. No de unos cuantos, no de unos dueños que ya tienen 30, 40 años manejando el país”, dijo en las afueras de la sede presidencial, rodeado de soldados y unas ocho tanquetas militares.
Adentro, Arce anunciaba, en vivo, la destitución de la cúpula de las Fuerzas Armadas y tomaba juramento a los nuevos comandantes.
En medio de los llamados de la comunidad internacional a respetar la democracia, Arce, acompañado de su gabinete, dio a conocer un video rechazando la intentona golpista y llamando, como había hecho antes Morales, a la “movilización del pueblo boliviano” para impedir que los golpistas triunfaran. “Estamos firmes”, aseguró.
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Tras la retirada de las tanquetas, y cuando nadie sabía qué seguiría, o a dónde había partido Zúñiga, Arce salía a declararse victorioso y proclamar: “Nadie nos puede quitar la democracia que hemos ganado (...) Estamos seguros nosotros vamos a seguir y vamos a seguir trabajando”.
Después, se anunciaba el inicio de una investigación penal contra Zúñiga y todos los militares que participaron en la movilización “irregular” de soldados fuertemente armados que ingresaron “por la fuerza” a la sede del gobierno.
La captura de Zúñiga, lejos de tranquilizar la situación, podría ahondar la crisis boliviana a niveles impredecibles. Porque como ocurrió con toda la intentona, fue transmitida en vivo y, antes de que se lo llevaran, Zúñiga hizo declaraciones explosivas, implicando directamente al mandatario en lo ocurrido. “Hablaré con detalles: el día domingo, en el colegio La Salle me reuní con el presidente [Arce] y el presidente me dijo que ‘la situación está muy jodida’, que ‘esta semana sería crítica y es necesario algo para levantar mi popularidad’”, aseguró. El general destituido explicó que, entonces, él preguntó a Arce: “¿Sacamos los blindados?”, y que la respuesta del mandatario fue: “Sacá”.
Antes de que se lo llevaran, el general dio una lista de los vehículos que supuestamente Arce le ordenó mover. “En la noche empiezan a bajar seis Cascabeles y seis Urutús, más 14 Zetas del regimiento de Achacaci”.
Acto seguido, Zúñiga fue tras- ladado a una celda en la sede de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen.
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Tras más de tres horas de tensión, la situación volvió a la calma y hasta el momento, ni Morales ni otros líderes políticos se pronunciaron respecto de la denuncia del general golpista. “Han querido sorprendernos y sorprender al pueblo boliviano. Hemos reaccionado y también el pueblo movilizado ha hecho retroceder esta intentona golpista. Nos hemos mantenido aquí en Casa Grande donde ustedes nos han puesto y los únicos que nos pueden sacar de aquí son ustedes hermanos y hermanas”, dijo el mandatario concluida la intentona.
Desde el martes había versiones sobre la probable destitución del jefe del ejército, en el cargo desde noviembre de 2022, y quien se opone tajantemente a que Morales, exiliado de Arce, vuelva al poder. En una entrevista el lunes con un canal de televisión, Zúñiga aseguró que detendría a Morales si insiste en postularse a la presidencia en 2025, pese a que fue inhabilitado por la justicia electoral. “Legalmente está inhabilitado, ese señor no puede volver a ser más presidente de este país”, dijo Zúñiga.
Morales, primer presidente indígena de Bolivia, promovió reformas constitucionales para poder gobernar durante tres mandatos consecutivos, de 2006 a 2019.
Aunque perdió un referéndum en 2016 para poder presentarse a las elecciones cuantas veces quisiera, se aferró al poder, y finalmente se vio forzado a renunciar en medio de un estallido social, tras ser acusado de fraude electoral para obtener un cuarto mandato.
Hace seis meses el Tribunal Constitucional inhabilitó a Morales como candidato presidencial para la contienda de 2025, aduciendo que la reelección indefinida no es un “derecho humano”, como había señalado en otra sentencia de 2017. Aun así, Morales, enfrentado a Arce en su lucha por el poder, busca la nominación del partido MAS.