Bruselas.- La guerra contra el terrorismo islámico declarada hace dos décadas marcó la relación entre Estados Unidos y el bloque comunitario, al tiempo que trastocó la “armonía” en la población musulmana europea y llevó a la Unión Europea a no ignorar jamás una amenaza latente.
El desprecio del entonces presidente George W. Bush hacia Europa, al arranque de la campaña contra el terror en Afganistán en 2001, sembró la semilla de la discordia entre los aliados, dejó entrever que para los norteamericanos los europeos eran débiles.
Washington demostró que no los tomaría en serio hasta invertir lo suficiente en sus fuerzas armadas , reclamo reiterado una y otra vez por cada mandatario que pasa por la Casa Blanca.
Luego de ver la forma como Bush malgastó el liderazgo moral que recibió tras el 11 de septiembre con su intervención en Irak , a los europeos, principalmente a Francia y Alemania, les quedó claro que el distanciamiento con su principal aliado no solo era uno de recursos y dinero en asuntos militares.
París y Berlín comprendieron que EU era una potencia que ve enemigos por todas partes y que las leyes y normas internacionales no le eran impedimento para el uso de la fuerza militar y la aplicación de sus propios métodos.
Europa, urgida de mostrar solidaridad con su “ aliado herido ”, aprendió la lección desatendiendo su propia esencia, la de respeto al estado de derecho, siendo cómplice en la aplicación de una de las armas más controvertidas en el arsenal del Gobierno estadounidense en la lucha contra la yihad , la transportación y detención ilegal de prisioneros por parte de la CIA .
De acuerdo con el reporte publicado en 2007 por el entonces eurodiputado italiano Claudio Fava , por lo menos unos mil 245 vuelos secretos y facilitados a la CIA tuvieron lugar entre 2001 y 2005 usando el espacio aéreo europeo. Rumania, Polonia y Lituania habrían facilitado además centros de detención y acogida.
El director del Centro Europeo de Seguridad e Inteligencia Estratégica ( ESISC ), Jean Claude Moniquet , sostiene que el inicio de la guerra contra el terror fue caótico. Señala que se cometieron muchos errores, desde centros clandestinos de detención de la CIA, hasta la prisión estadounidense de Guantánamo .
“Fueron graves errores. No solo no produjeron resultados positivos, de allí salió muy poca inteligencia operativa valiosa, traicionamos nuestros valores dándole argumentos a la propaganda yihadista, que los utilizó para desarrollar una narrativa de victimización con el fin de demostrar que estábamos librando una guerra contra el Islam, lo que obviamente no es el caso”, dice a EL UNIVERSAL.
“Ese complicado período ha quedado atrás. Existe un claro consenso para abordar el terrorismo por la vía judicial siempre que sea posible, y por la vía militar cuando los "objetivos" no sean accesibles a la justicia”.
Afirma que ese consenso se ha fortalecido al paso de los años y ha conducido a éxitos concretos, por ejemplo, describe como “excelente” la cooperación de inteligencia entre Estados Unidos y Franca en el Sahel, en donde las fuerzas galas están presentes.
“La colaboración internacional contra el terrorismo ha aumentado, y Estados Unidos es claramente el socio más cercano de Europa en este ámbito”, dice el experto.
“Pero la guerra contra el terrorismo está lejos de terminar. Esta crisis durará años, quizás décadas”.
Repertorio antiterror
Desde los ataques suicidas en suelo estadounidense, los europeos mantienen la guardia en alto ante la amenaza yihadista , la cual, una y otra vez recuerda a los servicios de inteligencia que el siguiente ataque es solo cuestión de tiempo.
Después de Nueva York y Washington, siguió la estación de trenes de Madrid el 11 de marzo de 2004 y el sistema de transporte de Londres, el 7 de julio 2005. Con los años, otros más se han sumado, incluyendo la racha negra de 2014 a 2017, que comenzó con el ataque en el Museo Judío en Bruselas y terminó en el paseo de Las Ramblas de Barcelona, con 15 muertos y 131 heridos.
