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Su aparición en lugares donde ni siquiera se la había escuchado nombrar activó alarmas de salud pública a la par de la epidemia de dengue en 2023-2024. Con los mismos síntomas y más de ocho mil casos confirmados en lo que va del año en cinco países de la región, la fiebre de oropouche –una infección viral transmitida por mosquitos– está bajo vigilancia con las mismas dudas que hace una década generó el zika.
En Argentina, el Ministerio de Salud consignó a La Nación en las últimas horas que no hay circulación del virus oropouche (OROV) en el país. “Hasta el momento, se notificaron 890 casos negativos para dengue que fueron estudiados para oropouche en el país. Todos con resultado negativo [para OROV]”, respondió la cartera sanitaria.
En el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanos Dr. Julio Maiztegui (Inevh-Anlis), que es el centro nacional de referencia para dengue y otros arbovirus, como es el OROV, indicaron que se intensificó el trabajo en toda la red de laboratorios provinciales no sólo en nuevas muestras que reciben, sino de manera retrospectiva en casos negativos para dengue de la última epidemia. Buscan corroborar que no ingresó el virus al país en esos meses dado el número de casos que están reportando países vecinos.
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En la cuarta alerta epidemiológica en lo que va del año, emitida la primera semana de este mes, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) instó a los países a reforzar sus sistemas de detección y confirmación por laboratorio de la infección, “incluidos los casos fatales y de transmisión vertical [de madre a hijo durante el embarazo] potencialmente asociados a la infección por el virus de oropouche”.
Eso fue no sólo por el aumento de las notificaciones desde enero y en “áreas en las que no se había registrado históricamente casos”, sino porque las autoridades de Brasil, donde se está dando la mayoría de esas infecciones, confirmaron el mes pasado dos muertes asociadas, que son las primeras conocidas en el mundo: eran mujeres de unos 30 años, con síntomas similares a los del dengue grave.
La OPS confirmó que también ese país notificó una muerte fetal y un aborto en el estado de Pernambuco y cuatro casos de recién nacidos con microcefalia en Acre y Pará, además de tener bajo estudio tres casos posibles de muerte fetal por trasmisión vertical del virus en Pernambuco. De esto, tampoco había registro previo y está bajo investigación.
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Desde enero, Brasil, Bolivia, Colombia, Perú y Cuba confirmaron ocho mil 78 casos hasta finales de junio, de acuerdo con el último dato que comunicó la OPS a las autoridades sanitarias de los países y dio a conocer públicamente. En Europa, a comienzos de este mes, se habían confirmado 19 casos de oropouche. Los primeros en ese continente. Eran todos importados: viajeros que habían estado en Brasil y Cuba. El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades emitió una alerta con los cuidados a tener en cuenta al viajar a esos países para evitar la picadura de mosquitos. Son los mismos que se aplican a la prevención de dengue, chikungunya, fiebre amarilla y zika.
“Hasta este momento, no se ha confirmado la circulación de OROV en la Argentina. Sin embargo, el aumento de la circulación de este virus en la región y la presencia del principal vector (el jején Culicoides paraensis) en algunas provincias del país plantean la necesidad de reforzar la vigilancia epidemiológica para la detección oportuna de casos”, redactó el Ministerio de Salud en la circular de vigilancia epidemiológica enviada a las áreas responsables en las provincias la semana pasada tras la comunicación de la OPS por las muertes en Brasil.
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Fiebre de oropouche: piden reforzar cuidados
Entre febrero y el mes pasado, el nivel de riesgo del brote de oropouche en la región pasó de moderado a alto en la evaluación que la Organización Mundial de la Salud (OMS) va actualizando a partir de los datos que envían los estados miembros, en este caso a través de la OPS. Ese cambio de valoración en términos de salud pública obedece, por ahora, a la suba de infecciones en los estados del norte de Brasil o la región amazónica o que no están aplicando medidas para reforzar la prevención de las enfermedades transmitidas por mosquitos en general.
