Bruselas.— Con su guerra en Ucrania, el presidente Vladimir Putin ha terminado por provocar lo que tanto quería evitar, una nueva expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
A partir del 4 de abril, Finlandia se convirtió en socio de derecho de la mayor organización militar del planeta, con lo cual el bloque llegó a 31 miembros, un número inimaginable en 1949, cuando 12 países arrancaron el proyecto de defensa colectiva con la firma del Tratado de Washington.
Si bien se trata de una nación de sólo 5.5 millones de habitantes, la adhesión de la nación escandinava al paraguas de defensa colectiva no es un acontecimiento de perfil bajo, como sí lo fue el ingreso de Macedonia del Norte en 2020 y Montenegro en 2017.
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En el tablero geoestratégico, Moscú pierde a un vecino que históricamente había mantenido una posición neutral y que antes de febrero de 2022 no tenía ni el más remoto interés de enrolarse en el club castrense.
En la encuesta de otoño de 2021 celebrada por la firma Finnish Business and Policy Forum (EVA), 26% de los finlandeses estaban a favor de ingresar en la OTAN, para marzo de 2022 aumentó a 60% y en otoño se disparó a 78%.
“La mayor razón de los finlandeses para ser miembros de la OTAN son las acciones de Rusia, percibidas como amenaza. El 83% piensa que debido a que Finlandia se sitúa junto a una Rusia inestable, es más seguro para el país ser miembro de la OTAN que no estar alineados militarmente”, sostiene el reporte elaborado por los analistas Heini Larros y Sami Metelinen de EVA.
Además de provocar un cambio en la percepción de seguridad de los finlandeses con la masiva movilización de tanques y tropas, Rusia ahora comparte mil 300 kilómetros de frontera con la OTAN, elevando riesgos que pretendía prevenir creando una zona de contención al invadir a Ucrania, objetivo que no ha logrado por el pobre desempeño de sus fuerzas armadas.
La OTAN emerge ganadora al sumar a una nación modelo en al ámbito del Estado de derecho y que aporta valor añadido al proyecto militar. El modelo de seguridad finlandés se ha caracterizado por el continuo desarrollo de las capacidades de defensa nacional, las cuales no sólo recaen en la modernización permanente de las fuerzas armadas, sino en la constante preparación de la sociedad y el desarrollo de cooperación internacional, indica un documento divulgado por el International Institute for Strategic Studies (IISS), centro de estudio con sede en Londres especializado en fuerzas armadas.
A diferencia de otros países europeos, el servicio militar es obligatorio y cuenta con el apoyo mayoritario de los ciudadanos, 77% es favorable. El sistema de conscripción finlandés no es para que los enrolados aprendan a marchar o realicen trabajo social, cuenta con la estructura y el personal para que adquieran conocimientos, a fin de integrarse en unidades de combate en tiempos de guerra. Además de llevar el compromiso con la defensa nacional en el ADN, los finlandeses modernizan y fortalecen de manera permanente sus capacidades de disuasión.
De acuerdo con el IISS, esto ha resultado en un pesado ejército terrestre compuesto por 280 mil hombres, fuerzas especiales, batallones de helicópteros, regimientos de blindados y brigadas mecanizadas. La armada tiene entre su arsenal misiles antibuque y aéreos, así como con escuadrillas contra minas o submarinos, en tanto que la defensa costera es tarea de los Jaegers, unidad especializada con entrenamiento para guerras no convencionales y equipadas con equipo anfibio. En la fuerza aérea sobresalen tres escuadrones compuestos por 62 aviones caza F/A-18 Hornet, radares, aviones de reconocimiento y de transporte.
El reporte del IISS sostiene que probablemente el mayor desafío para las fuerzas armadas provenía en 2021 de sus déficits de equipamiento, tanto en términos de calidad y cantidad.
El gasto en defensa ha ido aumentando de manera permanente, particularmente desde la anexión unilateral de la península ucraniana de Crimea por parte de Moscú. De acuerdo con cifras del Ministerio de Defensa, en 2014 el gasto equivalía a 1.29% del Producto Interno Bruto, mientras que en 2022 ascendió a 1.96%, equivalente a 5 mil 101 millones de euros. Del total, mil 523 millones fueron para el programa HX Fighter, diseñado para adquirir un escuadrón de aviones de combate que reemplazará a los actuales cazas Hornet. Está previsto que las primeras unidades lleguen a partir de 2025.
Finlandia, contribuyente a las misiones de la OTAN en los Balcanes, Irak y Afganistán, presentó oficialmente la solicitud para convertirse en miembro de la Alianza el 18 de mayo, junto con Suecia. El proceso de ingreso fue en formato exprés y concluyó con la ratificación de los protocolos de adhesión por parte de todos los parlamentos nacionales, lo que no ha ocurrido con Suecia, que espera el aval de Turquía y Hungría. Rusia históricamente se ha opuesto a la ampliación de la OTAN al considerarla un “anacronismo de la Guerra Fría”, una amenaza directa a su propia seguridad.
Una y otra vez, Moscú ha dicho que la expansión es una agresión a su entorno más cercano, de su espectro natural de influencia, el cual incluye los antiguos Estados de la Unión Soviética y los viejos miembros del Pacto de Varsovia. Sin embargo, el presidente Putin dijo que no veía amenaza alguna para Rusia con la inclusión de Suecia y Fin- landia, aunque advirtió que “la expansión de la infraestructura militar en este territorio sin duda provocará nuestra respuesta”.
Los estudiosos sostienen que los Estados escandinavos no son lo mismo que Ucrania, cuya existencia es cuestionada por el Krem- lin, pero el que Finlandia haya ingresado sin la objeción pública de Putin, muy probablemente tiene más que ver con el decepcionante desempeño de sus fuerzas armadas y la incapacidad para derrotar a un ejército que en papel pintaba como más pequeño y débil, que con el supuesto desinterés en la nueva expansión.