“Europa ha estado en "alerta terrorista" desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. Las primeras detenciones de miembros de Al Qaeda tras los ataques tuvieron lugar en Bruselas. Los terroristas detenidos estaban planeando ataques contra una base estadounidense y la embajada norteamericana en París”, recuerda Moniquet.
La Corporación RAND estima que entre 2004 y 2016 el terrorismo costó a la UE, en términos de pérdida de PIB, unos 185 mil millones euros y 5.6 mil millones en muertes, heridos y destrucción de infraestructura.
Como respuesta a un enemigo en acecho, la Unión se ha venido dotando de herramientas contra el terror, haciendo énfasis en la lucha contra el financiamiento el control para la adquisición de armas y explosivos, los sistemas fronterizos de entrada y salida, el reforzamiento de la cooperación a través de Europol y Eurojust, y el perfeccionamiento de bases de datos como Schengen y Prüm .
Igualmente se han adoptado medidas respecto al derecho y los procedimientos penales, el papel fundamental de internet en la radicalización y el reclutamiento, así como se han creado las condiciones para facilitar el intercambio de información para cazar presuntos criminales , como fue la introducción de la orden de detención y entrega.
El combate al terror también recibió un rostro con la creación de la figura de coordinador antiterrorista, cargo que ocupó Gilles de Kerchove durante 14 años y que hoy recae en el finlandés Ilkka Salmi.
Las medidas se han ido ajustando a los desafíos. Moniquet describe a Al Qaeda como una organización elitista en su reclutamiento y que estuvo interesada solo en ataques sofisticados de difícil ejecución.
En tanto que con el Estado Islámico, el enrolamiento se hizo flexible y los ataques fueron más complicados de frustrar debido a que suelen ser ejecutados por células aisladas.
“Más allá del número de víctimas, estos ataques han conducido a varios países a adaptar el marco legal y a ampliar los medios de inteligencia y policiacos. Además nos obligó a involucrarnos sobre el terreno, en Siria, en la coalición internacional”, sostiene el analista.
Delicado equilibrio
Los ataques también heredaron una pesada carga en la población musulmana en Europa, equivalente al 4.9% del padrón demográfico en 2016, según datos del Pew Research Center.
La sensación de miedo entre la población en general a raíz de los atentados, exacerbó los prejuicios ya existentes, aumentando la vulnerabilidad y la hostilidad hacia la comunidad musulmana.
El último sondeo de opinión realizado por la Agencia Europea para la Promoción y Protección de los Derechos Fundamentales, mostró que el 5% de los musulmanes encuestados fue víctima de violencia física, y 33% experimentó algún tipo de acoso motivado por perjuicios respecto a su origen étnico, color de piel, religión o creencia religiosa.
Por el otro, la cadena de cruentos atentados perpetrados desde el 11-S, ha puesto de manifiesto el reto derivado de la radicalización y el reclutamiento de ciudadanos de la Unión por organizaciones terroristas .
Europol sostiene que 254 personas fueron detenidas en 2020 en la UE bajo sospecha de cometer delitos asociados al yihadismo , 99 de ellos en Francia. Ese mismo año, en Bélgica, estaban bajo vigilancia 300 supuestos extremistas, en Holanda unos 500 y en Finlandia 390.
Las imágenes de las Torres Gemelas en llamas sirvieron para acelerar el proceso de radicalización ya en curso en la comunidad musulmana europea, sostiene Moniquet.
Lo cual además explica porque el Daesh pudo reclutar en Europa una gran cantidad de matones, psicópatas y voluntarios entre 2013 y 2016.
“Pero cuando Daesh comenzó a debilitarse y perdió Al Raqa y Mosul, el 'Califato' se desintegró, metiendo reversa al movimiento: muchos radicales se dieron cuenta de que la yihad era un callejón sin salida”.
Pese a ello, continúa, “todavía tenemos que lidiar con la radicalización permanente, aunque ciertamente es menor. No obstante, es posible que la victoria de los talibanes en Kabul dé nueva vida a la yihad global. De ser así, lo veremos pronto”.
Lee también: El anuncio que "predijo" el impacto de un avión contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre