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El republicano Donald Trump, que busca ganar de nuevo la presidencia de Estados Unidos en las elecciones del 5 de noviembre, ha sido calificado de fascista por su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, y por su antiguo jefe de gabinete, John Kelly.
La AFP conversó sobre estas acusaciones -que Trump refuta enérgicamente- con Federico Finchelstein, historiador de la Universidad de Nueva York, especializado en extremismo y fascismo.
“Es una versión extrema del populismo que se está acercando al fascismo”, dijo Finchelstein, al definir cuatro elementos clave del fascismo: violencia política, propaganda y desinformación, xenofobia y dictadura.
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Estos rasgos pueden estar presentes en el populismo, pero son mucho más pronunciados en el fascismo, de acuerdo con su tesis, siendo Adolf Hitler el caso más extremo.
“La historia no se repite, pero ya es una señal de alarma que siquiera nos planteemos la pregunta”.
“Existe el riesgo de que Trump se convierta en alguien tan autoritario como quiera”.
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“Hay mucha gente en Estados Unidos que no está satisfecha con el desempeño de la economía o con los cambios que experimenta este país. Y a veces una combinación de agravios los lleva a elegir a un autoritario”.
“No están teniendo en cuenta que Trump propone soluciones mágicas a problemas reales y que hay un dilema con un líder para el cual su deseo es más importante que la propia realidad”, continúa el historiador.
Finchelstein percibe algunos “mensajes en clave” para los seguidores acérrimos, pero dice que el mayor problema pueden ser los votantes comunes que se han acostumbrado a la retórica de extrema derecha de Trump.
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“El verdadero problema no es el extremismo, sino cómo este extremismo se normaliza en la sociedad, a menudo en los medios de comunicación y finalmente en los votantes. Lo que solía ser política tóxica de pronto ya no lo es”.
“Hablamos de un candidato que promete deportaciones masivas en el marco de lo que él considera problemas relacionados con el riesgo y la genética. Es realmente extremo”, apunta.
“Estamos ante alguien que quiere ser un líder fascista. Pero la pregunta sigue siendo: ¿hasta qué punto será capaz de hacer todo lo que quisiera?”, zanja el historiador.
Finchelstein recordó que un tribunal brasileño inhabilitó al expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro tras alegar fraude en su fracasada campaña presidencial de 2022.
Trump no ha corrido esa suerte después del 6 de enero de 2021, cuando sus partidarios, enardecidos por sus acusaciones de fraude, asaltaron el Capitolio para intentar impedir la certificación de la victoria de Joe Biden, actualmente en la presidencia.
“O la justicia no cumplió con su labor o fue demasiado tarde. ¿Cómo puede alguien con tantos problemas judiciales ser candidato?”.
“Los disturbios del 6 de enero técnicamente hablando fueron un (intento de) golpe de Estado. Y uno se pregunta cuántas veces se los consideró así”, se cuestiona.
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