“Al comienzo [de la infección], el cuadro puede ser muy similar al dengue porque son síndromes agudos inespecíficos: con fiebre, cefalea, mialgias, artralgia, vómitos, náuseas y, también, puede aparecer exantema [erupción en la piel]”, explicó María Alejandra Morales, jefa del Departamento de Investigación y Diagnóstico de Referencia del Inevh-Anlis, ubicado en Pergamino, provincia de Buenos Aires.
“Al tener presentaciones clínicas que coinciden –continuó–, una vez descartadas en pruebas de laboratorio las infecciones de mayor prevalencia, que son dengue, chikungunya, zika y otras arbovirosis, como la encefalitis de San Luis o virus del Nilo, se recomienda hacer la detección de OROV en un porcentaje de los casos (entre el 10% y el 30%) frente al riesgo de que pueda introducirse al país. Por eso, se incluye oropouche en la vigilancia de dengue.”
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No es un virus nuevo para su equipo: estaba presente “en el menú” con el que trabajan como centro de referencia nacional. Ante la alerta regional, le transfirieron a la red de laboratorios en las provincias la capacidad de detección: comenzaron con las jurisdicciones limítrofes con Brasil y Bolivia o donde es alta la presencia de jejenes. Utilizaron las cepas de OROV aisladas en el Maiztegui. “Entre 2002 y 2005, en la vigilancia de dengue obtuvimos resultados positivos para oropouche en Jujuy y tanto en Salta como en Jujuy, por su proximidad con Bolivia, se siguieron haciendo estos estudios y no se volvió a detectar el virus”, recordó Morales.
Contó que también están analizando un muestreo retrospectivo de aislamientos de pacientes con dengue de la epidemia 2023-2024 para descartar que no haya habido “una entrada silenciosa” del virus al país. “Hasta ahora, no hay indicios de que eso haya ocurrido”, afirmó Morales.
A la par, están trabajando para que en el sistema de salud estén atentos los profesionales a pedir la prueba de oropouche en personas que regresen de viaje de países con brote y, ante los síntomas de sospecha, den negativo para las enfermedades transmitidas por mosquito que están bajo vigilancia. “Epidemiológicamente, hay que diferenciar entre las áreas con posible presencia del vector y transmisión local y donde no las hay. Ahí, el riesgo es bajo o casi nulo –amplió Morales–. En todo el país, hay que estar atentos a los viajeros de zonas afectadas con síntomas compatibles y en las áreas donde está presente el vector Culicoides paraensis”.
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María Sol De Majo, investigadora del Grupo Estudio de Mosquitos (GEM), de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, refirió a partir de distintos estudios publicados que “OROV es mantenido en la naturaleza por medio de un ciclo enzoótico [epidémico], en el que los monos, los perezosos y las aves son los vertebrados hospedadores y sin vector conocido, y de un ciclo epidémico urbano, en el cual el ser humano genera viremias lo suficientemente altas para infectar al Culicoides paraensis, principal vector urbano involucrado en las epidemias”. Señaló que el virus también fue aislado de otras especies de mosquitos, como Culex quinquefasciatus, Coquillettidia venezuelensis y Aedes (Ochlerotatus) serratus.
En perspectiva y frente a lo que fue la última epidemia de dengue y las previsiones para evitar que se repita por tercer año consecutivo, Morales señaló que la circulación de OROV sigue siendo de baja frecuencia hasta ahora, aun cuando haya aumentado y se eleve el nivel de alerta dado que aún se desconoce con certeza su actual impacto en la población. En ese contexto, toma aun más relevancia las recomendaciones para evitar la proliferación de mosquitos en las viviendas, los lugares de trabajo y el espacio público, y las picaduras.
“Nos cuidamos de oropouche, pero no hay que olvidar el dengue –insistió Morales–. No es Aedes aegypti, con la expansión geográfica que tuvo en los últimos años, y habrá que ver cómo el vector [por Culicoides paraensis] se comporta a nivel país. Es algo nuevo y no tenemos otras patologías transmitidas por este jején”.
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*Con información de Fabiola Czubaj
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