Miami. En los últimos años, ha emergido en Estados Unidos y otros países una forma de extremismo misógino con trágicas consecuencias: se trata de la identidad, o subcultura en línea de hombres que se definen como “” (célibes involuntarios), que culpan a las de sus desgracias y difunden un odio violento hacia ellas a través de diversos foros online.

En un informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DoJ), al que EL UNIVERSAL tuvo acceso, se describe a un incel como un “hombre joven heterosexual que se considera condenado a la soledad romántica y sexual. Pero más allá de la frustración personal, esta identidad se convierte en una ideología de odio: una comunidad en línea compuesta predominantemente por hombres que albergan ira hacia las mujeres y que buscan cometer actos violentos apoyándose en la creencia de que las mujeres les niegan injustamente la atención sexual o romántica que creen merecer”.

En esencia, el “incelismo” redefine los agravios individuales, de la soledad y el rechazo, como “una supuesta opresión colectiva infligida por las mujeres, lo que alimenta resentimiento y deseos de venganza”.

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Un estudio reciente del Center for Countering Digital Hate reveló que en los diálogos en foros incel se han incrementado los llamados a la violencia sexual y las masacres misóginas. Fotos: Especial
Un estudio reciente del Center for Countering Digital Hate reveló que en los diálogos en foros incel se han incrementado los llamados a la violencia sexual y las masacres misóginas. Fotos: Especial

Aunque en México el concepto es relativamente nuevo, la radicalización misógina de los incel existe desde hace una década al menos en Estados Unidos. En 2014, Elliot Rodger, un joven de 22 años que se autodenominaba incel, asesinó a seis personas e hirió a 14 en Isla Vista, California, dejando un manifiesto y videos plagados de odio contra las mujeres antes de suicidarse. Rodger proclamaba su “guerra contra las mujeres” y describió su ataque como un castigo para ellas por rechazarlo.

Desde entonces, Estados Unidos ha sufrido varios actos violentos vinculados al “incelismo”. En 2018, un hombre armado abrió fuego en un estudio de yoga en Tallahassee, Florida, donde asesinó a dos mujeres e hirió a otras cuatro. Una investigación del Servicio Secreto estadounidense reveló que el atacante estaba motivado por “su incapacidad de entablar relaciones con mujeres, sumada a su percepción del poder social que ellas ejercían sobre los hombres”.

La creciente letalidad de la violencia incel encendió las alarmas de las autoridades estadounidenses. En 2022, el Centro de Evaluación de Amenazas del Servicio Secreto (NTAC) advirtió que los ataques motivados por la ideología incel representan una amenaza terrorista en ascenso dentro de la Unión Americana. Este organismo, dedicado a analizar patrones en la violencia focalizada, destacó que no existe un perfil único del agresor incel: sus edades, razas y estratos varían, pero comparten una serie de conductas preocupantes observables previas a la violencia, desde comunicaciones misóginas en internet hasta antecedentes de acoso o agresiones sexuales contra mujeres. Y con un caldo de cultivo en común: internet.

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En foros anónimos y chats privados, miles de hombres jóvenes comparten su frustración hasta normalizar una cosmovisión de odio. Un estudio reciente del Center for Countering Digital Hate (CCDH) analizó más de un millón de mensajes en la principal comunidad incel y halló un incremento notable en llamados a la violencia sexual y masacres misóginas. La vocería de esta ONG confirmó a este diario que “nos enfrentamos a un movimiento extremista violento, nacido en la era de internet, que desafía las características habituales de los movimientos extremistas conocidos… [los incel] están organizados, tienen una ideología coherente y han concluido claramente que violar y asesinar mujeres e, incluso niñas y a veces, incluso, hombres, forma parte integral de su ideario”, tal y como ya ha sucedido en Estados Unidos y en México.

Un informe de 2020 del Departamento de Seguridad Pública de Texas advirtió que “la violencia demostrada por los incel en la última década, sumada a la retórica extremadamente violenta que exhiben en línea, sugiere que esta amenaza pronto podría igualar o, incluso, superar el nivel de letalidad demostrado por otros tipos de terrorismo interno”. Dichas evaluaciones “reflejan el temor de que los agravios misóginos de esta subcultura puedan traducirse en masacres con un alto número de víctimas si no se les pone freno” subraya el informe.

EL UNIVERSAL contactó a “Carlos”, un joven exincel, quien contó que a los 16 años se sentía aislado, tímido y constantemente rechazado por las chicas de su escuela. “Encontré en online un foro de algo que al principio no entendí, por el nombre: célibes involuntarios -incel- donde otros hombres compartían experiencias similares a la mía y por primera vez sentí que alguien entendía mi dolor y mi frustración; cada publicación reafirmaba la idea de que el mundo me había dado la espalda,” recuerda.

