En Estados Unidos hay furia y preocupación. La filtración de documentos secretos del Pentágono en las redes sociales ha puesto en jaque al gobierno de Joe Biden y mientras unos denuncian “traición”, otros temen la desconfianza que esto genera en los países aliados.
Se trata, a decir de analistas, de la mayor filtración en una década, comparable a la de WikiLeaks o la de Edward Snowden. Unas 100 fotos de documentos han circulado en plataformas como Discord y de ahí saltaron ya a redes como Telegram o Twitter y a medios como The Washington Post y The New York Times: “El Departamento de Justicia lo está investigando, pero nos tomamos este tema muy en serio”, dijo ayer el secretario de Defensa, Lloyd Austin.
Además de que algunos de los documentos llevan el sello de ultrasecretos, están fechados entre febrero y marzo, y aluden en su mayoría a la invasión de Rusia a Ucrania, dando detalles actualizados sobre los planes de Occidente para apoyar a Kiev, la estrategia ucraniana y las supuestas presiones de Washington a diversos países para apoyar al gobierno de Volodimir Zelensky.
Lee también: Incluso si lo condenan, Trump advierte que no retirará su candidatura a la presidencia de EU
Los documentos muestran el alcance del espionaje de Estados Unidos, con informes, aparentemente entregados a Ucrania, sobre dónde atacarían los rusos, evaluaciones crudas sobre los difíciles avances ucranianos, incluyendo que viene un estancamiento en el conflicto. Un documento, fechado en febrero de 2023, señala que 89% de las defensas aéreas ucranianas de medio y largo alcance están compuestas por sistemas SA-10 y SA-11 que datan de la era soviética y que pronto podrían dejar de funcionar por falta de municiones, revelando la supuesta fragilidad de las fuerzas ucranianas.
Aunque Mykhailo Podolyak, asesor del jefe de la Oficina del presidente de Ucrania, aseguró el viernes pasado que los documentos que se han difundido no tienen “nada que ver con los planes reales de Ucrania” y se basan en “una gran cantidad de información ficticia” difundida por Rusia, fuentes cercanas al gobierno de Zelensky dijeron a CNN que la filtración ha obligado a los ucranianos a virar su estrategia para evitar ser previsibles ante los rusos, para quienes, coinciden expertos, la información es “oro molido”.
Oficialmente, el gobierno ucraniano ve en esta filtración una estrategia de “desinformación” y apunta hacia Rusia: “En las últimas décadas, las operaciones de mayor éxito de los servicios especiales rusos tuvieron lugar en photoshop”, advirtió a medios Adriy Yusov, representante de la Dirección de Inteligencia del Ministerio de Defensa ucraniano.
Lee también: Piden arresto del Dalái Lama por “abuso infantil”
Sin embargo, el daño está hecho: “La filtración podría tener serias implicaciones para los esfuerzos de inteligencia de Estados Unidos y para los esfuerzos y planes de guerra de Ucrania, y ya algunos aliados estadounidenses han mostrado signos de preocupación”, señaló el exembajador de México en Estados Unidos, Arturo Sarukhán, en Twitter.
“Este caso ha demostrado que los ucranianos tenían toda la razón” cuando expresaban su preocupación sobre la información que se comparte con Estados Unidos, dijo un funcionario europeo al portal Político: “Los estadounidenses están ahora en deuda con los ucranianos. Tienen que disculparse y compensar”.
Países como Egipto, Corea del Sur e incluso Israel se han visto obligados a hacer “control de daños”. En El Cairo, el gobierno desmintió que el presidente Abdelfatah al Sisi ordenara la producción de más de 40 mil cohetes para Rusia, como señalan documentos filtrados al Post.
“Egipto sigue una política equilibrada con todas las partes internacionales”, insistió una fuente oficial de ese país en declaraciones a Al Qahera News.
Lee Jong-sup, responsable de Defensa surcoreano, precisó que desde su perspectiva, varios de los documentos filtrados han sido falseados, algo en lo que coincidió Lloyd Austin.
Ello, luego de que uno de los documentos revelara un supuesto espionaje de Washington a la oficina presidencial surcoreana, incluyendo una supuesta conversación entre el hoy exsecretario presidencial para Asuntos Exteriores, Lee Moon-hee, y el asesor de Seguridad Nacional, Kim Sung-han, sobre la petición de Washington para que Seúl suministrara munición que se cree que sería destinada al ejército ucraniano, contraviniendo el compromiso surcoreano de no facilitar material letal a países en conflicto. Fuentes consultadas por Yonhap consideraron que esa conversación probablemente nunca tuvo lugar.
Israel rechaza que, como indica otro de los documentos que revela también un supuesto espionaje estadounidense, los líderes de la agencia de inteligencia Mossad abogaron por protestas internas contra la controvertida reforma judicial israelí que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu suspendió, en medio de una ola de protestas.
Los países que integran el intercambio de inteligencia de los “Cinco Ojos” con Estados Unidos: Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Reino Unido, investigan la filtración y externan preocupación por el impacto que tiene en la confianza y la credibilidad de ese país. Mark Esper, exsecretario de Defensa estadounidense y quien habló del sentimiento de “traición” que hay entre la comunidad de inteligencia por la filtración, dijo al diario Washington Examiner que “la cuestión de la confianza con los aliados puede tardar algún tiempo en reconstruirse, ya sea que estos informes sean ciertos o no. Eso es preocupante”.