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El cardenal Bernard Francis Law , acusado en 2002 de encubrir cientos de abusos sexuales contra menores en su diócesis en Bostón , falleció en las primeras horas de este día en Roma donde se encontraba hospitalizado desde hace tiempo.
El purpurado, quien tenía 86 años de edad, protagonizó en 2002 uno de los capítulos más tristes de la Iglesia católica en los últimos años tras ser acusado de encubrir cientos de abusos sexuales contra menores en su diócesis, delitos destapados por una investigación del periódico Boston Globe.
Por el servicio que prestó su padre como oficial de la aeronáutica estadunidense, Law nació el 4 de noviembre de 1931 en Torreón, Coahuila. Pronto volvió a su país e ingresó a la vida religiosa, siendo ordenado sacerdote por la diócesis de Natchez-Jackson (Misisipi) en 1961.
En 1973 el Papa Pablo VI lo designó obispo de Springfield-Cape Girardeau y once años después, en 1984, Juan Pablo II lo transfirió como arzobispo a Boston, una de las diócesis católicas más tradicionales de Estados Unidos.
En 1985 fue ordenado cardenal y desde entonces inició su ascenso también en los círculos vaticanos, donde se convirtió en punto de referencia del episcopado estadunidense, no sólo para el Papa polaco, sino también para el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger.
Entre otras cosas colaboró en la preparación del nuevo Catecismo de la Iglesia católica y tras los atentados a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, dictó una famosa conferencia en la Basílica San Juan de Letrán, en la capital italiana.
Cuando los vaticanistas lo daban como un seguro candidato a ocupar un importante puesto en la Curia Romana, el grupo de periodistas “Spotlight” del Boston Globe publicó una serie de reportajes que sacó a la luz la historia de 87 sacerdotes pedófilos.
La investigación, que quedó plasmada en la película de ese nombre que ganó el Premio Oscar, también demostró el fracaso de las autoridades de la diócesis conducida por Law quienes, en lugar de poner en lugar seguro a los niños, transferían compulsivamente a los sacerdotes de parroquia.
A la primera serie de artículos, el 9 de enero de 2002, el cardenal respondió con una declaración en la que admitía errores y prometía tolerancia cero en el futuro. Pero los artículos siguieron saliendo con nuevas y desgarradoras historias.
El 26 de enero siguiente, en una carta leída en todas las misas dominicales, aceptó que “el fracaso de la arquidiócesis en proteger uno de los grandes dones de Dios a nosotros, nuestros niños, fue devastador”.
“No creo que presentar mi renuncia al santo padre sea la respuesta al terrible dolor del abuso sexual de niños cometido por sacerdotes. Más bien, quiero poner en práctica un eficaz programa de largo alcance de protección de niños para mejor descubrir y prevenir el abuso sobre ellos”, agregó en la misiva.
Pero los reportajes siguieron publicándose y su situación se tornó insostenible. En diciembre de 2002 Juan Pablo II aceptó su renuncia al puesto y muchos meses después, el 27 de mayo de 2004, lo nombró como arcipreste de la Basílica Santa María la Mayor de Roma.
Ejerció ese cargo hasta que cumplió los 80 años, en 2011. Mientras tanto, mantuvo una activa vida de Curia, participando en congresos y actividades vaticanas, ocupando sitios de privilegio, aquellos reservados a los prestigiosos cardenales.