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Poco a poco, “Carlos” se interiorizó en la narrativa del foro al grado de estar seguro de que las mujeres, a quienes veía salir con otros chicos “menos buenos” que él, eran las culpables de su sufrimiento.

Con el tiempo, Carlos comenzó a participar en chats privados donde algunos miembros alentaban abiertamente cometer ataques. “Puedo decirte, con mucha pena, que, en algún momento llegué a fantasear con lastimar a parejas que veía por la calle”. Pero una madrugada se enteró de un tiroteo atribuido a un incel y la noticia lo atormentó. “El atacante tenía mi edad, entonces me di cuenta de que podía haber sido yo. El coraje que sentía me estaba consumiendo hasta un grado que casi no podía ver, pensar, razonar bien” admite.

Carlos decidió alejarse de esos grupos. Bloqueó las páginas que frecuentaba y buscó ayuda sicológica. Hoy, arrepentido, afirma que el discurso incel “no te soluciona la vida, solo te llena de veneno y te puede convertir en alguien que no quieres ser”. Confiesa que “recuperarme fuera de ese mundo de odio me salvó la vida y quizá también la de otras personas”.

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La retórica en los foros incel llega a extremos escalofriantes. El análisis de CCDH encontró que términos como “matar” aparecen decenas de veces al día y que más del 89% de los participantes respaldan la violación sexual, normalizando incluso la pedofilia como parte de la “ideología” incel. La impunidad con que proliferan estos mensajes plantea interrogantes sobre la responsabilidad de las plataformas tecnológicas. El informe instó a compañías como Google, Cloudflare o YouTube a retirar su apoyo a sitios que propagan este daño significativo. “Estas empresas deben tomar la decisión ética de retirar sus servicios de plataformas que causan tanto daño”, afirmó.

Tras ser expulsados de redes sociales convencionales (Reddit prohibió en 2017 un subforo incel con 40 mil miembros), estas comunidades se reorganizaron en espacios más opacos. “El principal foro incel actual, fundado en 2017 tras aquel veto, ofrece un servidor privado de Discord solo accesible para miembros muy activos, además de canales en la app Telegram”, informa la ONG Gnet-Research. Muchos de los integrantes más radicalizados se han desplazado también a foros clandestinos en la dark web o se camuflan en salas de chat de videojuegos, buscando escapar de la moderación y escrutinio públicos, señala la ONG. Esta dispersión por plataformas menos visibles dificulta la tarea de las autoridades para rastrear y frenar la radicalización misógina en línea.

La respuesta institucional en Estados Unidos frente a esta amenaza ha comenzado a tomar forma. En 2021, un joven de Ohio que se identificaba como incel fue acusado de delito de odio e intento de asesinato por planear una masacre contra mujeres en una universidad. El joven, que había escrito un manifiesto anunciando que “mataría mujeres por odio, celos y venganza”, fue procesado bajo la tipificación de crimen por razón de género, reflejando un cambio: las autoridades están dispuestas a tratar la violencia incel como un acto terrorista interno o delito de odio equiparable a otros extremismos.

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Las agencias de inteligencia y cuerpos policiales estadounidenses han empezado a vigilar las comunidades en línea para detectar planes de violencia incipientes; investigadores privados compartieron recientemente con autoridades estadounidenses y británicas una base de datos sobre foros incel, buscando apoyar las labores antiterroristas.

A nivel de política pública, se debate la inclusión del extremismo misógino dentro de las estrategias contra el terrorismo doméstico de la Unión Americana. Asimismo, algunas plataformas han reforzado la moderación de contenido; YouTube, por ejemplo, anunció la eliminación o restricción de varios videos que promovían la ideología incel tras revelarse que ciertos canales sumaban decenas de millones de vistas.

Otros países han comenzado a responder ante el “incelismo” violento. Canadá, que sufrió en 2018 el atropello masivo de Toronto (10 muertos) a manos de un joven influido por esta subcultura, se convirtió en 2020 en el primer país en catalogar un ataque incel como acto terrorista. Ese año, un adolescente que asesinó con un machete a una mujer e hirió a otras en Toronto fue imputado por delitos de terrorismo tras descubrirse que su ataque había sido motivado por la ideología incel.

Reino Unido también ha encendido las alertas tras casos recientes. En 2021, un tiroteo perpetrado por un joven con afinidad a foros incel dejó cinco víctimas mortales en Plymouth, lo que generó un debate sobre si clasificar esta amenaza como terrorismo. Si bien los órganos de seguridad británicos han concluido que el “incelismo” aún no califica formalmente como ideología terrorista, reconocen que “tiene la capacidad de inspirar actos de violencia terribles” y por ello es considerado un riesgo emergente que merece intervenciones preventivas. En 2022, las autoridades inglesas canalizaron a 77 jóvenes británicos hacia apoyo antiextremista por su involucramiento en comunidades incel.

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